Adrián Fernández consumó su sueño en Países Bajos iniciando como mecánico: "Nadie me lo iba a robar"

Segunda parte

Mi estancia en Países Bajos fue un parteaguas muy importante para catapultar mi carrera y triunfar en el deporte que siempre fue mi pasión

Adrián Fernández en Sint Anthonis en Holanda, con la bicicleta que se transportaba al taller (Especial)
Adrián Fernández
Ciudad de México /

Probablemente pasé tres o cuatro horas en la parte trasera del camión que se sintieron eternas, fueron momentos de mucha tensión y preocupación, cualquier ruido que escuchaba pensaba que me habían descubierto, hasta que recibí la señal de que estaba despejado. Y una vez que salí, fue la sensación más increíble.

Cuando por fin llegamos a Holanda, conocí a Henny, que vivía junto a su empresa de camiones en Sint Anthonis. Delante de su casa había un hotelito. Henny me dijo: "Aquí tienes una bicicleta. Te pago la habitación y la comida. Tú no tienes que pagar nada. Pero tienes que trabajar como mecánico en el taller". Pero, obviamente, yo quería correr. Así que le pregunté si tendría la oportunidad de probar o de correr. "Ya veremos’, fue su respuesta. No me dijo mucho. ‘Ya veremos".

Adrián Fernández y su sueño que se convertió en éxito

Al principio, de mecánico

Así que cada día iba de Sint Anthonis al taller en bicicleta, lo que me llevaba como media hora cada vez, para trabajar como mecánico en coches de Fórmula Ford.

Trabajando para Henny siempre me esforzaba al máximo. Y no tenía miedo de hacer un esfuerzo extra. Por ejemplo, Henny tenía un hermoso Mercedes. Un día me enteré de que ese coche iba a estar allí toda la mañana. Así que decidí limpiarlo. Pero soy muy exigente, así que lo limpié como no te puedes imaginar. La salpicadera y todo, lo limpié hasta el más mínimo detalle. Y cuando Henny vio el resultado, se impactó: "Wow, esto parece un coche nuevo. ¿De quién es este trabajo?’. Y entonces los chicos dijeron: ‘Adrián lo hizo’. Hice algo parecido con el taller. Una vez me quedé allí un fin de semana entero para limpiarlo todo. El lunes por la mañana llegaron los chicos y vieron que el taller estaba súper limpio y ordenado. Me preguntaron: ‘¿Quién lo ha hecho?’". Y yo les dije que había sido yo.

El dueño del hotel, Toon Teerling, era un hombre muy agradable y nos volvimos muy amigos. Veía cómo me iba todos los días muy temprano sin desayunar y sin llevarme un lunch. Un día a las siete de la mañana antes de salir con mi bicicleta para ir a trabajar, me sorprendió con un lunch para llevar y me dijo: "aquí tienes, que tengas un gran día". Me pareció un gesto muy especial de su parte. También, algunas noches después de mis labores en el taller cuando no me quedaba muy tarde, me dejaba trabajar detrás de la barra, me enseñó a servir cervezas y al final de la noche limpiaba las mesas para ganarme un dinerito pues no tenía nada y no quería pedir más ayuda a la familia.

Adrián Ferndández, trabajando de mecánico en el taller. (Especial)

Y así fue como conocí a algunos de los clientes que siempre venían al Bar/Restaurante del Hotel donde viví por casi cuatro meses. Los fines de semana cerraban todo, yo era el único ahí, entonces me la pasaba muy solo pues ni hablaba el idioma, solo algunas palabras que aprendí. Un sábado, Toon me invitó a pasar el día con su familia, le conté mi historia y le dije: "Cuando llegue a la grande, vendré a buscarte y te invitare a una de mis carreras". También se lo escribí en una nota. Él no podía creer cómo un chico de México sin dinero y sin hablar el idioma se encontraba en este pueblito holandés trabajando de mecánico y soñando llegar a ser un grande del automovilismo a nivel mundial, pero él entre más me conocía más creía en mí y me decía: "Adrián, tengo un presentimiento que lo vas a lograr". Sus palabras eran de gran aliento para mí, sobre todo cuando realmente todo se veía tan complicado e inalcanzable en todos los sentidos. Aun así, yo siempre me mantuve positivo y creí en lo que estaba haciendo. El amor y la pasión que le tenía al deporte del automovilismo era desmedido. Nadie me iba a robar mi sueño por más que me dijeran ‘NO’.

Un día estaba trabajando en el taller y me di cuenta de que había un Fórmula Ford marca Quest viejo ahí escondido en un rincón. Le pregunté a Henny si había alguna posibilidad de que yo corriera ese coche. Me dijo: "Sí, pero tienes que construirlo en tus horas libres. No puedes usar tu horario normal de trabajo". Así que todos los días me quedaba hasta las doce de la noche o más tarde para trabajar en este coche por mi cuenta. Pero los otros mecánicos se dieron cuenta de lo que hacía y empezaron a ayudarme hacia el final, para que estuviera listo a tiempo para una prueba en el circuito de Zandvoort previo a la carrera del campeonato europeo Benelux.

Adrián Fernández antes de la carrera en Zandvoort, con su coche Quest (Especial)

El viejo auto Quest

Y entonces llegó el día en que pude probar mi viejo auto Quest en Zandvoort. Estuve ayudando a los demás pilotos del equipo con sus coches mientras yo también intentaba trabajar en el mío. Cuando por fin tuve la oportunidad de subirme a mi coche y salir a la pista, los demás no tardaron en decir: "¡Este canijo mexicano es rápido!". Y yo ni siquiera conocía la pista.

Pero entonces un coche de Fórmula Ford 2000 se paró por un problema de motor y había batido la pista con aceite. Toque el aceite y me fui contra el muro, el coche empezó a dar vueltas en el aire. Fue un gran choque y aterricé boca abajo, el roll bar (el tubo que te protege la cabeza) se enterró en la arena y me presionaba la cabeza fuertemente, la gasolina del tanque se escurría en mi uniforme. Me quedé allí cinco minutos.

En aquella época no había comisarios en las pruebas y los coches seguían dando vueltas a la pista, mientras yo me quedaba boca abajo en total pánico, pensé que de ésta no me salvaba. Nadie me ayudaba, hasta que una pareja de fans que estaban mirando la práctica, brincaron la cerca y se acercaron, levantaron el coche lo suficiente para que pudiera arrastrarme. Por favor, ‘no lo suelten’, les gritaba mientras escarbaba la arena para poder escapar. Al salir los abracé y les dije que me habían salvado la vida. Pensé que mi oportunidad de competir se había esfumado. Pero los daños del coche no eran tan graves y Henny dijo: "Solo porque has sido rápido, vamos a arreglarlo". Y los otros mecánicos me ayudaron a reparar el coche.

Adrián Ferndández, abriendo la segunda vuelta y ya liderando, es el 38 (Gerrie Hoekstra/Autosport.NL)

Mi debut en Europa

El fin de semana siguiente fue la gran carrera en Zandvoort, mi debut en Europa. Tenía que clasificar con neumáticos viejos. Le decía a Anton: Vamos, ayúdame, por favor. Tengo muy pocas oportunidades aquí. Estoy solo y únicamente conduzco por mi sueño. Pero Henny tenía que autorizar el uso de neumáticos nuevos y no pude encontrarlo por ningún lado. Clasifiqué decimosexto o algo así de treinta autos. Antes del inicio de la gran carrera conseguí hablar con Henny y me dio permiso para utilizar neumáticos nuevos.

La carrera era en una pista que se estaba secando, después de haber llovido por la noche. Así que las condiciones eran difíciles. Y aunque había dado algunas vueltas, todavía no conocía muy bien la pista. En la parrilla hubo una sorpresa muy agradable. De repente vi mi nombre en una pancarta en las gradas. Resultó que eran los clientes del bar de Sint Anthonis. Todos ellos de la ciudad de Sint Anthonis hicieron el esfuerzo de viajar a Zandvoort solo para verme correr. Que detalle tan especial, se me salían las lágrimas.

Cuando empezó la carrera ya con llantas nuevas, empecé a ganar posiciones inmediatamente. Llegaba a la primera curva, me fui por el exterior y rebasé a cuatro. Y en la siguiente curva rebasé a otros cuatro. Tomaba las trazadas que nadie más tomaba. Cuando todo el mundo iba por la línea interior, yo rebasaba a tres, cuatro, cinco pilotos por el exterior. Y a los dos últimos, los pasé en la última curva. No lo podía creer. ¡Había rebasado a todo el mundo en la primera vuelta!

Adrián Fernández (Cortesía)

Después de todo lo que había pasado, estaba liderando la carrera con un coche marca Quest viejito que nunca jamás había pasado en una carrera del campeonato Benelux. Todos estos pilotos en sus coches Van Diemen, que era el mejor chasis en aquél entonces, debieron de haber pensado: "¿Qué demonios está conduciendo este tipo?". Fui líder hasta dos vueltas antes del final. Me sacó un piloto Holandés, que probablemente no estaba muy contento de que este mexicano liderara la carrera. En la segunda curva me dio un toque, lo que me hizo dar un trompo y chocar.

Así que mi primera carrera internacional en Zandvoort no tuvo un final de cuento de hadas, pero me puse en el punto de mira. Henny no estaba en condiciones de seguir ayudándome en mi carrera. Pero los dueños del Quest habían visto lo que hice en Zandvoort y me pidieron que fuera a Inglaterra a conducir para ellos. Fue un periodo muy importante de mi vida, ya que Henny fue el único que me dio una oportunidad en aquel momento y de lo cual me siento muy agradecido.

Reino Unido y los Hermanos Abed

Después de mi estancia en los Países Bajos, corrí en la Fórmula Ford en el Reino Unido por un par de años más. Trabajé como instructor de carreras en Brands Hatch, seguí trabajando como mecánico por un tiempo, cuidé bebes, tomaba fotos para venderlas, cambiaba llantas, en fin, hice de todo para mantenerme a flote.

Después de la Fórmula Ford, el siguiente paso era la Fórmula 3 y necesitaba 250 mil libras, pero, de nuevo, no conseguía el apoyo. Hice una prueba en Snetterton y fui muy rápido. Me dieron una carrera, pero desafortunadamente no pude arrancar por problemas mecánicos. José Abed (QEPD) me ayudó con esta prueba y al final Pepe fue una de las personas más importantes e influyentes en mi carrera y siempre le estaré agradecido.

En 1990, los hermanos Abed empezaron a organizar un campeonato mexicano de Fórmula 3. Compraron los coches y yo les ayudé trayendo mecánicos de Inglaterra para entrenar a los chicos mexicanos. Competí en los campeonatos 1990 y 1991 de esta categoría, ganando el título en 1991.

Adrián Fernández (Cortesía)

Después me fui a Estados Unidos, donde conseguí tener una larga y exitosa carrera. Sin embargo, mi etapa en los Países Bajos siguió siendo la más difícil, pero también la más divertida de mi carrera, por el enorme desafío al que me enfrenté. Pero no me rendí. Seguí trabajando duro para perseguir mi sueño. Ah, ¿y recuerdas la promesa que le hice a Toon, el dueño del hotel? Tiempo después fui a buscarlo y lo llevé a una de mis carreras como se lo había prometido.

Me acordé mucho de los comienzos de mi carrera ahora que estuve en el Gran Premio de México. Había un periodista Holandés de F1, Erwin Jaeggi, que estaba ansioso por saber todo sobre mi época en Holanda. El artículo que escribió a partir de esa entrevista estaba tan bien hecho y la pasamos tan bien trabajando juntos que ahora vamos a trabajar en un libro sobre mi vida y mi carrera. Porque esta historia sobre mi estancia en los Países Bajos es solo una de las muchas que me gustaría compartir con ustedes.

Frases

“El amor y la pasión que le tenía al deporte del automovilismo era desmedido. Nadie me iba a robar mi sueño por más que me dijeran ‘NO’”

“Los dueños de la fábrica Quest habían visto lo que hice en Zandvoort y me pidieron que fuera a Inglaterra a conducir para ellos. Fue un periodo muy importante de mi vida”

“José Abed (QEPD) me ayudó con esta prueba y al final Pepe fue una de las personas más importantes e influyentes en mi carrera y siempre le estaré agradecido”

Adrián Fernández

Subcampeón de CART FedEx Championship Series

Adrián Fernández (Cortesía)

Cifras

11

Victorias celebró en su carrera en Cart e IndyCart; en esta etapa se subió 25 ocasiones al podio y 4 veces arrancó primero.

158

Puntos contabilizó en la temporada del 2000, en la cual terminó segundo en el campeonato, con el equipo Patrick Racing.

4

Triunfos sumó Adrián en 1992, en la temporada de Indy Lights; también logró 3 pole positions, acabó tercero en el campeonato y fue nombrado Novato del Año.


DAO


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