Aún sin el corte de orejas, bueno sabor de boca dejó entre los aficionados, la Novillada de Triunfadores, de la cual salió airoso con el trofeo en sus manos Rubén Núñez. Fue una decisión difícil para el jurado, debido a que Alejandro Adame y Jairo López también emocionaron a los más de cuatro mil asistentes.
De hinojos, en los medios, inició la faena de muleta Rubén Núñez, fueron cuatro pases que de inmediato tuvieron eco en el tendido, una vez de pie, lidió a Zorro por ambos lados, ligando tandas de buen gusto rematadas con el pase de pecho o doblando con serenidad, su muleta en la cara del astado. Fue una faena de más a menos que malogró con el acero. Vuelta al ruedo y al final del festejo el trofeo Manuel Capetillo.
Al también tapatío, Jairo López, le correspondió Maleno, un novillo bravo y codicioso que mereció ser premiado, sin embargo, la autoridad no lo consideró. Con él Jairo mostró pasajes de gran valía por el lado derecho, corriendo la mano en trazos largos y sentidos, pases que arrancaron el ole profundo de los aficionados, si bien, su faena tuvo altibajos, dejó en claro que tiene cualidades para sobresalir en la fiesta brava. Mal con el acero. Al final del festejo la peña Mal de Montera le otorgó el premio Montera de Plata.
El menor de la familia Adame, Alejandro, toreo con lentitud y mano baja, las condiciones de nobleza y fijeza de Polillo, las aprovechó al máximo ahí muy cerca del burladero de matadores. Se le ve muy puesto. Al igual que todos los alternantes, también falló con la toledana e incluso, en el segundo viaje, la espada pegó en una banderilla ocasionando que se fuera de filo y resultara con un fuerte golpe en el hombro.
El rejoneador José Funtanet, con el abreplaza, realizó una faena larga, si bien, colocó solo un rejón de castigo, en banderillas clavó siete y dos rosas. Mal con el rejón de muerte. Cabe destacar en este novillo la labor de los Forcados Amadores de México, de nueva cuenta el cabo de cara, realizó una pega vibrante.
Lo mejor de Juan Dinastía, fue la manera en que lidió, doblándose, a Zucarito, del tercio a los medios.
El tercero, que correspondió a Eduardo Neyra, fue de más a menos y terminó rajado regateando las embestidas, sobresalieron las ajustadas verónicas con que lo recibió.
César Pacheco, recibió tres achuchones por fortuna sin consecuencias, su entrega la reconoció el público que le pedía matara a Coquero.
Los novillos de Villar de Águila, cumplieron en presencia y comportamiento, acometían a los engaños con recorrido y codicia, destacó el sexto y séptimo.
JMH