La mortalidad materna en México es dolorosamente alta. Cada semana, mueren en promedio 10 mujeres por temas de salud relacionados o agravados por el embarazo, el parto o el puerperio. Algunas de las complicaciones más frecuentes durante la gestación son la preeclampsia y la hemorragia obstétrica, que también representan las principales causas de muerte en este grupo demográfico. Controlar estas complicaciones requiere llevar un buen seguimiento prenatal, recibir atención especializada durante el parto y el seguimiento oportuno en el puerperio, dice Ingrid Andrade, especialista en salud materna de las clínicas Reina Madre.
Estas condiciones de atención a las futuras madres parecen sencillas de cumplir, pero no en un país donde el Sistema de Salud Universal está en construcción, los servicios de salud pública son escasos para un gran porcentaje de la población y 19 por ciento de los mexicanos —con alguna derechohabiencia o no— se atiende con cargo a su bolsillo en consultorios de farmacia, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
El puntual seguimiento del embarazo se vuelve complicado en el país, sobre todo para las mujeres pobres y/o indígenas, que viven en comunidades alejadas y sin servicios. Andrade explica que las embarazadas deberían acudir al menos a cinco consultas a lo largo de las 40 semanas de gestación, ya que es imposible reconocer complicaciones con tan solo una o dos citas. En Reina Madre “buscamos brindar un seguimiento adecuado con citas cada cuatro semanas”, y para lograrlo, las clínicas mantienen costos accesibles para que las mujeres de bajos recursos puedan atenderse. Además de la consulta, el control del embarazo requiere de estudios especializados, como el ultrasonido 11-14, que ayuda a identificar el riesgo de preeclampsia, así como la probabilidad de un parto pretérmino o alguna malformación en el bebé.
“Es común que nuestras pacientes se realicen los seguimientos y los estudios en las clínicas Reina Madre y luego tengan su parto en el sector público; les interesa llevar un buen control y prevenir complicaciones con nosotros”, señala la ginecóloga. Los partos son un tema difícil para todos aquellos que no gozan de una derechohabiencia; tan solo en un hospital de gama media, un parto “natural” —no cesárea— puede costar desde 18 mil 400 hasta 24 mil 200 pesos, más los honorarios médicos, que incluyen al ginecólogo, al anestesiólogo y al neonatólogo, lo que puede hasta duplicar el gasto.
Si bien se puede realizar el parto en el IMSS, aun sin estar afiliado, las madres deben cubrir una cuota de unos 16 mil pesos.
En este sentido, Reina Madre apoya a las futuras mamás con paquetes de maternidad accesibles y con facilidades de pago. En el caso particular de Toluca, donde ofrece consulta la doctora Andrade, se da la atención en su propio hospital. Sin embargo, las otras nueve clínicas tanto del Estado de México como de la Ciudad de México echan mano de otros hospitales privados con los que tienen convenios.
Andrade comenta que la prioridad es disminuir los riesgos de las pacientes con los seguimientos y estudios adecuados. “Si vienen cada mes, como médicos nos quedamos tranquilos, porque la posibilidad de que se complique el embarazo es mínima”.
jegb