Mariana Treviño, más allá de Club de Cuervos

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La actriz, que ha dejado atrás la exitosa serie, estrenará tres proyectos en estos meses. Aquí nos explica por qué los actores no necesitan ir a terapia.

"Lo que creo que me mueve como actriz a hacer nuevos personajes es poder conocerme más" (FOTOS: Pablo Constanzo para Netflix)
Karina Rodríguez
Ciudad de México /

No es común toparse con actrices como Mariana Treviño. ¿Por qué lo digo? Porque no tiene ego. Lo que sí tiene es un fino sentido del humor, el alma ligera y una cultura deslumbrante. Su enorme sonrisa y voz discreta contrastan con la forma de ser de uno de sus personajes más representativos, el de Isabel Iglesias de Club de Cuervos–. El éxito no le ha quitado ni una pizca de autenticidad; esta actriz no busca aparentar algo que no es, es sincera, real y muy divertida, una auténtica girl next door.

De Mentiras –el musical en el que interpretó a Lupita– a la última temporada de Club de Cuervos los separan 10 años y, en medio, 15 películas, obras de teatro, series. Antes hubo varios proyectos independientes pero Mentiras fue el punto de quiebre, el momento en el que se dio cuenta que sí se podía hacer una carrera profesional en la actuación. 

Mariana–sobra decir que nació en Monterrey... su acento y su forma directa y desenfadada la delatan– se embarcó en distintas carreras antes de aterrizar definitivamente en la actuación. De los 14 a los 18 años estudió danza contemporánea en la Escuela Superior de Danza, a los 19 se fue a Berklee, en Boston, para estudiar canto y música; en Nueva York cursó teatro; finalmente, terminó la carrera de Letras Inglesas en la UNAM

“En su momento parecía que no me concretaba. Ya más grande, me di cuenta de que en realidad todo eso fue una preparación para ser actriz, porque es una profesión en la que necesitas todo: el cuerpo, la voz, la capacidad de análisis”, explica.

Estos últimos meses, el trabajo ha sido frenético para ella. El 25 de diciembre del año pasado se estrenó Perfectos desconocidos; en enero, la última temporada de Club de Cuervos y, ahora, está por estrenar Los Rodríguez y el más allá, una película española de Paco Arango, y Polvo, la ópera prima de José María Yazpik. Además, se integra a la segunda temporada de La Casa de las Flores, de Manolo Caro, el director que le echó el ojo en Mentiras y con quien hizo su primera película “grande”, No sé si cortarme las venas.

Tienes tres proyectos en puerta, háblanos un poco de ellos.

 La película Los Rodríguez y el más allá me llegó como regalo. Estuve tres meses en España filmando y fue una experiencia inolvidable. Paco Arango arma equipos increíbles (imagínate Plácido Domingo, Rossy de Palma, Geraldine Chaplin y Omar Chaparro y yo [risas].

Además, es un proyecto con un trasfondo benéfico para apoyar una fundación para niños con cáncer y da gusto hacer cosas así. La de Yazpik, Polvo, la fuimos a filmar a las entrañas de Baja California, al pueblo donde nació su papá, un lugar que no ha cambiado, con un paisaje magnético. ¡No se tuvo que construir un set!

Es la historia del héroe que vuelve a casa… y yo soy la novia que dejó abandonada hace 10 años. Sobre La casa de las Flores, interpreto a Jenny Quetzal, una peculiar maestra...

El público conecta muy bien contigo, eres una actriz súper querida. 

¡Gracias por tener esa percepción! La verdad es que la gente es bien linda conmigo y lo agradezco. Desde que estaba en Mentiras me conmovía el cariño con el que me esperaban para saludarme. Siempre he sido muy consciente y tengo clara la importancia de la interacción con el público.

Las personas que están del otro lado de la pantalla o sentadas en una butaca forman parte del proceso creativo, son la última parada. Trato de ser honesta, porque si no hay transparencia los mensajes no pasan al espectador. El objetivo de la actuación es que haya una conexión humana....

El humor es un rasgo distintivo de muchos de tus personajes…

Sí, pero si te fijas bien, también son muy vulnerables, fallidos. A mí eso es lo que me interesa, porque justamente ponen a flote lo que a veces pasamos por alto en la vida diaria. Es representar ese momento de debate interno. Lo que creo que me mueve como actriz a hacer nuevos personajes es poder conocerme más, poderme ver reflejada, reflexionar sobre lo que es el ser humano.

No te pierdas la segunda parte de la entrevista con Mariana Treviño el próximo lunes.

Ahí nos hablará más de una Mariana espiritual, hogareña, risueña y qué hubiera hecho de no ser actriz

YV/REPL

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