EL GUSTO DE FORMAR LECTORES
María Claudia López
María Claudia López lleva 30 años como voceadora de la capital mexicana, una actividad que forma parte de su vida desde que nació. Fue su abuelo quien tomó la decisión de comprar un puesto de periódicos para mantener a su familia y darle a sus hijos educación; su padre heredó el gusto por el oficio y fue él quien les enseñó a María y a su hermano esta noble profesión.
Tiene su puesto de periódicos en Lago Bolsena y Lago Chiem, colonia Modelo Pensil en CDMX; el oficio de su familia le permitió desarrollarse como secretaría ejecutiva y contar con un segundo ingreso para mantener a su familia. “Nací entre periódicos. Mis padres nos sacaron adelante con esta noble profesión, nos dieron estudios, todo lo sacaron de aquí”, cuenta López.
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María Claudia dice que el internet y los dispositivos móviles han mermado las ganancias de los voceadores y les han arrebatado muchos clientes, pero confía en que el diario tradicional nunca desaparecerá, pues es un formador de lectores. “La verdad nunca he pensado en dedicarme a otra cosa; la venta ha disminuido, pero no nos damos por vencidos, porque el periódico también es cultura”, dice.
A los voceadores jóvenes, López les recomienda vender también libros, revistas y artículos de colección, para que incrementen sus ganancias y puedan estar orgullosos de contribuir a la difusión de la cultura y del acontecer nacional.
Ella dice
“La verdad nunca he pensado en dedicarme a otra cosa; la venta ha disminuido, pero no nos damos por vencidos porque el periódico también es cultura”
UNA FUENTE DE ALEGRÍAS
Esteban Armando Medellín
Recién egresado de la Facultad de Derecho, Esteban Armando Medellín inició como voceador en 2019 en la ruta de San Nicolás, en Nuevo León. Inicialmente era una trabajo ocasional, debido a que en ese momento cursaba el segundo semestre de la carrera, dice, pero la flexibilidad de tiempo que le ofrecía este oficio le permitió trabajar por las mañanas y estudiar por las tardes durante toda la licenciatura.
Actualmente ya no labora como voceador, pero le pasó la estafeta a su hermano menor, Andrés, quien lleva tres años laborando y también lo combina con sus estudios. “Es un trabajo muy recomendable para los estudiantes, ya que les permite hacer experiencia y aprender a tratar con miles de personas, además de ayudar con los gastos de la escuela”, explica Armando.
El día de un voceador es largo; comienza muy temprano, cuando recoge los periódicos en el expendio y después llega al puesto donde limpia y acomoda las publicaciones.
ÉL DICE
“Es un trabajo muy recomendable para los estudiantes, ya que les permite hacer experiencia y aprender a tratar con miles de personas, además de ayudar con los gastos ”
Todos los días, Andrés vocea el nombre de Milenio y vende sus ejemplares. “Lo más bonito de este oficio es que llevamos buenas noticias, llevamos muchas alegrías y ayudamos a la gente que sale y nos compra; le damos los buenos días y le ponemos atención porque también la labor del voceador es saber escuchar. La gente llega y te platica; entonces, ese trabajo nos toca a todos. Somos como psicólogos”, dice Andrés.
MÁS VIGENTES QUE NUNCA
Antonia Aguilar González
Originaria de Cuajimalpa, en la Ciudad de México, Antonia Aguilar González, inició como voceadora de Milenio tras su divorcio. Fue su hija quien la convenció de vender periódicos, algo que le fue sencillo por su carisma con la gente. “Desde que inicié siempre vendí todos mis diarios, incluso más de los que me correspondía”, dice.
Eso no ha cambiado, a pesar de la baja en ventas ahora que las personas se informan más por internet. “La tecnología ha traído repercusiones en la forma en que se generan y distribuyen las noticias, pero la venta de periódicos nunca se va a acabar. Mucha gente los busca todavía y los voceadores seguimos más vigentes que nunca”, dice.
ELLA DICE
“La tecnología ha traído repercusiones en la forma en que se generan y distribuyen las noticias, pero la venta de periódicos nunca se va a acabar, mucha gente los busca”
Este trabajo le ha permitido mantener a su hija y cuidarla, pues solo trabaja de 7 de la mañana al mediodía. “Tengo toda la tarde para hacer las labores del hogar, incluso contar con otro empleo de medio tiempo. Todo sacrificio tiene una remuneración, por eso hay que echarle ganas, si no, no hay ganancias”, señala y asegura que lo que más ama de su trabajo es conocer a mucha gente diferente y estar en la calle.
Doña Antonia recuerda los momentos críticos de la pandemia, que golpeó fuerte al sector, tanto en lo laboral como en lo personal. “Muchos de los que se dedican a la venta de periódicos son de la tercera edad, pero la ayuda de Milenio nos permitió a todos refugiarnos en casa y mantener nuestro trabajo”, cuenta.
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