Junto a la palabra nearshoring siempre suenan las fanfarrias. Sin embargo, las necesidades de mano de obra para todas estas nuevas empresas traerán migración, y la llegada de estas familias exigirá, de entrada, un lugar donde vivir, con todo lo que eso implica, comenta Carina Arvizu, Investigadora asociada del Programa Especial de Estudios Urbanos y Regionales en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).
“En los discursos se escucha sobre el desarrollo económico y el número de empleos que se van a generar, el crecimiento, el PIB, etcétera, pero las ciudades son las que van a recibir a estas personas que también en muchos casos se van a relocalizar, algunas provenientes de otras ciudades, y entonces va a haber procesos de migración, ya sea interurbana o intraurbana, de las zonas rurales a las ciudades, que deben resolverse”, explica Arvizu.
Estas nuevas familias que llegan no solo requieren una vivienda, necesitan un lugar donde vivir, en un contexto que atienda el tema de la proximidad. “Esto se entiende solamente cuando pensamos en las personas y en su vida cotidiana”, señala la especialista y advierte que en este contexto, un punto importante a resolver por parte de las ciudades y municipios involucrados es la movilidad.
Los desafíos que plantea el nearshoring suelen verse de manera aislada, poco integrada, dice Arvizu. Se construyen los parques industriales donde se percibe que son menos disruptivos para la ciudad, y al momento de alejarse se promueve el crecimiento expansivo de la mancha urbana, lo que comienza a complicar las actividades de ir al trabajo y todas las otras necesarias para la vida: llevar a los niños a la escuela, a los adultos mayores a sus citas médicas, hacer el super…
Si bien muchas empresas terminan solucionando ellas mismas el tema de transporte de sus empleados, esto solo aplica para los trayectos de la casa al empleo y de regreso, no así los de todas las otras actividades de la vida cotidiana.
Sin embargo, no hay recetas mágicas, advierte la especialista. Cada ciudad debe diseñar un plan de desarrollo que ayude a pensar en las mejores soluciones para todos, donde una red de transporte público eficiente es básica. Si eso no existe “las personas comienzan a solucionar de manera individual con el uso de autos particulares, lo que tiene desventajas para el colectivo y sería el impacto más negativo: congestión vial, emisiones contaminantes y una percepción más grande de inseguridad”, concluye Arvizu Machado.
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