Efigenio Bárcenas, pequeño productor de café orgánico en Ixtlán, Oaxaca, sembró las cinco hectáreas de tierra que posee. Como cada año, invierte el dinero que tiene sin esperar que el clima, la falta de tecnología y el deterioro en las políticas públicas en el campo,lo pueda hacer perder su cosecha este año.
Las acciones subieron 4.8% después de que el grupo anunció que haría un recorte de 15% de su plantilla laboral en Norteamérica y que cerraría siete plantas en todo el mundo para ahorrar 6,000millones de dólares (mdd).
El agricultor de 60 años no sabe qué esperar de este 2020. Afirma que cada año trabaja de sol a sol sin saber si logrará cosechar lo invertido. Así como él, en México hay cientos de pequeños, medianos y grandes productores —principalmente en el sur del país— que se han enfrentado a diversas vicisitudes, desde las naturales hasta la falta de programas y apoyos que hagan que la industria sea rentable y autosustentable.
Si estas vicisitudes ya iban a mermar la producción agrícola este año, la llegada del COVID-19 y su impacto en la moneda mexicana afecta aún más el primer ciclo de producción por aumentos en los precios de fertilizantes o maquinaria, insumos básicos para el sector primario.
Expertos como el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), creen que el Producto Interior Bruto (PIB) de México sufrirá una contracción de 2%, lo que afectará al campo, golpeando además por una crisis climática que propiciará severas sequías en las áreas de cultivo y por ende reducirá la producción en el campo”, dice Bosco dela Vega Valladolid, presidente del CNA.
Las previsiones de la CNA ya estiman mermas en la producción de tres granos básicos antes de la llegada del COVID-19, ya que contemplaban una reducción de3% en maíz, de 9% en trigo y de 22% en frijol. Ahora, la depreciación del peso mexicano intrínseca al avance del virus, lo que complica más la situación.
El 2019 fue un gran año para la industria agroalimentaria, debido a que las exportaciones alcanzaron los 37,843millones de dólares (mdd), un incremento anual de 8.5%, según datos del Banco de México. Sin embargo, la falta de apoyo y un presupuesto austero amenaza el crecimiento del campo este año.“La industria agroalimentaria registra un desarrollo positivo, reflejado en sus diferentes variables como la evolución del Producto Interno Bruto, el empleo, las exportaciones, la balanza comercial y la productividad”, dice De la Vega.
El líder agropecuario detalla que los productos que más progresaron fueron los cultivos perennes, como, aguacate, cacao,copra, guayaba, limón, mango, mandarina,naranja, palma de aceite, plátano, toronja y jitomate, los cuales crecieron 3.2%, de acuerdo con las cifras reportadas por el Servicio de Información Agroalimentariay Pesquera (SIAP).En total, la balanza agropecuaria y agroindustrial registró un superávit de 9,091 mdd.
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La austeridad llega al campo
Más allá de las disparidades entre el norte y sur del país, persiste la falta de recursos por los recortes presupuestales del año pasado, que dejaron al campo mexicano en niveles similares a los de 2008; así como la eliminación de algunos programas y componentes de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), y varios ajustes en las reglas de operaciónde los apoyos que se mantuvieron vigentes.
El presidente del CNA explica que esta reestructuración redujo sustancialmente el apoyo a los medianos y grandes productores, quienes a su vez son los que abastecen hasta en 70% el mercado de la agricultura en el país.
“Logramos mejorar los recursos presupuestales en alrededor de 8,000 millones de pesos (mdp), pero el resultado final fue una reducción de 29.8% en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2020”, dice.
De la Vega Valladolid afirma también que el gobierno federal está desmantelando la agricultura comercial para beneficiar a los pequeños productores, pero los programas que están dirigidos a ellos, llamados “Estratégicos”, también son insuficientes y ocupan un tercio del presupuesto de la dependencia.
Por otro lado, se traspasaron dos programas de LICONSA y uno de DICONSA de la Secretaría del Bienestar a la de Agricultura, “orientados a combatir la pobreza más que al fomento productivo, pero no cuentan con fondos adicionales para su atención, así que demandan cerca de 10% del total de recursos de la SADER”, agrega el líder del CNA.
En lo que va de año, la SADER tendrá que arreglárselas con 47,576 mdp, su menor presupuesto desde 2006, a pesar de que es uno de los sectores que mejores resultados han tenido en los últimos años.
La reducción en el Presupuesto de Egresos elimina todos los instrumentos de política pública que impactan a la agricultura comercial, especialmente a la producción de granos, afirma Gustavo Rojo Plascencia, presidente de laConfederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa (CAADES).
El Dato.9,091 MDD
fue la balanza comercialdel sector agropecuarioel año pasado
Los dos Méxicos
No es un secreto que el país está dividido en dos regiones que contrastan. “Las disparidades entre el norte y el sur persisten y todos necesitan de presupuesto, apoyos y políticas públicas que salven esa asimetría entre las dos regiones que divide al país, porque no solo competimos contra otros agricultores en el país, también lo hacemos con productores de EstadosUnidos (EU) y Canadá”.
Por si la falta de recursos y apoyos fuera poca cosa, los productores al norte del país enfrentan un problema antiguo y difícil de sortear: un clima cada vez más incierto, debido al calentamiento global. La situación demanda “políticas públicas más sustentables y responsables para enfrentar la sequía”, señala GustavoRojo, de la CAADES, quien añade que la tecnología puede ser una alidad de los agricultores para sobrellevar la batalla.
El año anterior, las altas temperaturas que azotaron al país trajeron sequía: “las presas en Sinaloa están a 56%, incluso algunas trabajan por debajo de 50%, una restricción muy importante para los cultivos, donde las superficies de siembra de grano se han reducido en cerca de 100,000 hectáreas”, afirma Rojo.
Mientras, el sur enfrenta sus rezagos, especialmente en materia de inversión tecnológica. Javier Valdés, director general de Syngenta para Latinoamérica Norte y México, afirma que “los productores agrícolas del sur a veces no invierten porque no saben si lloverá y si lograrán cosechar. Tenemos que cambiar esa manera de pensar, hay que invertir en tecnología porque de esa manera habrá menor riesgo de no cosechar”, dice.
En el norte del país, la adopción tecnológica es más alta. “En promedio en México tenemos 3.5 toneladas de rendimiento por hectárea, pero te encuentras que en estados como Oaxaca que tienen dos toneladas por hectáreas, al igual que Chiapas, lo que buscamos es que haya más rendimiento con la ayuda de las tecnologías”, agrega el titular de Syngenta.
Por ello, empresas como Bayer les brindan a pequeños, medianos y grandes productores del país las herramientas para que sus productos sean competitivos y su negocio rentable.
Nery Echeverría, director de ventas de Bayer de México, advierte que se necesita un plan de trabajo que involucrea toda la cadena productiva para que los agricultores tengan acceso a tecnología y financiamiento, así como a mejores condiciones para comercializar sus cosechas, algo que involucra infraestructura de almacenamiento y logística.
El directivo de Bayer coincide con el gobierno mexicano, que este sexenio pretende privilegiar al rezagado sur del país, pues tiene lo que al norte le falta: agua y tierras muy productivas, en las que se podría incrementar la productividad. “Si vamos a ser autosuficientes tenemos que trabajar duro en el sur, que es donde está la mayor oportunidad de crecer”.