Michael Phelps cambió el traje de baño por los bastones de golf, y aunque su desempeño no lo dejó del todo satisfecho, el multicampeón olímpico salió del campo con una sonrisa sincera.
Con la misma frialdad analítica con la que alguna vez diseccionó sus brazadas, Phelps habló del campo con precisión de técnico.
“Estoy tratando de adentrarme. Cada hoyo te da diferentes desafíos, y para mí no jugué muy bien, pero los greens fueron geniales”, confesó tras finalizar su ronda en El Cardonal, dentro del pro Am del World Wide Technology Championship.
“Si encuentras los sitios correctos en las fairways, tus segundos tiros son mucho más cortos y te dan una recompensa de riesgo. Esta fue mi primera vez jugando aquí, y definitivamente me encantaría volver”.
Y aunque el competidor nato sigue ahí, el Phelps de hoy parece disfrutar más del entorno que del marcador. “Me encanta venir a Cabo. Jugar golf aquí es absolutamente increíble. Estamos aquí dos o tres meses cada año, traemos a la familia y es un momento increíble”.
El hombre que nadó hacia la historia ahora busca el mismo ritmo, pero sobre pasto: con calma, con familia y con una nueva obsesión que también exige precisión, paciencia y cabeza fría.
CIG