Cuando Diego San Román, tomó la muleta para dirigirse al cierra plaza, él respetable lo siguió con la misma atención que sigue el paseíllo. Sabedores de la férrea convicción del torero queretano, los cerca de cuatro mil aficionados, se comenzó a frotar las manos presagiando la faena grande que llegó y puso a la plaza de pie.
Una faena que trazó Diego a milímetros de los pitones, provocando y aguantando el corto pasar de Cerros Blancos de la ganadería de La Estancia. La emotividad y bravura que le faltó a su oponente la desbordó el diestro de apenas tres meses de alternativa, con fuerza se fue tras el acero, para sepultarlo en lo alto, cortar las dos orejas y recorrer el ruedo entre gritos de torero.
Con su primero, también pisó terrenos comprometidos, sin embargo, no conectó igual, que con el cierraplaza, debido a que el débil toro rodó por la arena de continuo. Lo mató de entera trasera y obtuvo su primera oreja de la tarde.
Antonio Ferrera, aprovechó las nobles embestidas de Barba Blanca, toreando por ambos lados en redondo, arrojó a la arena el ayudado para continuar toreando al natural por ambos lados. A veinte metros de distancia, se fue caminando hacia el toro espada en mano, hasta llegarle a la cara y pinchar, perdiendo así la oportunidad de tocar pelo.
Con el infumable quinto de la tarde, abrevió.
No fue la tarde de Alfredo Ríos ‘El Conde’, los dos toros que le correspondieron fueron sosos, descastados, y sin clase. Por más empeño que puso no logró corregir las embestidas sin humillar de los toros de La Estancia.
FichaUn tercio de entrada en tarde cálida. Se lidió un encierro de la ganadería de La Estancia, que cumplió en presencia, y de comportamiento desigual el sexto resultó, noble y de corto recorrido.Alfredo Ríos ‘El Conde’, silencio y división de opiniones.
Antonio Ferrera, vuelta y silencio.
Diego San Román,oreja y dos orejas
JMH