Expectación provocó la reaparición de Diego San Román, tras su clamoroso triunfo en octubre pasado donde cortó un rabo. Y no defraudó. Mantuvo el tenor de su anterior comparecencia, solo que ayer le tocaron dos novillos con lo que había muy poco por hacer. Sin embargo, los que asistieron a ver a San Román, también salieron ilusionados con el quehacer de Arturo Gilio.
La novillada dejó de manifiesto que aun con lo difícil que está la situación en la actualidad para los novilleros, por las escasas novilladas que se celebran en el país, hay jóvenes promesas con propuestas que tienen eco entre los aficionados.
La faena de Sebastián Ibelles, con el abre plaza, fue de más a menos debido a que el novillo de Boquilla del Carmen terminó por regatear las embestidas. Lo pasaportó de una entera de efectos rápidos y saludo en el tercio.
Con el quinto que complementó su lote y no el cuarto porque hubo una confusión en toriles, al grado que los novillos lidiados en 4° y 5° lugar fueron anunciados con el mismo número y nombre. Estuvo tesonero ante un oponente de complicada embestida.
Tinacal, primero de Diego San Román, resultó soso, faltó de trasmisión y salía de los muletazos con la cabeza arriba, sin embargo, el torero queretano, a base de porfiar, meterse entre los pitones y aguantar a pie firme las pocas embestidas, logró que el público se le entregara y pidiera la oreja que fue concedida. Con el aplomado cuarto que no tenía un pase, abrevió.
Arturo Gilio, con el mejor novillo de la tarde, Cominito, realizó una faena aseada y templada, de esas que arrancan los olees fuertes. Una faena lenta deletreando los derechazos que firmaba con cambiados de mano, pases de pecho, arrucinas y dosantinas. Trasteo con equilibro y templanza, y sino obtuvo el triunfo grande fue porque falló con los aceros. El novillo fue premiado con arrastre lento y Gilio dio una vuelta al ruedo con mucha fuerza.
El cierra plaza no se prestó para el lucimiento.
El encierro de Boquilla del Carmen resultó disparejo en presencia y comportamiento.
JMH