Su abuelo murió joven, cuando él apenas tenía tres años; sin embargo, Marco Antonio Reyes se asume orgulloso como parte de la tercera generación de expendedores en su familia. El ejemplo de su padre y el recuerdo de levantarse de madrugada desde que tenía seis años “para tomar el cafecito” en familia y ayudar a empalmar los periódicos, “nos inculcó a mí y a mis hermanos un gran amor por el oficio”, cuenta.
Por ello, fue natural que hace 40 años se asociará con sus hermanos para entrar formalmente en el negocio papelero y también que hace ocho decidiera tomar en sus manos la secretaría general de la Unión de Expendedores y Voceadores de Periódicos de México “para ayudar a la gente con la que he trabajado toda la vida y de la que he vivido: el voceador”.
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Este 20 de abril, la Unión cumplió su primer centenario y Reyes terminará su gestión en octubre próximo, contento con los resultados pero preocupado por el futuro del gremio. “Dejo la Unión limpia, transparente”, dice, al tiempo que lamenta que el oficio esté pasan- do por un mal momento, con la pérdida en la última década de la mitad de sus socios y 60 por ciento de su ventas. ¿El reto? Mantener abiertos y rentables los 3 mil 500 puntos de venta que aún existen en la Ciudad de México.
En sus inicios fue un oficio muy socorrido en la infancia, ¿todavía hay niños voceadores?
En la Unión hay unos 500. Pero siendo sinceros, nuestro padrón de voceadores ya se hizo viejo. La mayoría está por arriba de los 50 años. Es que es un oficio muy duro y a la gente joven no le interesa, prefieren estudiar cosas que los lleven a una oficina. No me malinterpreten, es un orgullo que los hijos de los voceadores estudien y se reciban de licencia- dos y que todo haya salido de aquí, pero ojalá se integraran para revitalizar el negocio con nuevas ideas. Lo malo es que los jóvenes ya no quieren trabajos duros y el punto de venta es muy matado, no cualquiera le entra.
Siendo un gremio tan adulto, ¿cómo es la situación de los voceadores hacia el retiro?
Estamos viendo cómo apoyar. Somos una asociación de microempresarios, no tenemos patrón ni somos trabajadores, así que no hay seguridad social ni podemos hablar de jubilados, sino de voceadores en retiro. Tenemos gente de 90 y tantos años y los atendemos con servicios médicos. También tenemos mucho voceador de más de 80 años, y alrededor de 500, 600 voceadores de 75 años más o menos. Es muy triste la situación porque, aunque hubo épocas de mucha bonanza, no todo mundo aprovechó para guardar y prever, y muchos viejos voceadores hoy dependen de la Unión. Muchos de ellos piensan que todavía hay bonanza pero no es así.
Tenemos un espacio a un lado de la Unión, un estacionamiento, donde vamos a poner un asilo para apoyarlos, pero tendrá una capacidad limitada de 30-40 voceadores en retiro porque no podríamos atender a más gente.
¿Cuál es la tarea más importante hoy?
Darle salud a los miembros, porque no tenemos seguridad social. Sin embargo, cada vez es más complicado reunir los recursos. Anteriormente la Unión vivía de las cuotas gremiales que nos entregaban los socios co- merciales y así fue durante los primeros 80 años. Las cuotas gremiales desaparecieron en las últimas dos décadas, junto con los despachos. Las empresas comenzaron a entregar directamente a los expendios y ya no pasaban por esa cadena de distribución. Nos afecta porque ya no generamos un centavo por la venta de las publicaciones. Actualmente vivimos de solo de la publicidad.
¿Cuál sería la solución a este problema?
Estamos negociando con las empresas, pero lo ven complicado. Los expendios estamos muy apretados económicamente, pero no somos los únicos. La venta de impresos ha bajado en general y nos afecta a todos en la cadena, desde el editor hasta los voceadores. En los últimos 10 años hemos perdido 60 por ciento de las ventas de la Unión... los periódicos ya venían a la baja y con la pandemia se aceleró esta tendencia.
Lo dice...
“Hay que hacer la lucha porque el impreso se siga vendiendo y para ello los medios y la unión debemos hacer un frente común”
¿Qué pasó con el oficio durante la pandemia? La gente no salía y por lo mismo no compraban el periódico, porque quienes leían el impreso eran justo los adultos mayores y también fueron ellos los más afectados por el covid. Por otro lado, surgió un tema con el gobierno de la Ciudad. Teníamos muebles dentro del Metro y nos los retiraron en la pandemia. Nos dijeron que porque hay una deuda, pero nunca supieron ni cuánto se debía y nos demandaron. Queremos solucionar y volver, porque en la última década 20 por ciento de la venta diaria se daba en el Metro.
¿Cuál es su propuesta en este caso?
Pensamos que lo ideal es una condonación. La Unión es muy importante para toda la industria editorial y un borrón y cuenta nueva sería lo más adecuado. Hemos tratado de solucionar y no ha habido respuesta del gobierno y eso nos preocupa.
¿Cómo llegan a los 100 años?
Hemos sufrido bajas importantes; hace unos años éramos 7 mil, hoy somos 3 mil 500 y no todos los puntos de venta abren todos los días. Como gremio nunca hemos sido problemáticos para ningún gobierno y creo que es el momento en que nos volteen a ver y nos den facilidades para seguir trabajando.
¿Cómo deja la Unión este octubre?
Mi mayor orgullo es que dejo la unión limpia y transparente; no dejo mucho dinero pero sí una inversión pequeña y la clínica con muy buenos servicios, y sobre todo, no dejo deudas. Bueno, el único pendiente es el tema con el Metro. Pero lo que se debe es mínimo respecto a todo lo que hemos hecho por la gente y los gobiernos en estos cien años.
¿Qué hay hacia adelante para los voceadores?
Todo el mundo le echa la culpa de la baja venta de periódicos a los medios digitales, pero en mi opinión el problema es que la gente joven no lee y hay que hacer algo para que regresen. Hay que hacer la lucha porque el impreso se siga vendiendo, y para ello los medios y la Unión debemos hacer un frente común.
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