Tiger Woods, el más grande de su generación, ocupó su lugar entre los mejores de todos los tiempos el miércoles por la noche, cuando fue exaltado al Salón de la Fama del golf.
Tras su nombramiento como miembro del recinto, el astro compartió una historia de vida sobre su pasión por jugar y su ética de trabajo. Con esa fórmula, Woods está seguro de que se merece los honores.
No habló de sus 82 torneos ganados en la Gira de la PGA, de sus 15 majors ni de las ocho cirugías a las que se ha sometido en el camino.
En cambio, recordó que sus padres se arriesgaron con una segunda hipoteca que le permitió jugar en el circuito juvenil de California. La voz se le entrecortó cuando mencionó a su padre fallecido, quien le dijo que tendría que ganarse todo lo que deseara.
“Si no sales ahí para trabajar y esforzarte, no vas a obtener los resultados”, recordó Woods, citando a su padre. “Pero en segundo lugar hay algo más importante. Uno no se merece algo. Hay que ganárselo. Eso definió mi crianza y mi carrera”.
Woods fue presentado por Sam, su hija de 14 años, quien dijo que su padre suele predicar ese mismo mensaje ante ella y su hermano Charlie, de 13.
“Entrena duro y lucha fácil”, dijo.
Woods fue la figura más brillante de una generación que incluyó al excomisionado de la Gira de la PGA, Tim Finchem; a la tres veces campeona del Abierto de Estados Unidos, Susie Maxwell Berning, y a la fallecida Marion Hollins, una visionaria que se convirtió en la primera mujer que desarrolló campos reconocidos de golf.
El espectáculo fue acaparado de tal forma por Woods que incluyó tres presentaciones donde se mostraron las siglas GOAT, que en inglés hacen referencia al “mas grande de todos los tiempos”.
Pocos dudaban que Woods se mereciera estar en el Salón de la Fama.
Figuró hace dos años con un grupo de candidatos que fueron presentados uno a la vez junto a una lista de sus logros. La excepción fue el propio Woods. No había necesidad de mencionar lo que ha conseguido, cómo ha influido en el golf y cuál ha sido su impacto par atraer a nuevos aficionados, elevar la audiencia televisiva o aumentar el monto de los premios monetarios.
La bolsa del Players Championship de esta semana es de 20 millones de dólares, y los jugadores participantes están al tanto. La totalidad de los premios era de 3,5 millones en 1997, cuando Woods debutó.
Este año habrá 3,6 millones tan sólo para el ganador.
“Pienso que todos los profesionales tenemos una deuda de gratitud con Tiger, porque este deporte no sería lo que es hoy sin su impacto”, dijo esta semana Patrick Cantlay, quien ganó el premio de 15 millones del año pasado como campeón de la Copa FedEx.
Woods, el primer jugador de herencia negra y asiática en ganar un major en el Masters de 1997, cuando tenía 21 años, habló también de la discriminación que sufrió de joven. Contó una historia, según la cual, asistió a un club para jugar un torneo.
No se le permitió ingresar en la casa club, como a los otros jovencitos, por el color de su piel.
“Así que me negaron el acceso. Está bien. Me puse los zapatos en el estacionamiento. Hice sólo dos preguntas: ¿Dónde está el primer tee y cuál es el récord de campo? No era complicado".
Todos los presentes en las oficinas de la PGA, que puede albergar sólo a unas 500 personas, aplaudieron a rabiar.
MGC