Carlos Alcaraz se estrelló este jueves contra Botic van de Zandschulp, número 74 del mundo, y cayó eliminado en la segunda ronda del Abierto de Estados Unidos.
El tenista español perdió en tres sets de forma inapelable ante el neerlandés por 6-1, 7-5 y 6-4 en dos horas y 19 minutos.
Campeón de Roland Garros y Wimbledon este año, además de haber ganado la plata en París 2024, Alcaraz, número 3 de la ATP, no sufría una derrota tan temprana en un Grand Slam desde Wimbledon 2021, cuando también cedió en segunda ronda, siendo hasta hoy su peor resultado en el cuadro principal de un grande.
Fue una noche absolutamente desafortunada, terriblemente dolorosa y llena de impotencia para el murciano, que desde el inicio pareció fuera del partido tanto mentalmente como por su juego.
En cambio, Van de Zandschulp, sin títulos en su carrera (solo dos finales y ambas perdidas en Múnich) y tras perder sus dos precedentes anteriores contra Alcaraz, se regaló un día inolvidable y la victoria más importante de su vida.
Esta inesperada eliminación de Alcaraz en Flushing Meadows llega después de que en el Masters de Cincinnati, su reaparición hace un par de semanas tras los Juegos Olímpicos, perdiera en su estreno ante el francés Gael Monfils, estrellara su raqueta en el suelo (un gesto inaudito en su trayectoria) y asegurara que había sido "el peor partido" de su carrera.
Avisaba Alcaraz justo antes de pisar la pista que el de Países Bajos es un jugador "realmente talentoso" y que debía ser "agresivo" para "dominar el partido".
Tenía la lección aprendida, pero aun así Van de Zandschulp sorprendió con un inicio chispeante, mirando de tú a tú al español y combinando con mucho acierto secas derechas, golpes cortados, dejadas y subidas a la red.
El arranque dejó varios puntos espectaculares al público del Arthur Ashe Stadium pero no le vino nada bien a Alcaraz, que concedió un break en su primer turno al saque y que empezó con deberes y un 3-0 en contra.
El de El Palmar buscaba sensaciones pero Van de Zandschulp se mantenía muy seguro con su saque y, en cambio, a Alcaraz se le empezaban a amontonar los errores no forzados.
Al final llegó otra rotura para el neerlandés, que selló un set brillante y prácticamente perfecto en solo 30 minutos (6-1).
El mejor ejemplo de cómo andaban las cosas para Alcaraz es que no logró ni un solo golpe ganador en toda la primera manga.
Serio entre puntos y precipitado con sus golpes, Alcaraz buscaba a Juan Carlos Ferrero en busca de respuestas cuando mandó una derecha al pasillo que le entregó otro break a Van de Zandschulp (2-1).
"Calmado y positivo, calmado y positivo", le repetía su entrenador y por fin encontró un punto de luz devolviendo la rotura y soltando un "¡vamos!" directo al cielo de la Gran Manzana.
Parecía el momento propicio para la heroica pero no acabó de prender el fuego de la remontada y el partido bajó de pulsaciones sin que el neerlandés diera su brazo al torcer.
Al contrario, fue Alcaraz, apagado y sin rastro de su característico brío, el que volvió a atascarse con varios errores hasta perder su servicio con una doble falta y entregar el segundo set (7-5).
Camino del baño entre sets, Alcaraz se señalaba a la frente mirando a sus preparadores: no estaba mentalmente, su cabeza estaba fuera del partido.
En su box, la escena y los rostros eran los de un funeral. En el Arthur Ashe, los fans miraban desconcertados sin entender qué estaba ocurriendo.
"No dejamos de luchar ni una", pedía Ferrero pero la velada parecía lejísimo de la épica.
Un nuevo break para el 3-2 dejó el camino franco para Van de Zandschulp, pero Alcaraz replicó con otra rotura y mostró una diminuta sonrisa que hizo creer a sus fans.
Como si se hubiera quitado un peso de encima, Alcaraz firmó alguno de sus mejores puntos en ese rato y pidió apoyo a las gradas con la mano en la oreja.
Fue un espejismo en una noche para olvidar para el español.
Van de Zandschulp, imponente y magistral de principio a fin, rompió su saque con un juego en blanco camino de una victoria increíble y Alcaraz, fundido mentalmente, bajó los brazos y dijo adiós a Nueva York pidiendo perdón a los fanáticos antes de perderse por los pasillos del estadio.
RGS