Los musgos o briofitas son plantas precursoras que ayudan a la recuperación del ambiente y, al igual que los líquenes, pueden prosperar en las zonas cercanas a las nieves perpetuas de las montañas tropicales más altas o incluso del Ártico.
“Estas pequeñas plantas verdes (miden desde milímetros hasta unos 30 centímetros, aunque algunas alcanzan hasta un metro de largo) son precursoras porque dan inicio a la formación del sustrato donde previamente no había vegetación o había sido erradicada”, explicó Claudio Delgadillo Moya, investigador del Departamento de Botánica del Instituto de Biología de la UNAM.
La pérdida de cubierta vegetal en muchas zonas, el cambio de uso de suelo, la contaminación ambiental y la variación climática son determinantes para la permanencia o reducción del área de distribución de muchas especies.
Tan solo de la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, en la Sierra Chincua de Michoacán, se extrajeron 50 toneladas de peso fresco de briofitas durante una estación de recolección.
“Al colectarse en forma extensiva, las especies utilizadas en la época navideña (Thuidium delicatulum e Hypnum amabile) y en arreglos florales (Leptodontium y Campylopus) tardan años en recuperarse”, advirtió el investigador.
Además de su utilización en nacimientos navideños, decorados naturales o arreglos florales, así como en el empaque de objetos frágiles, podrían ser benéficos para la salud humana, según estudios hechos en países desarrollados, y para la obtención de genes destinados a otras plantas útiles contra bronquitis y timpanitis.
El especialista consideró sustituirlos con materiales que no dañen el ambiente y, como en Japón, desarrollar modelos de cultivo en los que, en vez de césped, se utilizan varias especies para formar jardines completos.
“Se conoce que algunos tienen actividad diurética y hemostática, o son aprovechados en ciertos lugares para aliviar síntomas de bronquitis, timpanitis y cistitis. En laboratorio han probado tener actividad antibiótica en contra de bacterias nocivas para las personas. No obstante, aún no se han identificado sus principios activos ni se sabe cómo producen los compuestos antibióticos”, indicó el investigador.
Con información del Instituto de Biología, UNAM
REPL