Ala concurrencia de procesos epidémicos se le llama “sindemia”. El confinamiento por el covid-19, y la consecuente pérdida de empleos, provocó en México que las mujeres dejaran de lado sus revisiones médicas de rutina, esas que proveían de diagnósticos tempranos en enfermedades como el cáncer. Además, incrementó la carga de cuidados •trabajo no remunerado• para ellas en los hogares, lo que provocó que sufrieran de agotamiento, depresión y ansiedad.
Esta confluencia de malos factores parece que ya pasó, pero dejó secuelas que hoy luchamos por revertir, en un México donde los programas sociales sí llegan a las casas, pero ya no como antes a las manos de las mujeres, quienes se encargaban de llevar los buenos impactos “a su ciclo de vida, a la salud de la niñez y a la salud de las propias mujeres”, señala la doctora Felicia Knaul, directora del Instituto de Estudios Avanzados de las Américas de la Universidad de Miami.
La también fundadora de Tómatelo a Pecho A.C., organización que trabaja contra el cáncer de mama en México, explica que las mujeres interactúan de diferentes formas con la salud, pues “somos consumidoras pero también productoras, y hay una fuerte inversión de las mujeres en trabajos de cuidado no pagados”, y en todas estas áreas las brechas son significativas, debido principalmente a la discriminación y a las violencias que se ejercen en contra de ellas.
¿Cuál es la brecha de la mujer mexicana en el acceso a la salud?
Como consumidoras tenemos más carencias y obstáculos; tenemos capas de discriminación que se superponen, lo que llamamos interseccionalidad, donde la primera desventaja es ser mujer; luego, muchas sufren pobreza, discriminación, violencia….se vuelve una sindemia: son epidemias, una sobre la otra, por eso es importante hablar de la salud de la mujer en particular, por todos los factores que inciden en ella.
Todos tenemos, hombres y mujeres, o personas de cualquier género, que enfrentar la batalla por proteger nuestra salud, pero en este ciclo de inversiones, la mujer sufre una discriminación muy particular por su género.
¿Cuál es el mayor reto en este sentido?
Hay varios padecimientos que aquejan en especial a las mujeres y difieren de la salud del hombre. Pero durante la pandemia toda la presión recayó sobre las mujeres, una vez más, y ese estrés generó depresión y ansiedad. No lo valoramos, no lo tratamos, y es un ejemplo importante de las capas de discriminación y el estigma: cuando juntas el hecho de ser mujer con el estigma de la salud mental que genera la presión de aguantar días completos en el mercado laboral, días completos en la casa y situaciones de cuidados sin el apoyo básico necesario, hay un quiebre.
También los datos de violencia son importantes. En México las cifras dictan que hasta 70 por ciento de las mujeres sufren, han sufrido o sufrirán violencia al menos una vez en su vida. Toda esta violencia afecta a todo el ciclo de vida y la salud. Sabemos que implica un mayor riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, desarrollar cánceres, y la disminución en la capacidad del cuerpo para enfrentar estas enfermedades crónicas no transmisibles.
El ciclo de la violencia y sus costos para México en educación, trabajo, justicia y salud son altísimos.
Imaginemos un México sin violencia. Seríamos un país mucho más productivo.
Hacen falta más políticas públicas que luchen contra la violencia e impulsen la salud.
Tal cual. Debemos hablar, por ejemplo, del programa Prospera-Oportunidades-Progresa, que tuvo diferentes nombres a lo largo de su vida, y era la estrella en programas contra la pobreza a nivel mundial. Tuvo un fuerte impacto en la salud, medido y obvio, y la persona que recibía la transferencia era la mujer. Poner el ingreso en su mano, a la larga, las empoderó y mejoró la salud de la niñez, la salud materna y la salud a lo largo del ciclo de vida de las mujeres.
De repente en México se eliminó este programa y luego vino la pandemia, y a raíz de eso somos la “patita fea”. Porque todos los países de la región, excepto Venezuela, implementaron programas o reforzaron los que tenían, para llevar salud a la mujer.
Los programas asistenciales cambiaron sus reglas en México y los apoyos directos ya no llegan a las jefas de familia, de modo que perdieron el impacto positivo. Y también se retiró el Seguro Popular, que cubría cáncer de cérvix y cáncer de mama.
Se perdieron estos programas para proteger a los más vulnerables y el avance del cáncer de mama es lamentablemente el mejor ejemplo.
Pero el cáncer no es prevenible...
En un país que va en proceso de desarrollo, donde las mujeres sobrevivimos más años con la transición demográfica, esperamos que haya más cáncer y enfermedades no transmisibles, porque vivimos los años suficientes para tener que enfrentar otros obstáculos de salud. La mortalidad prematura es lo que no deberíamos estar viendo; porque en una mujer tratada adecuadamente de cáncer de mama, la tasa de sobrevida es de 99 por ciento. En el tiempo del Seguro Popular, el Incan lograba tasas de sobrevida del nivel de las de EU.
Hoy tenemos una carga importante de detección tardía; entre 60 y 70 por ciento de los casos llegan en fase 3 o 4, o 2 muy avanzada.
¿Las mexicanas dejaron de checarse?
Tenemos actualmente un gran problema con la detección temprana y adecuada y con el acceso a tratamiento. Yo doy conferencias en todo el mundo y es común que las mujeres en todos los países me digan que prefieren no saber que tienen cáncer, porque no tienen acceso al tratamiento, ya sea por falta de recursos o de apoyos. Eso es clave.
En México, antes podía decirles que una vez diagnosticadas podían tener el mismo acceso que yo al tratamiento sin tener que sacar de su bolsillo, a través del sistema completo de IMSS, ISSSTE y Seguro Popular. Hoy la conversación en México es la misma que en Uganda o Bolivia. La diferencia es que tenemos la infraestructura médica para dar esos tratamientos, pero ya no hay protección financiera.
No todo es negativo. Somos víctimas de nuestros éxitos, porque la mortalidad materna ha bajado y las enfermedades transmisibles están en su mayoría bajo control, que en mi opinión no es un mal indicador, pero significa que hoy tenemos un reto diferente e importante para las mujeres y la salud.
jegb