El día que su médico la felicitó por considerar que estaba “libre de enfermedad”, Raquel entró en shock igual que ocho meses atrás, cuando le dijeron que su “bolita” en el seno derecho era cancerosa. “Claro que había que festejar”, dice, la noticia era tan buena como un amanecer en la playa luego del huracán; sin embargo, antes de sentirse liberada, la pregunta “¿y si vuelve?” había asaltado su ánimo.
Retomar la vida tras vencer al cáncer de mama es complicado para las sobrevivientes, comenta Esther Sánchez Gamboa, maestra en psicooncología, porque tienen el temor constante de que regresará, al sentir que no estarán más bajo los efectos protectores del tratamiento o que se relajará la vigilancia médica. Este miedo es intenso e incapacitante, al grado de que puede provocar secuelas a largo plazo, como alteraciones en el apetito o el sueño, debido al estrés, con una consecuente caída en la calidad de vida de la mujer.
“Es un miedo muy grande porque ya vivieron la experiencia y conocen los efectos de los tratamientos, además queda este estado latente de peligro ante la posibilidad de que vuelva. Y cuando sucede, el sufrimiento es mayor que la primera vez, porque ya saben lo que viene”, explica Sánchez Gamboa.
Los efectos secundarios duraderos que deja el tratamiento y el daño psicológico —ansiedad, depresión— por el diagnóstico de cáncer de mama generan un estado de estrés agudo que, en algunas ocasiones, deviene en Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), con síntomas similares a los de personas que han vivido acontecimientos como el combate militar, un asalto violento; desastres naturales y otros peligros mortales, según estudios del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés).
el dato8 de cada 10 mujeres sufren trastorno de estrés postraumático
Durante el primer año, tras el diagnostico de cáncer de mama
De acuerdo con un estudio del Hospital Universitario de Munich de 2016, alrededor de 80 por ciento de las mujeres con cáncer de mama acaban enfrentando TEPT en el primer año posterior al diagnóstico; otro estudio, publicado por la revista Cáncer del NIH en 2018, indica que 6 por ciento de las mujeres sobrevivientes todavía luchan con los síntomas físicos y mentales del trastorno cuatro años después del diagnóstico de cáncer.
Es por ello que “desde el diagnóstico, durante el tratamiento y después es necesario contar siempre con ayuda profesional, así como de amigos y familiares para formar redes de apoyo”, señala Sánchez Gamboa. “Y no solo los pacientes, también toda la gente a su alrededor, incluido el equipo médico que muchas veces no lleva bien el peso que significa tener que comunicar el diagnóstico a sus pacientes”.
Es importante cuidar el estado emocional y mental de los pacientes durante todo el proceso, ya que “influye en la respuesta que el cuerpo dará a la enfermedad”, agrega la especialista en psicología oncológica.
Un recuerdo vivo
El malestar psicoemocional en las sobrevivientes de cáncer de mama se alimenta cada día con el recuerdo del tratamiento, especialmente cuando incluyó una mastectomía en cualquier grado (total, radical, solo el tumor tejido circundante o bilateral), y no ha tenido oportunidad de someterse a una reconstrucción mamaria. “Verse al espejo es difícil para ellas, no logran verse de forma natural”, dice la psicóloga Esther Sánchez.
“Para la mujer es muy fuerte saberse sin una mama, o sin las dos. Es una condición que se debe trabajar a nivel psicológico porque una parte de lo que caracteriza a la mujer física, cultural y socialmente son precisamente sus mamas. Vamos, con ellas se amamanta a los hijos”, señala. “Son órganos que nos definen como mujeres, a los que la mujer confiere mucho simbolismo para sentirse bella, sexual, sensual, completa”, agrega Sánchez.
Tras la mastectomía, la mujer experimenta baja autoestima, se le dificulta socializar y salir de casa o hacer su vida normal por miedo a que alguien “afuera” se percate de que algo le falta. Por ello, la reconstrucción mamaria debería incluirse en el plan del tratamiento integral de las pacientes con cáncer de mama, afirma Juan José Ruiz Treviño, cirujano plástico, experto en este procedimiento.
Dado que el tratamiento del cáncer de mama es multidisciplinario e integral, “cuando hay mastectomía, debe incluir reconstrucción”, señala Ruiz Treviño, pues “una mujer que vence al cáncer estará agradecida de recuperar la salud, pero si está mutilada se afectará su calidad de vida”.
El diagnóstico de cáncer “trae consigo pensamientos catastróficos de muerte, tristeza y angustias, y si aparte te ves al espejo y no reconoces tu cuerpo, el impacto es mayor”, agrega Ruiz Treviño. “Nuestra labor como cirujanos en este punto es reconstruir para ayudarle a recuperar su calidad de vida”. No obstante, en México solo 5 por ciento de las mujeres tratadas por cáncer de mama se reconstruyen.
El principal impedimento es el factor económico, sobre todo porque es una parte del tratamiento que los servicios públicos de salud no cubren ni contemplan cubrir. “Es normal en un país como el nuestro, donde 75 por ciento de las personas se atienden en el sector público por falta de recursos; muchas viven tan lejos de los hospitales que no regresan ni a los seguimientos luego del tratamiento. El primer objetivo siempre será erradicar el cáncer”, comenta Ruiz Treviño.
No obstante, el cirujano recomienda buscar la opción de reconstruir la mama para cerrar el ciclo y recuperar la calidad de vida en las pacientes, y mientras más pronto, mejor. “Puede hacerse en cualquier momento, pero lo más recomendable es que sea en la misma oportunidad que la mastectomía, así será más eficiente”, señala.
el datoMás de 30 por ciento de las personas
Sufren síntomas de neuropatía periférica tras la quimioterapia
Muy diferente a un aumento de busto, la reconstrucción implica “inventar algo que no está allí, que debe pasar de ser plano a ser tridimensional y lo más parecida posible a la original”, y al otro seno. Puede hacerse con material protésico, implantes, expansores, los propios tejidos de la paciente o técnicas combinadas, pero mientras más tiempo pase, los tejidos residuales serán menos y habrán perdido por completo la irrigación sanguínea, lo que dificulta lograr un aspecto más natural.
Ante el riesgo de recurrencia
La sobrevivencia en el cáncer de mama exige cambios permanentes en el modo de vida. Para empezar, debe ser más sano e incluir ejercicio físico y hábitos saludables de alimentación y sueño. Además de que los controles médicos deben ser estrictos.
Diversos estudios indican que el cáncer de mama positivo para receptores de estrógeno tiende a generar osteoporosis, de modo que si se experimenta dolor de huesos persistente por varias semanas, hay que avisar al médico. El cáncer negativo para receptores de estrógeno, mucho menos frecuente, tiende a extenderse al hígado, el cerebro o los pulmones, así que el dolor persistente en la parte superior derecha del abdomen, en el pecho, la tos o dolor de cabeza son banderas rojas sobre una posible recidiva.
Así las cosas, debe realizarse un examen de mama cada seis meses en los primeros cinco años y una mamografía al año, a menos que se hayan quitado las mamas. Si hubo reconstrucción con implantes, es necesaria una resonancia magnética (RM) mamaria cada tres años para detectar posibles roturas, a partir del cuarto año desde la colocación del implante.
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