Ciudad de México 5ª corrida de Temporada. Monumental Plaza de Toros México. La mejor entrada de Temporada. Tarde muy ventosa que inició con sol y terminó con frío.
Juego del ganado de Reyes Huerta, parchado por el 4° y 8° de Jaral de Peñas. 1° áspero e incierto. 2° no pudo verse 3° noble y fijo 4° extraordinario. Bravo, noble y repetidor que recibió arrastre lento 5° nunca humilló 6° de embestida brusca 7° noble de largas embestidas también recibió arrastre lento 8º sin transmisión.
Abrió plaza el confirmante sevillano Pablo Aguado vestido de lapislázuli y oro con cabos en blanco. Pablo estuvo tesonero ante un toro incierto que nunca se entregó. Mató de pinchazo hondo, bajonazo y fallas con el acero corto. Escuchó un aviso. Se retiró entre silbatina. Ante su segundo poco o nada pudo hacer, pues ya la gente estaba cansada y un tanto fastidiada de tan larga tarde. El toro no se prestó para lucir y la gente empezó a abandonar la plaza. Deberá repetir para ver su infinita calidad. Anécdota curiosa: El Juez cambió el tercio cuando Aguado ya había empezado a torear de muleta.
De blanco y pasamanería en negro, se presentó esta temporada el valenciano Enrique Ponce quien tuvo inicio colosal con una tanda por la derecha; posteriormente se desató un ventarrón que le irrumpió su faena. Falló con los aceros. Ante su segundo, no pudo lucir pues el toro nunca bajó la cabeza y no trascendió su faena. Falló de nuevo con los aceros. Se retiró entre fuertes reclamos populares. Se negó rotundamente a regalar un toro.
El hidrocálido Fabián Barba de fresa y oro nunca le encontró la brújula a su primero. El toro era noble y repetidor y él perdió los papeles y se puso a pegar muletazos sin ton ni son. Mató cómo pudo y se retiró entre fuerte abucheo. Ante su segundo, mostró una actuación similar y no conectó con la gente. Fue recriminado mientras toreaba. Volvió a estar fatal con los aceros. En todas las veces que se tiró a matar su muleta voló por los aires.
José Adame rifó el mejor lote. Vestido de marino y oro inició de rodillas con una tanda un tanto atropellada que le llegó mucho a la gente. Adame toreó entre altibajos y decidió abreviar su faena mató de entera que tardó en doblar suficiente para cortar una oreja a “Canónico” de Jaral de Peñas, orgullo de la ganadería mexicana al que merecidamente se le dio arrastre lento. Ante su segundo, un toro que metía la cabeza e iba de largo. Toreó muy a su estilo logrando pegar pases hilados que le llegaron al público. Lo mató de volapié ligeramente tendido para cortar dos orejas y salir hombros entre el clamor popular.