Cada año, México genera cerca de 45 millones de toneladas de residuos sólidos, de los cuales más de la mitad son orgánicos (húmedos), y solo se recicla 14 por ciento, de modo que 70 por ciento termina como basura en rellenos sanitarios, según la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Con un volumen tan alto, su gestión es cada vez más compleja y su impacto negativo a la naturaleza es mayor.
La basura, entendida como residuos que son botados sin más, contamina los suelos y el agua por filtración y despide gases derivados de la desintegración de la basura, que suponen 5% de las emisiones mundiales de Gases de Efecto Invernadero (GEI), causantes a su vez del cambio climático.
Revertir o detener este proceso requiere de acciones personales y colectivas urgentes. La meta para reducir el impacto del ser humano en el mundo requiere de establecer una Economía Circular, con un enfoque de Residuos Cero —o Cero Desperdicio—, que nos permita avanzar como sociedad, pero sin contaminar el entorno, explica Ximena Gabilondo, fundadora de Zero Waste México, asesor del certificado TRUE Zero Waste en el país.
Se considera a sí misma “un experimento”. A los 17 años, Ximena Gabilondo decidió que debía hacer todo lo posible por reducir al máximo su impacto personal al ambiente. No era solo ser vegana y separar sus residuos o utilizar la ropa hasta que se hiciera jirones.
Con el tiempo, comenzó a cambiar sus hábitos: compra productos sin empaques ni embalajes o a granel, retiró los botes de basura de casi todas las áreas de su casa para obligarse a tirar menos cosas; compra local, cocina en casa, hace composta y, por supuesto, invita a su familia y amigos a seguir el ejemplo.
Sin apenas saberlo, la filósofa especializada en ética ambiental comenzó a llevar una vida enfocada al Zero Waste, un movimiento ambientalista internacional que si bien aprovecha lo aprendido en cuanto a reciclaje y reutilización de residuos, propone echarnos más atrás en los procesos industriales y generar la menor cantidad posible de desechos, es decir: evitar el desperdicio y dejar de producir basura.
Como individuos, nuestro trabajo en este enfoque de Residuos Cero es limitado, comenta Ximena, pues “las cosas que utilizamos en nuestra vida vienen en determinados empaques que bien pueden ser biodegradables, reciclables, reutilizables, o no, y de plano son basura, o provienen de procesos industriales que a su vez generan residuos que no controlamos. Podemos elegir qué comprar, pero a veces son cosas más caras o poco accesibles”.
Por ello, afirma la fundadora de Zero Waste México, si bien los consumidores debemos tener una participación activa en la reducción máxima de residuos, “si no te dan las herramientas para llevar a cabo las acciones circulares, no podrás hacerlo”, por lo que son las empresas y los gobiernos quienes deben tomar la batuta y comenzar a operar con circularidad, de modo que la sociedad los siga de manera natural.
“Es cómo irnos hacia atrás para entender por qué se está generando un residuo y cómo evitarlo. A mí me gusta llamarlo Cero Desperdicios, ese es uno de los principales enfoques porque estamos inmersos en una crisis de desperdicios enorme en México y en todo el mundo que debemos superar”, dice Gabilondo.
En camino a la circularidad
A nivel individual, Gabilondo avanzó con sus hábitos Zero Waste paulatinamente, al tiempo que investigaba y estudiaba los movimientos y corrientes ambientalistas existentes. Del reciclaje puro, ese que “en los 80 se creía que era la solución pero hoy sabemos que no es la definitiva, sino solo un proceso que ayuda”, al Net Zero o las estrategias de inversión ASG y a los preceptos de la Economía Circular.
Finalmente, Gabilondo dio con el Zero Waste como un enfoque para alcanzar esa anhelada circularidad; y es que más allá de solo reciclar o reutilizar los residuos que ya producimos en la vida cotidiana, el movimiento propone intervenir desde los procesos productivos para ecodiseñar bienes de consumo que generen la menor cantidad de desperdicio posible.
“Con un mal manejo, los productos cotidianos se convierten en basura. El ecodiseño sirve para evitar que al final de su vida útil se conviertan en un desperdicio. La idea es que nunca se desechen o que se reutilicen o se composten, según el material”, explica la especialista en ética ambiental.
¿Residuo cero o basura cero?
Hablar de “residuo cero” es una utopía, ya que no existe la posibilidad de borrar por completo la huella de algo que ha existido. Lo que sí es factible es llevar a la práctica el concepto de “basura cero”, explica Ximena Gabilondo.
Hay de residuos a residuos. El concepto se refiere a lo que sobra del uso de materiales o elementos. Cuando respiramos dejamos un residuo: el CO2. En contraparte, los árboles absorben el CO2 y lo fotosintetizan liberando como residuo el oxígeno que respiramos. Esto pasa en la naturaleza y es un proceso completamente circular.
Lo que busca el movimiento Zero Waste, entonces, es reducir los residuos contaminantes al máximo posible, y por supuesto decirle adiós a la basura de cualquier tipo, entendida como elementos que ya no se pueden aprovechar.
La proliferación de las R
Conforme la conciencia avanza, más “Rs” se suman a la lista de cosas por hacer para reducir los desperdicios y la emisión de gases contaminantes como el CO2 y el metano.
Se trata de lograr “la conservación de todos los recursos mediante la producción, el consumo, la reutilización y la recuperación responsable de todos los productos, embalajes y materiales, sin quemarlos y sin vertidos al suelo, al agua o al aire para que no amenacen el medioambiente o la salud humana”, según la Alianza Internacional Zero Waste (ZWIA, por sus siglas en inglés).
Este objetivo requiere de un cambio de prioridades en las sociedades, dice ZWIA, donde los gobiernos y las industrias apliquen procesos y normativas enfocadas al residuo cero, además de incentivos fiscales y apoyo a las actividades menos contaminantes.
“Ya no usamos las tres R porque el énfasis estaba en el reciclaje y no se puede poner todo el esfuerzo en eso. También hay que rediseñar, reducir, reparar, reutilizar, reincorporar y rechazar lo que contamina”, dice Gabilondo.
“Por otro lado, esas tres R suelen estar ligadas al consumidor, y aunque sí podemos tener buenas prácticas, el enfoque debe estar en las empresas”, agrega la especialista, quien con la consultora ha contribuido en el diseño de las estrategias Zero Waste de empresas como Sony, Up Sí Vale, Coca-Cola, Estafeta y el Infonavit, entre otras, en busca de cumplir sus metas de reducción de residuos y emisión de Gases de Efecto Invernadero.
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