Eugenia Debayle: su vida después del coma

CHIC CDMX

Platicamos con la fundadora de The Beauty Effect sobre la decisión que tomó de replantear su vida, poner en pausa su carrera, casarse y planear nuevos proyectos.

En mayo de 2016, tras perder a su bebé, fue hospitalizada y tuvieron que inducir un coma para salvar su vida (FOTOS: Jaime Martín).
Aracely Garza
Ciudad de México /

Una mujer empoderada tiene poder de decisión, la capacidad y la libertad de elegir, de ver por ella, su bienestar y su felicidad. Es primordial poder elegir porque, sin importar cuál sea su decisión, así tiene el control de su vida. Tiene voz, no es una víctima y enfrenta lo que le llega con mucha valentía y coraje.

Eugenia Debayle eligió que para este 2020 tomaría las riendas de su existencia hacia otra dirección y tomó la decisión de casarse, poner en pausa su vida profesional y planear nuevos proyectos. En mayo de 2016, tras perder a su bebé, fue hospitalizada y un paro cardiaco hizo que le tuvieran que inducir un coma para salvar su vida.

 Estuvo 20 días en este estado, durante los cuales casi pierde una pierna y estuvo a punto de quedar con ciertas partes de su cuerpo paralizadas. Pero la historia fue otra y Eugenia regresó sana a su casa, aunque con ciertas secuelas en su salud, de las que poco a poco se recuperó. 

Volvió a su oficina en Polanco, la que comparte con su hermana Martha Debayle, y con el tiempo tomó la decisión de hacer las paces con lo que le pasó, aunque eso también le implicó, al pasar el tiempo, preguntarse si su trabajo la hacía realmente feliz y cuál querría que fuera su propósito de vida. En ese momento, que ocurrió a finales del año pasado, tuvo que tomar una decisión. 


Como había pospuesto su boda con Servio Tulio Acuña, su novio desde hace ocho años, eligió casarse este 2020 (firmó el 29 de febrero en una espectacular boda en Palacio Metropolitano ante 250 invitados), puso en pausa su carrera de forma momentánea (aunque The Beauty Effect continúa) y planea la próxima gran aventura de su vida: su propia línea de belleza. 

Estuvimos con ella en su casa, una semana antes de su boda, y nos encontramos a una Eugenia feliz y emocionada por el siguiente capítulo de su vida.

Decidiste tomarte una pausa de The Beauty Effect y te casas… ¿qué sigue para ti?

 Me quiero enfocar en estar feliz y en estar bien. Ahorita con The Beauty Effect vamos muy bien, queremos hacer muchas cosas, extensiones de marca, explorar esa parte y ampliarla. En estos meses me puse en pausa yo para organizar la boda y es que… ¿te digo algo? No había tenido tiempo, desde lo que me pasó, de realmente tomar un descanso. Y en diciembre me dije: “Tengo que hacer una pausa”. Que no es un sabático, pero sí de estar en tranquilidad.

Desde el año pasado me platicabas que quieres lanzar tu propia línea de skin care… 

Ese es otro proyecto que tengo guardado. Estoy trabajando con una química y dermatóloga y estamos empezando a ver la formulación de cómo sería la línea. Lo hemos platicado mucho, me fascina la belleza, que es a lo que me dedico, y en particular el tema de la piel. Creo que hace mucha lógica hablar de piel porque me la cuido, investigo formulaciones, leo mucho y me gusta la parte de hacer cremas y sueros para esta línea que, para 2021, ya la podremos estar viendo.

¿Qué pasó para que tomaras este 2020 todas estas decisiones juntas?

 Ya traía esa conversación interna. Quería replantearme mi vida y, a fin de año, dije: “Quiero planear bien mi boda y quiero tener tiempo para mí por primera vez”. Llevo trabajando muchos años, no nada más en The Beauty Effect, antes trabajé en una disquera. Nunca me había tomado una pausa. Y luego pasó mi enfermedad y tampoco me tomé un descanso. Salí del hospital y al mes estaba yendo a la oficina con una férula. Creo que todo esto me disparó muchas cosas internas para reflexionar. Cuando te pasa algo así, que de verdad conoces la muerte, sí te replanteas todo. 

De repente un día que estaba en la oficina, ya sin mi férula, me dije: “¿Realmente lo que estoy haciendo me gusta?”... Cosas que uno no suele preguntarse. Porque vas avanzado en la vida casi corriendo, entonces, en verdad estaba haciendo de mi vida lo que yo quería? Si, hoy, otra vez me dicen que me voy a morir, ¿estoy viviendo mi vida como yo quiero? Y no tuve una respuesta inmediata. Tampoco me quise acelerar, sabía que tenía que darle tiempo y en mi camino ir descubriendo qué es lo que quiero hacer. 

¿Cómo fue apareciendo poco a poco la respuesta? 

En The Beauty Effect comencé a hablar mucho de belleza interna, a plasmar un poco lo que me había pasado, luego salió mi libro que fue otra manera de hacer catarsis. Todas estas cosas que estaba haciendo, a su vez, eran preguntas que yo me hacía. 

Cuando llegó fin de año me di cuenta de que no me había tomado siquiera el tiempo de recuperarme como lo quería hacer. Había días en los que tenía que tomar cinco terapias diarias y a veces me saltaba dos porque tenía que hacer algo de la oficina. Me acuerdo que un día llegué a la oficina y me dije: “¡No! Es que ahorita mi chamba no está en la oficina, mi chamba es hacer mis terapias”. Pero estaba en ese conflicto.

¿Y cómo lo resolviste?

 Era esta cosa dual en la que decía que, por un lado, tenía que cumplir con el trabajo, pero también tenía que cumplir conmigo. Eso me provocó muchas crisis y me conflictuó. Entonces, a finales de año, le dije a mi hermana Martha (Debayle): “Quiero tomarme una pausa. Quiero replantearme el qué hacer con mi negocio”. Y me dijo: “Tómatela. Y por lo menos tómate estos meses para planear tu boda, para hacer tus terapias bien, ¡hasta para hacerte si quieres un facial!”. Porque ni tiempo para eso y la vida te va dando respuestas.

¿Cómo te sientes de casarte tras tantos años comprometida como consecuencia de lo que te pasó?

 Yo me comprometí ocho meses antes de que sucediera mi accidente. Ya me había comprado mi vestido en Nueva York y este suceso interrumpió todos mis planes. Mi vestido se quedó colgado en el clóset y tuve que poner pausa a eso y a todo. Salí del hospital a los tres meses, empecé con las terapias y ¿te digo algo? Me pude haber casado en ese momento. Pero no me quería casar así. Quería hacerlo con mis facultades físicas íntegras, sabiendo que podía caminar, con mi fuerza emocional. Aparte, creo que nos estamos casando ya grandes, yo tengo 48 años y él 49. 

Entonces para mí esta boda es una celebración a la vida y el honrar cómo me dio esta oportunidad de estar aquí. Queremos honrar eso porque estoy bien, estoy sana y Servio estuvo conmigo todo este tiempo. Es celebrar que estamos juntos y que todo esto que sucedió, este reto, a fin de cuentas lo superé. Se convirtió en un éxito en mi vida.

¿Confiaste en esa pausa que ahora estás tomando? ¿No te dio miedo? 

Los cambios en general dan mucho miedo. Pero luego me di cuenta de que en mi vida los límites me los había puesto yo. Límites imaginarios. Creo que eso viene muy bien para hablar de esa parte del empoderamiento.

 El empoderamiento no es esta mujer que tiene un puestazo, que es ejecutiva, que tiene dinero. Yo creo que más bien es algo tan interno, que no necesariamente tiene que ver con una carrera profesional. Tú puedes ser un ama de casa muy empoderada. Pero siento que es una decisión y un trabajo interno grandes. De realmente decir: “¿Así quiero vivir mi vida?” ¿Y sabes qué? Empodera el hecho de decir: soy ama de casa porque quiero serlo o sea cual sea la decisión que cada mujer tome.

¿En el tomar una decisión está el empoderamiento? 

Es que hace 40 o 50 años podía ser mal visto por la sociedad que una mujer tuviera que trabajar. Que ahora es mal visto, silenciosamente si quieres, que una mujer se dedique al hogar. O sea ahora se invirtió. ¿Por? Realmente si una mujer decide dedicarse a sus hijos y a cocinar, perdón que lo diga, pero es muy respetable. 

Realmente creo que eso es el empoderamiento: tener ese poder interno de decidir qué quieres hacer con tu vida y que te valga lo que te diga el resto del mundo. Y se necesita tener mucho coraje para eso. Porque yo de ser una chava que trabajaba todos los días, ahora me estoy tomando una pausa.


Ella dice

“ES MI PRIMERA BODA. YO CREO QUE SI ESO HUBIERA PASADO
HACE CUATRO DÉCADAS, LA GENTE HUBIERA LLORADO POR MÍ.
PERO FUE MI DECISIÓN, ESO ES PODER”

De ser casi workaholic, ¿cómo te sentiste en tus primeros días en casa? 

Los primeros días fueron de ¿quién soy yo si no estoy yendo a la oficina? ¡Es bien cañón! Cómo te sientes identificada con las cosas que, según tú, definen tu vida. Fueron muchos conflictos de identidad los que me empezaron a dar. Entonces Servio me dijo: “A ver, Eugenia, se te está olvidando el plan. 

El plan es que nos vamos a dedicar a planear la boda, nos vamos a ir a la luna de miel, y al regreso vemos qué onda”. Esto me ha hecho mucho bien para darme cuenta de que nada de esto me define. Ahora me toca descubrir qué quiero hacer y no nada más en el plan laboral, sino de ¿qué quiero hacer con mi vida? ¿Cuál es el próximo capítulo que me toca?

Escribir Un día negro, donde cuentas todo lo que te pasó, ¿te ayudó a tomar la decisión de replantearte la forma en la que estabas viviendo?

 El libro me ayudó a cerrar ese capítulo de todo lo que venía viviendo. Fueron tres años terribles. Lo mandé a la editorial y tres semanas después yo estaba muy bien. Me di cuenta de que había sido porque yo, a través del libro, había podido ordenar todo, ponerlo en su lugar, verlo desde afuera, y resultó terapéutico. Me sanó, ya cerré ese capítulo y estoy empezando a ver cuál es el nuevo. Que, además, siento que va a ser un gran capítulo, estoy muy emocionada.

¿Qué significa para ti ser dueña de tus decisiones? 

Es algo que me hace sentir con mucha fuerza, me hace reconocer que tengo un poder y que todos lo tenemos. Asusta también saber que tú estás decidiendo por tu vida, porque a veces puedes pensar que son tus papás, el esposo, etcétera. Me da miedo, pero a la vez me ha dado mucha libertad. Me siento muy libre. Me ha fascinado sentir que la vida no tiene un límite.


¿Y cómo te sientes en este momento? 

Más joven que nunca. Me sentía grande cuando pasó mi accidente y, además, muy debilitada. Me siento con muchas ganas de ver qué es lo que voy a hacer de mi vida. Esa pregunta me tiene muy emocionada. Empezar un nuevo proyecto no tiene que ver con la edad, que creo que las mujeres ya estamos cambiando un poco el chip en eso. 

Hace muchos años se pensaba que la vida profesional de una mujer estaba acabada al llegar a sus 50. Hoy nos damos cuenta de la cantidad de mujeres que están emprendiendo cosas nuevas a esa edad. ¡Oye! Yo me estoy casando a los 48 años. Es mi primera boda (ríe). Yo creo que si eso hubiera pasado hace cuatro décadas, la gente hubiera llorado por mí. Pero fue mi decisión, eso es poder.

Esa adversidad te empoderó… 

Es que realmente me di cuenta de ese reto tan cañón que superé de inconscientemente vencer la muerte, de despertar del coma, de no quedar en estado vegetal. Creo que parte de eso fue mi voluntad y me enseñó que si puedo lograr eso, puedo lograr todo. Y sigo teniendo miedos, pero entonces recuerdo eso y digo: “Es que si pude enfrentar todo eso que me pasó, puedo enfrentar lo que sea”. No te puedes imaginar cómo fue, porque nadie vio cómo regresé del hospital. Si salí de ese lío, de estar tan mal, cómo me puede dar miedo el empezar mi línea de skin. ¡Y salí como una campeona! Eso me empodera.

También fue una decisión el que hicieras las paces con lo que te pasó… Jamás dije: “¿Por qué a mí? Pero sí estaba muy enojada. No sé con quién. Sentía que me habían robado mi fuerza interna, mis facultades, todo. Que me había quedado sin nada. Fue un trancazo muy cañón. Algo de mí se murió, era una Eugenia que ya no servía, y me dolía porque es muy fuerte dejar morir algo. La dejé ir y le hice lugar a la nueva. Es una metáfora, claro, pero era dejar ir todas las cosas que me quitaban el sueño. Decidí hacer las paces.

¿Cómo lidias con la parte no tan padre de tomar decisiones? 

O sea las consecuencias. En mi vida han pasado cosas que me he dicho: “¿Por qué estoy en este lugar? ¿Por qué ahora?” Y un día me dijo mi hermana: “Todo lo que tienes, toda tu vida, ha sido por decisiones que en ese momento pensaste que eran las correctas”. Ahí me di cuenta de que mi vida hasta hoy es el resultado de las decisiones que he tomado, buenas o malas, pero que en ese momento las tomé pensando que hacía lo correcto. 

Entonces ya no me da miedo tomarlas. Si luego me equivoqué, pues me equivoqué. Pero era la decisión que tenía que tomar en ese momento. Y tomar la decisión es hacer a un lado la cobardía.

Así fue su boda 

Eugenia Debayle y Servio Tulio Acuña se casaron el 29 de febrero en el Palacio Metropolitano tras ocho años de novios.




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