El 11 de abril de 1831 las piezas son puestas en exhibición en la Sociedad de Antigüedades de Escocia poco después de ser descubiertas de manera misteriosa en un banco de arena en la Isla de Lewis. Hay muchas historias acerca de cómo llegaron ahí y quien las creo, lo que las hace únicas. Si bien nunca se ha podido confirmar a quién pertenecieron originalmente las piezas, las especulaciones indican que quizá a un noble de ascendencia escandinava o a un comerciante. Los expresivos rostros de las figuras las hacen de las piezas más entretenidas y queridas dentro del mundo del ajedrez y de los museos que las exhiban.
Cuando fueron encontradas, habían suficientes piezas para armar cuatro colecciones incompletas de juego y algunas otras sueltas. En su mayoría fueron hechas con marfil de colmillo de morsa y dientes de ballenas. Por el estilo de diseño son atribuidas en su origen a artesanía de iglesia de Trondheim en Noruega. Algunos expertos que las han estudiado creen que pudo haber sido hecha por una mujer artesana de Islandia, esposa de un sacerdote o por hasta cinco personas. Toda su esencia congenia con la cultura del siglo XII en Escocia, una tierra en aquel entonces dominada por el Reino de Noruega.
Como dato curioso podría ser el primer set de juego de ajedrez que incluyó al obispo como pieza. Después de encontradas las dividieron y vendieron, pasaron por muchas colecciones privadas. En junio de 2019 otra pieza fue redescubierta y vendida por 735 mil libras en Londres, una familia no sabía lo que tenía, el comerciante de arte la había adquirido en 1955 por 5 dólares. Para los amantes de antigüedades son piezas exquisitas por el detalle del trabajo a mano. Hoy en día el Museo Británico tiene la colección más amplia con 82 piezas de 93 en total, la mayoría adquiridas en 1888, otras 11 piezas se encuentran en el Museo Escocés de Edimburgo, pero el país ha buscado repatriar todas, las consideran un tesoro nacional. Cuatro piezas permanecen perdidas.
RGS