El dolor es como ese visitante no deseado que, sin previo aviso, puede hacer que las tareas más simples se conviertan en grandes desafíos. Aunque todos hemos experimentado alguna vez un dolor en el cuerpo, pocos son tan inesperados y devastadores como el que provoca el herpes zóster, también conocido como “culebrilla”.
Lo que hace única a esta enfermedad no es solo el dolor intenso que causa, sino la sorpresa de saber que esa varicela de la infancia sigue dentro de nosotros, esperando el momento menos oportuno para reactivarse.
En el marco del Día Mundial del Dolor, celebrado el 17 de octubre, es importante hablar de los padecimientos que afectan a millones de personas en México. Se estima que 4 de cada 10 personas mayores de 50 años viven con algún tipo de dolor crónico, y esta cifra aumenta con la edad debido a los cambios en el sistema inmunológico y la progresión de las afecciones, lo que hace que la población mayor sea más vulnerable a la reactivación de enfermedades como el herpes zóster.
Comprender la magnitud de un dolor es difícil hasta que lo vives, pero quienes han experimentado la culebrilla la describen como un dolor comparable al del parto o incluso con un ataque cardíaco. Pero ¿qué es exactamente el herpes zóster?
Esta enfermedad surge de la reactivación del virus de la varicela, que permanece dormido durante años. Se estima que el 99 por ciento de los adultos de 50 años o más llevan este virus en su cuerpo, y uno de cada tres desarrollará herpes zóster en algún momento de su vida. El envejecimiento, un sistema inmunológico debilitado o enfermedades crónicas son factores que pueden despertar este padecimiento, y aunque solemos ignorar los riesgos, la realidad es que estamos ante una condición que puede manifestarse sin previo aviso.
Imagina a una víbora roja recorriendo tus nervios. Pues, de hecho, la culebrilla aparece en forma de erupciones dolorosas en cualquier parte del cuerpo, generalmente en la espalda, pecho o abdomen; generando sensaciones de ardor o choques eléctricos, incluso hay personas que la describen como si lava recorriera su sistema nervioso.
Sin embargo, el fuerte dolor inicial es apenas el comienzo. Tres de cada diez personas que desarrollan herpes zóster enfrentan la posibilidad de una secuela conocida como neuralgia posherpética, un dolor nervioso que persiste incluso después de que las erupciones ya han desaparecido. Para algunos, este dolor se convierte en una compañía constante, que afecta su calidad de vida, estado de ánimo y relaciones personales, al prolongarse durante varios meses e incluso por años.
Ella dice...“Hoy en día, contamos con la herramienta más eficaz para evitar enfermedades
y sus complicaciones: la vacunación”
La neuralgia posherpética es una de esas secuelas que va más allá del dolor físico; impacta emocionalmente, limitando las actividades diarias y reduciendo la movilidad. En mi práctica médica, he conocido pacientes que pasaron de tener un leve dolor en la espalda a enfrentar serios problemas de movilidad, con dolores en las terminaciones nerviosas que afectaron su capacidad para caminar, trabajar o, incluso disfrutar de una noche de sueño sin interrupciones. La enfermedad, que en principio parecía pasajera, se convierte entonces en una batalla constante y agotadora contra el dolor.
La buena noticia es que es posible prevenir esta situación. Hoy en día, contamos con la herramienta más eficaz para evitar enfermedades y sus complicaciones: la vacunación. Gracias a la inmunización, podemos prevenir al menos 16 enfermedades como hepatitis, influenza, neumonía, tétanos, covid-19 y, sí, también el terrible herpes zóster.
Informarnos sobre estos riesgos y las opciones de prevención nos da el poder de proteger nuestra salud. No hace falta esperar a que el dolor toque a nuestra puerta para tomar acción. Si tú o algún ser querido tiene 50 años o más, hablar con un médico sobre la prevención del herpes zóster es una decisión que marca la diferencia entre una vida plena y una condicionada por el dolor.
El dolor es real y las herramientas para evitarlo también lo son. La prevención no debería ser algo que dejamos para después o “cuando haya tiempo”; merece ser parte de nuestras prioridades, especialmente a medida que envejecemos. Nadie debería vivir con un dolor si puede evitarlo. Y la mejor forma de prevenir es tomando decisiones informadas.
El herpes zóster no es solo un mal pasajero; es un recordatorio de la importancia de cuidar nuestra salud en cada etapa de la vida. La ciencia nos ofrece una opción, y está en nosotros tomarla para proteger nuestro bienestar y el de nuestros seres queridos.
CHC