Haz equipo con tu adolescente

Regreso a Clases

Vive con tus hijos los cambios de esta etapa con una mente abierta; guíalos, acompáñalos y aprende a tomar acuerdos.

Procura que, tanto tú como tu adolescente, tengan actividades que les permitan desahogar el estrés que puede generar la etapa.
Guillermo Preza Carreño
Ciudad de México /

Durante la adolescencia suceden grandes cambios en la vida de las personas. Probablemente al leer esta palabra sentiste correr por tu espalda un frío que te heló los huesos y al mismo tiempo brotó una sonrisa de tus labios. Así recordamos nuestro paso por la adolescencia: como una vorágine de emociones, sensaciones, desamores, desalientos, conocimientos nuevos… ¡cambios, cambios y más cambios! 

Aún con todo eso, es una etapa que la mayoría de las personas recordamos con mucha alegría y un poco de nostalgia. Amigos y amigas, amores y experiencias. La gran mayoría de estos recuerdos se encuentran asociados con un lugar memorable para algunas personas, olvidable para otras: La Secundaria. 

Sí, en las cuatro paredes de esas aulas reímos, lloramos, enloquecimos, nos preocupamos, entusiasmamos, redoblamos esfuerzos o encontramos la manera de librar el paso por ese lugar. Y seguramente ahora, tu sonrisa es más grande si lograste revivir aquellos recuerdos guardados en el baúl.


También estoy seguro que más de uno se está preguntando ¿Para qué me hizo abrir esa caja guardada en aquél rincón? Y la respuesta es simple. ¡Tu hijo o hija adolescentes! Sí, esa persona que está totalmente confundida, viviendo en la propia piel todo lo que recordaste, esa persona es la razón de todas estas palabras. 

En muchas ocasiones esas personas extrañas nos toman por sorpresa, comienzan a tener ideas, comportamientos, emociones, expresiones, gustos y una larga lista de cambios con los que no sabemos lidiar. El tiempo de lamentarse ya pasó y es momento de ponernos manos a la obra, especialmente porque nos necesitan. 

Como mamá o papá, es tiempo de ser guías, en nosotros también hay un cambio importante: a partir de ahora dejaremos de ser quienes toman las decisiones en su totalidad, no seremos más superhéroes o superheroínas al rescate, tampoco tendremos razón todo el tiempo, aunque creamos que sí.

 Ahora somos una guía, un ejemplo que a veces se sigue y otras se rechaza, nuestro trabajo actual será como acompañantes, aquella persona en quien confiar cuando las cosas no vayan como desean; es momento de aprender, finalmente tanto para ti como para tu hijo o hija es la primera vez que están juntos en la adolescencia. ¿Se van a equivocar? Sin duda, pero lo importante de las equivocaciones es utilizar esa nueva información para mejorar. 

Quizá te esté surgiendo otra pregunta, ¿entonces, dejo que mi hijo o hija haga lo que le venga en gana? La respuesta también es simple ¡Por supuesto que No! En el mundo y en casa existen reglas y tienen que seguirse, lo que cambia es la manera en que se construyen y ejecutan, ahora tu hijo o hija debe estar incluida en la generación de reglas y consecuencias para las mismas. 

Recuerda que es más fácil mantener el orden cuando nos hacen partícipes de la planeación y ejecución del mismo. Evita los castigos, grandes sermones y, en especial, las reprimendas físicas; puede ser que en el principio funcionen pero, dejará de suceder, en su caso, es preferible obtener algo deseado por lo que hacemos, que perder algo por lo que no, y llegará un momento en que no tendrás más nada que quitarle. Es mucho mejor aprender a negociar.

 La negociación tiene varias funciones: generar acuerdos útiles para que la relación funcione de la mejor manera posible, preparar a tu adolescente para el uso de esta técnica en el mundo fuera de la familia, y alcanzar acuerdos que, generalmente, se respetan y les permite vivir como personas que pueden construir y aprender de las nuevas situaciones.

 Para que todo lo anterior funcione, debes dotarte de una buena cantidad de paciencia, amor, respeto, cuidado y tolerancia hacia tu hijo o hija y hacia ti. También tendrás que aceptar nuevas ideas, aprendizajes y situaciones inesperadas. Una mente abierta verá más opciones de solución.

 Procura que, tanto tú como tu adolescente, tengan actividades que les permitan desahogar el estrés que puede generar la etapa, para ti recomiendo aquellas que te permitan tener la mente tranquila y despejada, además de fomentar la tranquilidad. Yoga o natación suelen ser las favoritas. Para tu hijo o hija, aquellas que puedan ser de su interés, recuerda que buscas un oasis para ella y no un generador de estrés más. 

En caso de que las cosas se salgan de control, la terapia familiar puede ser de gran ayuda.


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