A través de sus elecciones, millones de consumidores pueden impulsar o detener la transición exitosa de una economía lineal a una circular. De ahí que cada vez más marcas de diversas industrias reconozcan a este importante aliado y tracen acciones que ayudan a sus consumidores a tomar mejores decisiones.
Los jeans de la marca C&A, de la colección Wear the change, han ganado fama mundial por su diseño pero también porque son los más sustentables del mundo. El hilo de esos pantalones —que usualmente es de plástico—está hecho de algodones más resistentes, los remaches de metal se pueden quitar de manera simple y la mezclilla puede degradarse al término de su vida útil. Además, tienen un precio asequible: en México se venden a 699 pesos.
Esto es posible gracias a que la holandesa C&A emplea materiales sustentables en la cadena de suministro, tales como algodón orgánico, viscosa sustentable y 60% menos agua en el proceso de fabricación. Con la colección Wear the change, la empresa puede ofrecer prendas “a precio accesible pero de modo responsable”, dice Kelly Kroger, directora general de C&A en México, sobre esta modalidad de productos que ha impulsado la empresa en los últimos años.
Lo anterior constituye un ejemplo de cómo la economía circular avanza en el mundo, a través de diferentes ramas de actividad como la textil, química y alimenticia. Se trata de un modelo de negocio diferente al concepto lineal —que implica extraer materias primas, generar un producto terminado y luego descartarlo como un residuo—. En el esquema circular los residuos no existen, porque se convierten en la materia prima de un nuevo proceso, propio o de terceros.
Selección de materiales, la clave
Sin embargo, este nuevo modelo de negocio tiene reglas particulares. Javier Ballesteros, director de Negocios de Sustentabilidad de Consultora Valora en México, explica que en la economía circular debe empezarse desde el diseño mismo del producto y la formulación de sus materias primas, así como sus componentes, la manufactura y los empaques en los que van colocados, entre otros aspectos.
Esto, en aras de que en su momento puedan ser recolectados, separados, reciclados y procesados o manufacturados nuevamente, según sea el caso. Es un concepto más complejo que solo reciclar.
En este nuevo paradigma se disminuye el uso de recursos y los volúmenes de residuos y la contaminación ambiental que generan, comenta Jorge Treviño Aguado, director general de Ecología y Compromiso Empresarial (Ecoce), una organización de la que forman parte numerosos embotelladores y usuarios de envases de PET, aluminio, hoja de lata, vidrio, cartón laminado y otros materiales.
Un ejemplo es el plástico PET. De cada tonelada que se recupera, se ahorran 4.4 barriles de petróleo, que es su materia prima inicial, así como gas natural y otros insumos no renovables. Según Ecoce, México recuperó en 2018 un total de 440,000 toneladas de PET.
La economía circular llevada a la práctica constituye un escenario en el que nada se desperdicia, pero en la vida real existen productos que no permiten un mundo sin desechos. Es el caso de empaques multicapas que son imposibles de separar; la ropa con fibras mezcladas —el algodón es fácilmente reciclable, pero si está mezclado con otras fibras es más complejo y costoso apartarlo—, así como las etiquetas de botellas que no vienen pegadas sino pintadas, agrega Javier Ballesteros.
También pasa con los automóviles o con los teléfonos celulares, muchos de los cuales tienen componentes fundidos que son difíciles o costosos de desprender. De modo que la ropa, los alimentos, los electrónicos y los productos de cuidado personal, entre otros, son segmentos que todavía tienen camino por recorrer porque cuentan con mucho valor disponible en productos de corta vida, comenta Javier Ballesteros.
Pero si bien la adopción del modelo de economía circular es deseable, no existen fórmulas únicas, depende de cada rama industrial y de cada empresa identificar los procesos de su cadena de valor que pueden mejorar, coinciden los especialistas consultados.
Lo importante es que las empresas comprendan que la disponibilidad de los recursos naturales y de las materias primas en las economías donde operan constituye un riesgo para sus operaciones que deben “tener en el radar”, así como los cambios en las regulaciones ambientales, advierten Juan Carlos Reséndiz, socio de Asesoría en Gobierno Corporativo y Gestión de Riesgos, y Fernando López, gerente senior de la misma división, de la consultora KPMG en México.
Por ejemplo, empresas como las refresqueras o de plásticos son sensibles al abasto de agua y de petróleo, por lo que una posible escasez de dichos recursos constituye un riesgo. Sin embargo, un modelo como la economía circular les puede ayudar a identificar oportunidades para ahorrar materias primas y reducir costos.
Asimismo, el modelo circular permite anticiparse o responder oportunamente a los cambios regulatorios de los países, como ha sucedido recientemente en México con las prohibiciones del uso de popotes, lo que tomó por sorpresa a los fabricantes de plásticos. “Si no estás al tanto de eso y no te reconfiguras hacia esos cambios y tendencias, el negocio, en el mejor de los escenarios, reducirá sus márgenes de manera considerable, y en el peor va a desaparecer”, advierten Reséndiz y López.
La revolución del PET
En México existen ejemplos de empresas que comienzan a adoptar esta tendencia. PetStar es una iniciativa de Industria mexicana de Coca-Cola que —con ocho plantas de acopio, una de Valorización de Subproductos y una de Reciclado de PET— hace un esfuerzo por reutilizar al máximo posible el plástico que utiliza para sus botellas de refresco.
El modelo consiste en recuperar y monetizar al 100% el envase, es decir, la botella misma, que es aplastada o compactada. El PET “se recolecta y acopia y, una vez en poder del convertidor, la resina reciclada se entrega en una mezcla de resina virgen y reciclada, a diferentes porcentajes de acuerdo las necesidades”, comenta Jaime Cámara, CEO y fundador de PetStar.
Si bien la Planta de Reciclado de la empresa —ubicada en Toluca, Estado de México—tiene el objetivo de reducir la huella ambiental de la industria refresquera, la empresa ha tenido que encontrar un punto de equilibrio que le permita operar de manera redituable, esto es, que la resina tenga un precio-costo competitivo con la resina virgen, porque de otra manera no habría un incentivo para que las embotelladores la compren y utilicen.
Pero igual que en la industria textilvestido, el círculo no estaría completo sin la ayuda del consumidor. En este sentido, Jaime Cámara convoca a la participación de la sociedad en aras de que tome conciencia sobre la reutilización de las botellas, para lo cual existen 10,000 puntos de acopio en el país. El PET “es un residuo que tiene valor y no es basura. Hoy se recupera 60% de los envases de refresco y agua”, comenta el empresario.
Consumo y reputación Los esfuerzos por adoptar la economía circular tienen una recompensa. PetStar, la planta de reciclaje de PET grado alimenticio más grande del mundo, obtuvo la certificación Cradle to Cradle (C2C) por su resina reciclada de PET grado alimenticio (PetStar Reborn).
Se trata de la primera resina reciclada de PET en el mundo en certificarse luego de lograr el puntaje en cinco categorías relacionadas con salud, ambiente, economía circular, energía renovable, uso responsable de agua y valor social. Asimismo, C&A ha sido reconocida por los jeans mencionados al inicio de este artículo —que también se fabrican en México—con el sello C2C, que certifica no solo la calidad del material sino también de toda la cadena de valor.
Para alcanzar este resultado, la marca de ropa contó con el apoyo de la empresa Fashion for Good, cuya asesoría le permitió desarrollar una benéfica cadena productiva sustentable.
Así, la ganancia es doble. Estos reconocimientos son una garantía a los clientes exigentes que buscan en el mercado productos más amigables con el medio ambiente, mientras que las empresas cumplen con las normas ambientales y, al mismo tiempo, fortalecen su reputación como compañías sustentables, coinciden los expertos consultados.
Iniciativas con creatividad
La economía circular es una nueva forma de entender los negocios. Ahora el objetivo ya no es vender un producto, sino darle valor al cliente, ya sea al alquilarle el producto, repararlo, manufacturarlo o reponerlo o con cualquier otro esquema, refiere Javier Ballesteros. La Unión Europea lleva la delantera al impulsar la economía circular no solo en el discurso sino con reglas precisas.
Tan solo en mayo de 2018, el bloque emitió una normativa para la gestión de residuos y reciclado que es jurídicamente vinculante. Los países miembros deberán alcanzar en 2025 una meta de 55% en el reciclaje o reutilización de los residuos municipales y de 50% en el reciclado de envases de plástico, entre otras exigencias.
De conformidad con estas regulaciones, la alemana Henkel —fabricante de productos como el detergente Persil y los jabones Dial— se comprometió a que 100% de sus empaques tendrán que ser reciclables, reutilizables o compostables hacia 2025, en tanto que en esa misma fecha, 35% de sus productos de consumo a la venta en el mercado europeo tendrán plástico reciclado.
Para lograrlo, la multinacional informó el año pasado que trabajará en tres vías: utilizará componentes sustentables en el envase de los productos, los cuales incluyen cartón y papel, además de plásticos reciclados; diseñará envases más inteligentes, al tiempo que se esforzará por garantizar que los recipientes sean biodegradables, que se puedan emplear a través de centros de recarga de los mismos productos o que se reciclen para la fabricación de otros bienes.
En México existen casos alentadores como la empresa Marcos & Marcos, cuyo negocio consiste en reciclar el Poliestireno Expandido (EPS) o unicel en la producción de marcos para pinturas, espejos o fotografías. La empresa posee una planta de reciclaje donde se realiza desde el acopio de la materia prima, hasta labores de moldeado, decorado y empacado del producto final.
Asimismo, Grupo Modelo ha emprendido diversas acciones de sustentabilidad como la venta de cerveza en conciertos y actividades públicas en vasos biodegradables —de fécula de maíz—, así como el programa piloto consistente en utilizar aros de cartón biodegradable para los six pack de cervezas de lata, en sustitución de los conocidos aros de plástico. Esta última iniciativa, de la mano de la organización Parley for the Oceans.