A falta de Wimbledon que se disputaría en estas fechas de julio recordamos otra de las tradiciones del tercer Grand Slam del año, el Wimbledon Champions Ball o rebautizado como Wimbledon Champions Dinner. La mejor manera de cerrar dos semanas de competencia el mismo domingo por la noche después de la última final, una ceremonia donde los campeones presumen sus trofeos, dan algunas palabras, cenan entre amigos, organizadores, miembros del All England Club y bailan, aunque contadas veces.
Esta tradición del evento post torneo se ha mantenido desde la época amateur, pero hace un par de décadas comenzó a desaparecer la parte de que ambos campeones bailaran juntos, por lo que el 2015 fue especial cuando Novak Djokovic y Serena Williams bailaron Night Fever de los Bee Gees.
“Es una tradición que estaba un poco olvidada. Estoy muy complacido. Serena es una gran bailarina” comentó después el serbio que fue el de la idea de reintegrar esta particular y divertida actividad durante la cena de campeones.
USA Today reportó que cuando la ceremonia de los campeones se movió a un espacio más pequeño en 1977 el baile en sí desapareció y nunca se implementó de vuelta oficialmente, ahora depende de los tenistas libremente decidir si lo quieren hacer o no. Al año siguiente en 2016 Andy Murray no cedió al baile con Serena Williams que tenía toda la intención “No hay baile para mí hoy a menos que me haya tomado algunas copas de champagne” comentó el británico.
En 2017 la historia es más curiosa, pues Roger Federer fue campeón y Garbiñe Muguruza lo apoyaba en la final ante Marin Cilic ya que quería bailar con Su Majestad “Quiero ver si es tan elegante en su baile como en el tenis” comentó la española. Con una invitación en Twitter tras su octavo título “¿Roger Federer estás listo para bailar?” el suizo contestó “¡Venga campeona!” con una foto de él en su esmoquin. Desafortunadamente no hubo baile, no lo planearon correctamente y no hubo música.
Para 2018 con Nole como campeón una vez más el baile se repitió y se lució en la pista junto a Angelique Kerber y en 2019 fue rechazado por Simona Halep. Incluso en la época de Andre Agassi, él mismo comenta en su libro Open que cuando fue campeón en 1992 tenía todo el deseo de bailar con Steffi Graff, que antes de ser su esposa era su amor platónico desde aquel entonces, pero la alemana no mostró en absoluto interés a una tradición que ya nadie ponía en marcha además de ser sumamente tímida.