El boom de las llamadas inversiones verdes o con criterios Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo (ASG o ESG, por sus siglas en inglés) llegó para quedarse y bastarán solo unos pocos años para que todos los fondos de activos financieros a nivel global incorporen este principio de manera integral.
La transformación hacia lo sustentable, como también lo llaman algunos, inició a finales de los años 1970 y principios de los 1980 en Europa. Con el avance de los riesgos derivados del cambio climático, también evolucionaron las preferencias de los inversionistas hacia proyectos que generen un impacto positivo en la calidad de vida de la humanidad.
El interés por lo sostenible no es una moda, es un movimiento que avanza hacia una estrategia de inversión de largo plazo y que en 10 o 15 años va a ser totalmente común en los mercados globales, comenta Mauricio Giordano, director general de Natixis IM México.
Tan solo en 2020 se invirtieron 360,000 millones de dólares (mdd) en fondos de inversión y Exchange Traded Funds (ETF) sostenibles a nivel global, casi el doble (96%) que en 2019.
“Esto representa el comienzo de una estrategia larga, pero rápidamente acelerada”, señaló en su carta anual Larry Fink, presidente del Consejo de BlackRock, el mayor operador de fondos de activos en el mundo, con una cartera de 9 billones de dólares ( bdd), casi ocho veces la producción de la economía mexicana en un año.
Ante esta tendencia, el interés de las empresas por formar parte del sector ASG se aceleró y cada vez se ven mayores esfuerzos por integrarse a ella, pues saben que en el futuro será un requisito para acceder a financiamiento.
“En el largo plazo aplicará ser sostenible o quedarse un paso atrás”, dice José Luis Ortega, director de los Equipos de Deuda y Multiactivos en la administradora de fondos BlackRock México.
Homologación, el reto
Actualmente, 93% de los 1.4 bdd que administra Natixis IM es manejado por gestoras que firmaron los Principios para la Inversión Responsable (PRI) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En el caso de BlackRock, todos sus portafolios ya tienen la etiqueta ASG, aunque no necesariamente todos tienen la máxima calificación posible.
¿Cómo deciden qué empresas integrar a su estrategia de inversión? A través de un análisis interno y externo. Para esta última parte se basan en la información de firmas especializadas que evalúan el desempeño ASG de diferentes compañías en diversos sectores, entre ellas Sustaynalitics, MSCI y Standard & Poor’s (Evaluación ESG).
El problema es que no existe una estandarización en las calificaciones asignadas por estas agencias, lo cual limita la comparación entre compañías. “Hoy en día podemos ver calificaciones distintas a partir de la misma información. Por ello necesitamos una norma mundial de divulgación para este tipo de inversiones, para que la gente pueda evaluarlos de una mejor manera, de forma unificada”, menciona Ortega.
“También se requiere, por parte de las empresas, que el acceso a la información se dé de forma clara, transparente y con mayor calidad, para que puedan ser mejor evaluadas”, agrega.
Una de las dificultades es que existen compañías que no tienen la capacidad para reportar los datos que piden las calificadoras y por eso obtienen una evaluación menor a la que merecen, aun cuando cumplen con los estándares ASG.
La homologación no es fácil, pero hacia allá se avanza, asegura Giordano, de Natixis IM México. En su opinión esta estandarización debe considerar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que marcan los PRI de la ONU.
México, a paso lento
Hace tres años, muchos inversionistas del país no tenían idea de lo era ser ASG. Sin embargo, hoy en día, México tiene un avance importante en la industria, incluso por arriba de la media de los países emergentes. Sin embargo, aún le falta camino por recorrer para llegar a los niveles que existen en Estados Unidos o Europa.
En el año 2020, los privados emitieron 28,000 millones de pesos (mdp) en bonos sustentables en el país, que supera, por mucho, lo que se colocó en 2017, 2018 y 2019. En total, la Bolsa Mexicana de Valores ha emitido más de 51,000 mdp, correspondientes a 22 bonos etiquetados (siete verdes, 14 sustentables y uno social).
“En México, 84% de los particulares asegura que desea inversiones alineadas con sus valores personales. En todo caso, la pandemia ha acabado con los debates sobre ESG. Ahora la convicción sobre la necesidad es generalizada”, señala la última encuesta de Natixis IM. Tan solo en lo que va de 2021 se han emitido 13,500 mdp en el país, un monto también superior a lo registrado anual- mente entre 2017 y 2019.
“Todavía no llegamos a lo que se emitió en 2020, pero al ritmo que vamos estoy seguro de que tendremos una inversión mucho mayor a la que vimos el año pasado”, dice Ortega. Una de las últimas colocaciones fue la de Grupo Aeroportuario Centro Norte (OMA), que emitió 3,500 mdp en certificados bursátiles en el mercado mexicano, en dos tramos.
Uno de ellos fue un bono verde por 1,000 mdp. “Esta emisión verde nos permitirá financiar inversiones sustentables destinadas principalmente a implementar paneles solares, así como a otros proyectos de eficiencia energética y gestión de agua”, detalla Ricardo Dueñas Espriu, director general de OMA. La Bolsa Mexicana de Valores espera que este 2021 se coloquen al menos tres emisiones más de bonos verdes.
Una bMV verde
El año pasado, en junio, S&P Dow Jones Indices y la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) anunciaron el nuevo S&P/BMV Total México ESG Index, que agrupa a 29 empresas con perfil ASG, las cuales fueron seleccionadas con la metodología de la empresa suiza SAM. Entre ellas están Alfa, Alsea, Arca Continental, Cemex, OMA, Santander México, Coca-Cola FEMSA, Bimbo, Herdez, Banorte, Rotoplas, Televisa y Walmart México y Centroamérica.
Manuel González, director LatAm North Cone en S&P Dow Jones Indices, comentó que el S&P/BMV Total México ESG Index ha dado mejores rendimientos en comparación con el principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores, el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC).
En el último año, al 16 de abril, el retorno total del índice ESG fue de 58%, mientras que el del IPC, 46%. “Parecería que estos temas de ESG están abonando y generando un performance positivo”, señala González.
En 2020, por ejemplo, 81% de los índices sostenibles, de una selección mundialmente representativa, tuvo mejor desempeño que los índices de referencia, según la operadora BlackRock. González confía en que se mantenga una tendencia positiva, porque el apetito de las empresas y de los inversionistas por lo sostenible se convirtió en una estrategia más que un pasatiempo, pero nada garantiza que así se mantenga.
Millennials, la clave
El impulso por los proyectos sostenibles viene de dos corrientes: el sector institucional, como los fondos de pensiones, y los jóvenes que nacieron a partir de los años 1980, la llamada generación Millennial, comenta Mauricio Giordano.
En México, el gobierno federal busca fortalecer su estrategia ASG, a 10 años de que venza el plazo para cumplir con los ODS de la ONU. Por ello, además de emitir un bono sostenible en los mercados internacionales en plena pandemia, busca que los recursos que manejan las Afores, que actualmente representan cerca de 15% del Producto Interno Bruto (PIB), contengan esta etiqueta.
También trabaja con la banca de desarrollo e incluso la Secretaría de Hacienda ya puso sobre la mesa la posibilidad de que los estados se sumen a este esfuerzo, dijo el subsecretario de la dependencia, Gabriel Yorio. Sin embargo, una parte importante del interés lo despertaron los millennials, jóvenes que están preocupados por el medio ambiente, el desarrollo social y las prácticas sanas en el mercado laboral.
Según una encuesta de Natixis IM, 70% de este segmento de la población prefiere las empresas con vocación ASG. “Los millennials tienen un concepto totalmente distinto (de la vida y el dinero) y son los que están heredando la riqueza. Son los inversionistas de hoy”, comenta Mauricio Giordano, de Natixis IM. las consecuencias La fiebre por lo sostenible avanza como una bola de nieve y quien no se suba a ella se va a quedar rezagado y fuera del radar de los inversionistas.
No sumar los temas ASG a los principios de una empresa, incluso las de menor tamaño o las consideradas no tan amigables con el medio ambiente como las energéticas, implica un alto costo, como financiarse a tasas de interés más elevadas o, en el peor de los casos, quedar fuera de las preferencias de inversión.
“Las compañías que no se preparen rápidamente experimentarán efectos negativos en sus negocios y valuaciones, ya que sus stakeholders perderán confianza en la capacidad que tienen para adaptar sus modelos de negocio a los profundos cambios que se avecinan”, dijo Fink en su carta a inversionistas de 2021.