La belga Hanne Vandewinkel confirmó que el talento también puede venir acompañado de temple. En un duelo extraño, de esos que se juegan más con la cabeza que con la raqueta, la tercera sembrada del Querétaro Open presentado por Mexcovery se impuso a la estadounidense Julieta Pareja, actual número uno del ranking juvenil, por 6-4 y 6-1, para instalarse entre las ocho mejores del torneo.
Vandewinkel, campeona la semana pasada en el Abierto de Tampico, entró a la cancha con el pulso temblando: su primer servicio simplemente no quería entrar. Pareja, en cambio, mostraba la frescura de sus 16 años y la soltura de quien no tiene nada que perder… hasta que empezó a perder.
El primer set fue una ruleta. Ocho quiebres en ocho juegos, puntos que parecían escritos en cámara lenta y una secuencia de devoluciones altísimas, como si ambas buscaran tiempo para pensar más que para atacar. El público miraba incrédulo: las dos jugaban bien, pero ninguna lograba sostener su juego.
Hasta que Hanne, en el noveno game, encontró su ritmo, sostuvo su servicio y, de pronto, todo cambió. Pareja, al intentar empatar, mandó un tiro largo tras un peloteo eterno. Esa bola, perdida en el fondo, simbolizó su desconcierto.
En el segundo set, Vandewinkel apretó el paso y la estadounidense se desvaneció. La belga ganó cuatro juegos consecutivos, exhibiendo una consistencia que su rival aún no conoce. Pareja apenas logró rescatar un game, el único consuelo en una tarde que la bajó del pedestal juvenil para recordarle que el tenis profesional es otro idioma.
Vandewinkel terminó el duelo con 66 puntos ganados contra 50, y siete rompimientos en total, reflejo de su lectura táctica y de una paciencia poco común en el circuito.
Julieta Pareja se fue con la mirada baja, pero con una lección que solo se aprende perdiendo. Y Hanne Vandewinkel, con su temple frío y su tenis maduro, sigue escribiendo la historia que muchos ya empezaron a leer entre líneas: la de una jugadora que no solo gana, sino que sabe esperar su momento.
SLJ