Entre casas de madera y lámina, Sofía Ramos sueña con París 2024

Edición Fin de Semana

La marchista Sofía Ramos vive en una de las zonas más marginadas del Estado de México, pese a ello sus logros han hecho eco y el sueño de llegar a París 2024 se ve en el horizonte

Entre casas de madera y lámina, Sofía Ramos sueña con París 2024 (Santiago Chaparro)
Ciudad de México /

Sobre las vías del tren, en una de las zonas más marginadas del municipio de Nezahualcóyotl (Estado de México), Sofía Elizabeth Ramos Rodríguez trata de no perder el paso. Sí, en este asentamiento irregular conocido como 17 de junio –que está conformado por decenas de casas improvisadas de madera y lámina, carentes de varios servicios básicos– hay una campeona mundial juvenil que sueña y se ilusiona con París 2024, pero para lograrlo sabe que tiene que sobreponerse a todo, incluso a la pobreza en la que le tocó vivir.

Siento que trabajo al doble de los que tienen recursos. Yo no tenía para desayunar, ni comer, así que llevaba una dieta balanceada con lo que hay en casa. La verdad es que la vida de un deportista es algo difícil, donde tienes que consumir proteínas, además hay que comprar hidratante, tenis y ropa; como no tengo los recursos para llevar una dieta balanceada con lo que hay, a veces hay arroz, frijoles o lo que se comió el día anterior”, cuenta Sofía a MILENIO-La Afición.


Una carrera de sacrificio

El 21 de agosto, Sofía Ramos pisó con fuerza el tartán del estadio del Centro Deportivo Internacional Moi –en Nairobi, Kenia– para conquistar el oro de los 10 mil metros marcha del Campeonato Mundial de Atletismo Sub-20. Solo unos meses antes, durante la etapa más crítica de la pandemia, la mexicana tuvo que acostumbrar su pisada a la grava de las vías del tren que atraviesan su colonia para no perder ritmo de competencia.

“Estamos a 20 metros del tren, y en las mañanas es lo primero que escucho y me tengo que salir antes de que pase por mi casa porque se hace un desastre, para todo el tráfico; entonces, siempre tengo que estar desafiando al tren. Cuando se dio la pandemia estaba entrenando hasta a un lado de las vías del tren porque todo estaba cerrado y para no perder el ritmo fue lo que hice. Actualmente ya me preparo en una pista de Río Churubusco, en el Desierto de los Leones o en el Autódromo”.

Ahí, entre costales de basura, chatarra acumulada y el ruido de los aviones que se van acercando al aeropuerto capitalino, Sofía Elizabeth forjó el mayor logro deportivo que tiene hasta el momento. Sin embargo, llegar a Nairobi no fue sencillo. En aquel momento no tuvo apoyo para costear el viaje así que la familia –dedicada al comercio ambulante– entró al quite. Ella misma salió a vender diferentes cosas para concretar su sueño.

Hoy, después de la medalla de oro, la situación pinta mucho mejor. De entrada, la Conade le dio un premio de 45 mil pesos, además de la beca mensual con la que ya contaba.

“Al momento sí me alcanza para cubrir los gastos con la beca de Conade. Me ha cambiado mucho la vida este título mundial, ya que ahora más personas me conocen y me hablan, y seguiré trabajando para continuar en la cosecha de triunfos para México”


El sueño de los Olímpicos

El cuarto de Sofía no supera los seis metros cuadrados. Su privacidad solo es separada por una cortina del resto de la humilde casa que comparte con sus padres. En este espacio, la marchista se da el permiso de soñar con una medalla olímpica, una que recompense todo el esfuerzo de la familia.

“Le agradezco a mis padres porque han sido la base de todo lo que soy; me gustaría pagarle con una medalla olímpica”.

El camino no será fácil, pero Sofía ya tiene la ruta a seguir: “El siguiente paso son los Juegos Panamericanos Junior y seguiremos trabajando para poder tener otra medalla. Este 2021 fue mi último año como juvenil y en los Panamericanos estaré compitiendo en los 20 kilómetros, así que ya me despedí de los 10 kilómetros. Me siento bien y no voy a llegar en seco a la categoría, ya que anteriormente he hecho otras competencias con esta distancia. Soy la más chica que va a ir, me siento muy bien y capaz de hacer un buen papel para México, trataré dar lo mejor de mí y lograr un buen resultado”.


Hoy, la realidad de Sofía Ramos la obliga a trabajar al doble. Sonríe y se ilusiona con la posibilidad de que sus propios pasos –de manera literal– puedan mejorar su situación y la de sus padres. “Es lo que me gusta y a final de cuentas siento que se me va a recompensar, y me gustaría mejorar mi nivel económico y creo que lo iré haciendo”. Sí, Sofia camina hacia París, sintiendo la grava de las vías del tren en sus pies.

FCM

  • Carlos Cruz
  • carlos.cruz@milenio.com
  • Reportero en La Afición desde marzo del 2006. Egresado de la Licenciatura de Comunicación Social en la Universidad Autónoma Metropolitana. Ha cubierto tres Juegos Olímpicos (Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020).

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