Muchos dirían que el wellness es solo una tendencia, pero a diferencia de otras modas, ésta llegó para quedarse porque, según Dominika Paleta, responde a un vacío social que deriva de la necesidad de tener una mejor calidad de vida.
El vacío es la consecuencia de la ruptura de la relación entre el humano y la naturaleza. Vivimos en un mundo lleno de intereses que se ha encargado de promocionar un estilo de vida que está lejos de ser saludable, y que no es amable con el medio ambiente. Las consecuencias de esas decisiones nos han alejado de nuestras raíces.
“Nosotros venimos de la naturaleza y nos perdimos en el camino, hay que buscar la forma de regresar ahí. Por eso debemos escuchar a nuestro instinto y ser muy honestos con nosotros mismos, porque tenemos un cerebro engañoso y manipulador”, asegura.
El buen vivir tiene que ver con atender todos los aspectos de la vida de una persona; el wellness es algo integral. Tener una buena nutrición es importante, pero también hay que invertir en la tranquilidad mental y en la actividad física.
“Ya está más que probado que la mente, el cuerpo y el espíritu tienen que girar hacia la misma dirección. La mente y cuerpo son interdependientes, y el espíritu ahí los acompaña”.
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Lo que ocultan las etiquetas
La revolución industrial trajo consigo la promesa del progreso y con los años evolucionó al mundo de la inmediatez, donde las personas se dejan consumir por el trabajo y viven con estrés constante, explica Domi, como la llaman sus amigos y familiares.
Con el tiempo estas ideas han permeado un estilo de vida de comida rápida, fácil y barata. La actriz nos explica que los alimentos industrializados han evolucionado más rápido que la biología. “De ahí que haya tantas alergias… Las modificaciones genéticas que se han hecho a los alimentos hacen que el cuerpo no los reconozca y no los pueda decodificar”.
“Si lees una etiqueta y no reconoces los ingredientes, es uno de los primeros indicadores para dudar de la naturalidad y valor nutricional de un producto”, precisa la actriz. También comenta que los alimentos industrializados son altos en azúcares y químicos tóxicos que generan adicción.
“¿Por qué la etiqueta de un jugo dice: rojo 40, sabor artificial, fructosa, dextrosa? ¿por qué no solo dice manzana?... Además no hay que olvidar que en México se padece obesidad y desnutrición infantil, al mismo tiempo.
“Cuando yo le enseño a mis hijas de dónde vienen, por ejemplo, las salchichas, ya no se las vuelven a comer. Por eso la educación desde casa es fundamental para inculcar hábitos saludables”, afirma.
Pequeñas acciones, grandes cambios
La ley de la oferta y la demanda esconde un gran secreto. Si bien los consumidores están sujetos a comprar los productos que distribuyen las empresas, también tiene la posibilidad de modificar lo que ofrece el mercado, al no consumir ciertos alimentos.
En ese sentido, en el camino al bienestar hay que “amar lo desconocido, probar cosas nuevas, apostar por lo local y explotar la gran creatividad de comer saludable”. Y cita el libro Homo Deus de Yuval Noah Harari, uno de los autores favoritos de la actriz: “Las personas suelen tener miedo al cambio porque temen lo desconocido. Pero la única y más grande constante de la historia es que todo cambia”.
El bienestar integral se refiere a la relación que tenemos con nosotros mismos, con el otro y con la naturaleza, asegura. “Voltear a ver a lo ojos a otra persona, sin inmediatamente asumir que son el enemigo, es una manera de aprender a vivir más conectados y amorosamente”.