Pensarlo parecía una utopía, decirlo un sacrilegio, verlo fue una imagen desgarradora para todos los aficionados del futbol, porque no se concebía el día en que Cristiano Ronaldo perdiera ese halo divino que le ha acompañado en la última década, verlo con el peto de suplente en un Mundial, en una ronda eliminatoria... fue un golpe seco, porque el final está cada vez más cerca.
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Las miradas de Qatar las han robado las grandes figuras y Cristiano es una de ellas, el hecho de verlo como suplente fue una imagen que nadie esperaba, más cuando el Mundial de Medio Oriente es el último que jugará el portugués.
Pero Fernando Santos no se ha tocado el corazón, su decisión tiene pinta de ser arriesgada, sabe que habrá miles de cuestionamientos si el plan sale mal, porque es mandar al banco a un hombre que ha dejado un legado en la historia de este deporte.
Sin embargo, hay que verlo para creerlo y contarlo. El día que Cristiano fue suplente Portugal no lo echó de menos, porque el derroche portugués en el campo fue una carretada de goles que encendieron la grada e hicieron ilusionar a sus aficionados, al margen de que guardaban la ilusión por verle calentar, pararse en la raya de cal y entrar de cambio.