Fueron miles de corredores los que participaron en la XXXIII Edición del Maratón Lala de los cuales una buena cantidad de ellos corrieron contagiados de los ánimos, las porras, las palabras de aliento de la gente que en casi todo el trayecto los impulsaba a seguir adelante cuando estaban a punto de abandonar.
Todos y cada uno de los corredores tiene una meta personal, corren por objetivo, por una promesa, corren por querer demostrarse a sí mismos que pueden llegar a la meta aunque el camino sea complicado, el trayecto les cobre factura y las piernas ya no les respondan, corren por instinto.
La mayoría de los participantes coinciden que es poco después de la mitad del trayecto cuando parece ya no pueden dar más, la mente los echa para adelante pero las piernas empiezan a fallar, las pulsaciones al cien, pero de pronto comienzan a escucharse voces, voces de gente desconocida, gente de todas edades, quienes los empiezan a estimular con porras, canciones, ofreciéndoles fruta, chocolate, vaselina, hidratación, hasta masajes para recuperarse y seguir adelante.
Comienza a calar el sol en La Laguna, quienes llegan a la altura del Bosque Venustiano Carranza ya empapados de sudor ven en su costado izquierdo la meta, pero de frente aún faltan los kilómetros más complicados, después del kilómetro 30 es cuando el cuerpo suele a dar síntomas de no seguir, a pesar de quienes se preparan meses atrás un calambre, un dolor de espalda, ampollas en los pies, rozamiento en alguna parte del cuerpo es incómodo, no se puede correr así pero ellos continúan.
De pronto te gritan ¡levántate!, ¡tu sí puedes!, y surge esa sensación de regresar, faltan cinco kilómetros para la meta ya corres por instinto, cada vez falta menos, y de pronto te das cuenta que ya solo te queda por darle esa vuelta al Bosque, aún hay más gritos de apoyo, eso contagia, contagia bonito, contagia de alegría, contagia de positivismo, contagia para seguir adelante y poder cruzar la meta, a veces sin importar el tiempo el objetivo es llegar a la meta personal.
En la meta de este maratón siempre al pendiente los servicios médicos, con camillas, sillas de ruedas, etc, pareciera el ingreso a un hospital, varios llegan llorando, otros gritando de dolor, pero más son los que llegan contagiados del mejor maratón de México.
EGO