El deporte ha demostrado ser una herramienta útil para la integración social y la formación de valores, además de ser un escaparate para muchos de sus practicantes.
Nadie puede ejemplificar mejor estos ideales que las Vaqueras del Penal de Santa Martha Acatitla, que han encontrado en el football flag -o tochito bandera- una segunda oportunidad para reivindicarse y salir -por lo menos cuatro cuartos- de la realidad en la que viven.
Las internas rara vez llegan a salir del centro femenil de reinserción social, pero cuando lo hacen aprovechan cada instante, aunque siempre bajo vigilancia de elementos de seguridad.
El equipo enfrentó a las Águilas de Balbuena en la final de categoría mayor en la conferencia femenil de Football Americano del Estado de México A.C. (Fademac), donde pese a la insistencia, cayeron 20-6.
No era un partido como cualquier otro. Policías rodeaban el terreno de juego para asegurarse que ninguna pudiera aprovechar este momento para intentar escapar.
"Fue un partido cerrado, en realidad tal vez el marcador no representa lo cerrado que estuvo el encuentro contra las Águilas de Balbuena. Estuvimos a punto de remontar el marcador, no se dio y a veces se gana y a veces se pierde, siempre se van ellas tristes, con la sensación de que pudieron haber ganado, pero en este caso no se dio y lo importante es tener el ánimo para levantarse de esta derrota, entrenar y comprometerse", comentó para La Afición Hazael Ruiz Ortega, subsecretario del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México, quien animó a las chicas pese a la derrota sufrida.
El juego fue dominado casi por completo por el equipo de la colonia Balbuena, con una primera mitad muy cerrada (6-7), aunque fue en el complemento donde las del penal comenzaron a responder, aunque no podían capitalizar en la zona roja.
Poco a poco, las Águilas comenzaron a encontrar espacios y mover las cadenas a placer, hasta que la última anotación sentenció la pizarra y provocó un rostro de decepción entre las jugadoras de Santa Martha Acatitla.
Usualmente, las Vaqueras juegan sus partidos dentro de la penitenciaria, pero en las finales tienen la oportunidad de salir a otra cancha, situación que aprovechan al máximo, ya que además de poder salir de aquellos lúgubres muros por lo menos unas cuantas horas, sus familias demuestran su afecto al asistir a sus cotejos y poner el ambiente en las tribunas.
"El deporte genera grandes cambios de conducta, sus familias siempre van a verlas y a apoyarlas", aseveró Ruiz Ortega.
Pese a la derrota, las Vaqueras trataron de mantener la cara el alto y dieron una muestra de fair play al felicitar a sus rivales y agradecer al público por asistir a esta final de Fademac. Después de todo, han encontrado en el tochito bandera una oportunidad para reivindicarse y desarrollar valores.
"A muchas de ellas (les cambió la vida este deporte) totalmente. Eran personas con conductas conflictivas en el interior, mujeres que presentaban algún tipo o algún grado de adicción, consumo de drogas o alguna conducta negativa como problemas con sus compañeras", contó el subsecretario. "Muchas de ellas se han ido incorporando a actividades positivas, por ejemplo estas actividades deportivas, que combinan con algunas laborales y educativas".
Pero después del silbatazo final y algunas fotografías para el recuerdo, vuelven a su otra vida. El grupo baja de los vestidores y se dirige a su autobús, todo el tiempo resguardado por oficiales. Algunas de las jugadoras no pueden contener las lágrimas porque el momento se ha terminado, pero agradeciendo a los asistentes por el apoyo mostrado. El vehículo abandona el parque y todos se despiden de las Vaqueras, que regresan al penal sin un trofeo entre sus manos, pero sí un recuerdo por un día agridulce y la oportunidad de poder experimentar, por cuatro cuartos, un poco de libertad.
Ahora su objetivo es trabajar duro para la siguiente temporada y aspirar a llegar a una final más para volver a jugar frente a sus seres queridos y ahora sí llevarse el título.
CECH