Cuando Anett Kontaveit dejó la última pelota del partido en la red, México tuvo que hacer una excepción en su historia. Por primera vez, tuvo que buscar la manera de coronar una reina que nació en Caracas. Garbiñe Muguruza marcó una remontada en el torneo que pisó por primera vez Latinoamérica.
La concentración de Garbiñe la encaminó a la victoria desde que saltó al Estadio Akron de Tenis. Muguruza cosechaba un nivel que hacía recordar a la española que había alzado Roland Garros y Wimbledon, que además llegó a ser número uno del mundo. La experiencia, aunada a una mentalidad en estado de gracia, hicieron el resto.
Muguruza se acercó a su mejor nivel sin tocarlo, pero aún así fue suficiente. El primer quiebre fue para la española pero cedió la ventaja en el siguiente juego. A pesar de ello la determinación estaba ahí; le permitió volver a romper en el tres iguales y una vez más para cerrar el primer set 6-3.
Lejos de ser un partido excelso, repleto de virtudes, habitualmente se encontraba en peloteos donde también mandaba Garbiñe. Anett encontraba uno que otro punto gratis con el servicio pero sufría al llevar la iniciativa ante una jugadora que devolvía casi todo lo que cruzaba la red.
Aunque parte del público pedía un duelo a tres sets repleto de drama, la futura reina no concedió. Amagó después de verse abajo 3-5 y después con Anett Kontaveit sirviendo para el segundo parcial. Los planes de Garbiñe era alimentar su propio drama y su propia remontada, pues luego de estar a un juego de perder el parcial, fue sin escalas a la victoria.
Contrario a lo que entregaron otros escenarios nocturnos, a Muguruza no se le vio alimentarse del público de manera clara. La mayoría de los gritos iban dirigidos a la española, salvo la pequeña armada estoniana que siempre alentó a su jugadora sin importar la pizarra.
El encuentro tuvo la misma tónica de principio a fin. No existieron montañas rusas de emociones, las jugadoras demostraron el deseo de no perder pero también la hambre de ganar. Aunque rara vez el público se levantó del asiento para aplaudir, el duelo entre Garbiñe y Anett fue digno, al menos en las intenciones de ambas.
Después de la victoria anímica que supuso igualar el partido tras haber estado vulnerable, el destino estaba definido. Muguruza eligió la devolución como su momento cumbre para coronarse. Un error más de Anett Kontaveit consumó el hecho.
Garbiñe Muguruza eligió un torneo que fue primero en muchas cosas para saberse maestra por primera vez, o en todo caso, la primera reina que ha tenido México.