Las grandes tecnológicas se están volcando a la energía nuclear. La semana pasada, Amazon acordó con las empresas de servicios públicos del estado de Washington apoyar el desarrollo de cuatro reactores modulares pequeños de próxima generación, con un acuerdo similar en Virginia, y adquirió una participación en X-energy, un desarrollador de reactores modulares pequeños. Por su parte, Google acordó comprar energía de los reactores modulares pequeños que construirá una empresa emergente, Kairos Power. Y el mes pasado, Microsoft firmó un acuerdo de compra de energía por 20 años que implica que Constellation Energy reabra una unidad en la planta de Three Mile Island en Pensilvania, que cerró en 2019.
La carrera de la industria tecnológica hacia el uso de energía nuclear refleja en parte el despegue de la inteligencia artificial (IA), que consume mucha energía; una consulta de IA consume hasta diez veces más energía que unabúsqueda estándar en Google.
Goldman Sachs calcula que la demanda de energía de los centros de datos crecerá 160 por ciento para 2030. En Estados Unidos, se prevé que las necesidades de datos, sumadas a la electrificación del transporte y una recuperación de la industria impulsada por el re-shoring, al menos duplicarán el crecimiento de la demanda de electricidad en la próxima década.
En Europa, el mismo banco estima que la demanda de energía crecerá 40 por ciento entre 2023 y 2033. La Agencia Internacional de Energía declaró la semana pasada que, tras la era del carbón y la era del petróleo, el mundo estaba entrando en la era de la electricidad.
Las empresas tecnológicas saben que para construir centros de datos en países como Estados Unidos tendrán que generar gran parte de su propia energía. Sus compromisos de cero emisiones netas exigen que las fuentes sean ecológicas y renovables, y ya han invertido mucho en energía eólica y solar. Ampliar sus carteras a la energía nuclear es comprensible, aunque es una apuesta arriesgada.
En principio, la energía nuclear tiene un fuerte potencial para ser parte de la solución climática: genera bajas emisiones de carbono, produce mucha energía durante décadas y no fallará como lo hace el viento o la luz solar. El problema es que las grandes plantas son extremadamente costosas y construirlas requiere de mucho tiempo.
Los reactores SMR (de hasta 300 MW, en comparación con los mil MW de las grandes plantas nucleares) ofrecen una alternativa más barata y rápida. En gran medida prefabricados según diseños estandarizados, su pequeño tamaño significa que pueden instalarse cerca de donde se necesita energía y en sitios como antiguas plantas de carbón ya conectadas a la red, al menos en teoría.
EL DATO...10 veces más energía
Consume una consulta de inteligencia artificial que una búsqueda estándar en Google
Pero es posible que deban afrontar costos similares a los de las unidades grandes para que los reguladores aprueben sus diseños, en un sector en el que la seguridad es primordial. Podrían desviar inversiones críticas de sistemas de energía solar, eólica y de baterías de eficacia probada, mientras los SMR no están probados. Basándose en los tres proyectos de estilo SMR en funcionamiento y otro en construcción, el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero los califica de “demasiado caros, lentos y arriesgados”.
La incorporación del poder financiero y el talento innovador de las grandes tecnológicas. puede ayudar al desarrollo de los reactores nucleares pequeños y acelerar la transición de un desarrollo nuclear financiado y dirigido en gran medida por el gobierno a una financiación e iniciativa privadas (véase lo que ha hecho Elon Musk con la economía espacial). Pero encontrar formas de reabrir o prolongar la vida útil de las centrales nucleares existentes podría resultar más factible; además, de Three Mile Island, se está volviendo a poner en funcionamiento una planta en Michigan.
De cualquier modo, el aumento constante en la demanda de datos impulsados por IA , incluso antes de 2030, significa que las grandes tecnológicas probablemente tendrán que invertir aún más en energía eólica y solar. En medio de la competencia por los recursos, los reguladores tendrán que asegurarse de que las empresas tecnológicas con mucho dinero no se queden con grandes partes del nuevo suministro de energía.
Una opción podría ser insistir en que los proyectos de energía limpia para centros de datos sean lo suficientemente grandes como para abastecer también a la red o a otros clientes. También hay margen para utilizar la IA para mejorar la eficiencia energética en fábricas, oficinas y en todas las redes. En la nueva era de la electricidad, la IA no debe ser simplemente otra boca ávida de energía que alimentar, sino una parte central de la solución verde.
CHC