Todavía hoy se estudia la veracidad de la existencia del célebre Juan Pablos de 1542, que se dice fue el primer impreso noticioso en México, un pliego suelto que relataba “el espantable terremoto” que azotó a Guatemala en septiembre de 1541. Pero más allá de esa polémica, lo que sí existió desde los primeros años de la época virreinal son los pregoneros, esas personas que voceaban por las calles las historias cotidianas de la Nueva España y daban cuenta de las buenas y malas nuevas.
Sin embargo, fue hasta 1722 con la fundación de La Gaceta de México y Noticias de Nueva España, el primer periódico de México —que editó seis números mensuales ese año—, cuando comenzó la verdadera relación entre los pregoneros y el naciente periodismo regular en el Nuevo Continente. Ya había relatos impresos para vocear, aunque esta fuente de noticias fue inconstante por muchos años.
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En las primeras décadas del Siglo XIX, con la guerra civil y los muchos intentos periodísticos que nacieron y murieron para relatarla, la actividad periodística se estableció finalmente en lo que hoy es la Ciudad de México. Los primeros voceadores eran niños y adolescentes, que no hacían venta libre en las calles, sino que entregaban el material impreso a los suscriptores, a quienes llevaban los ejemplares a sus casas, según datos de la gacetilla “El periódico como el Pan, todos los días”, editada por la Universidad Iberoamericana.
Una vez firmada la independencia, en los primeros años de la década de 1820, las autoridades del nuevo país prohibieron trabajar a los voceadores por considerarlos agitadores. La idea permaneció por décadas y en 1853, el gobierno ordenó que los vendedores de periódicos solo gritaran el título de los diarios y no el contenido de las noticias, con la idea de que no “agitaran” a la gente que los escuchara.
Luego llegó a la silla presidencial Porfirio Díaz, quien durante sus más de 30 años de gobierno gustaba de utilizar a la prensa para anunciar sus planes y logros, pero reprimió severamente a la prensa independiente, periodistas, editores y voceadores, quienes fueron encarcelados durante su gobierno, por informar cosas que le disgustaban o por criticar sus acciones.
Con el nacimiento de El Imparcial en 1896, subsidiado por el gobierno de Díaz y dirigido por Rafael Reyes Spíndola, surgió una nueva forma de hacer periodismo y de vender los periódicos. Los costos de impresión bajaron gracias a las modernas rotativas y a los linotipos del sistema estadunidense y la venta de espacios publicitarios apuntaló el modelo de negocio.
El imparcial se vendía a un centavo por ejemplar y fue el primer diario que se voceaba y vendía en la calle. Dado que llegó a tirar 75 mil ejemplares por día, impulsó también la creación de los expendios, que compraban por mayoreo los ejemplares y los entregaban “fiados” a los papeleros, quienes no tenían fondos propios para comprar los periódicos para luego venderlos, pero significaban la fuerza de trabajo que entregaba las noticias a los lectores.
Siempre trabajadores independientes, sin seguridad social ni derechos laborales, los vendedores de periódicos crearon en 1923 la Unión de Expendedores y Voceadores de los Periódicos de México, para trabajar en conjunto por dignificar el trabajo de sus agremiados.
A medio real
Sale a circulación El Diario de México con medio pliego (dos cuartos), a un costo de medio real. Se editó durante 12 años y se vendía en 12 puestos o “alacenas” de la ciudad capital.
Ecos de España
Se promulga la Constitución de Cádiz, que incluye la libertad de prensa. Ese mismo año sus beneficios en este tema se replican en la Nueva España.
Reprimidos
Las autoridades prohibieron varias veces el pregón de noticias en lugares públicos; los voceadores fueron acusados de agitadores.
A gritos por las calles
Los primeros kioskos de periódicos se instalan en la Alameda. El modelo de negocio propuesto por Estrada y Zenea consistía en colocar estos puestos en varios puntos de la ciudad, para fijar avisos en ellos y utilizarlos como punto de venta de periódcos, puros, dulces y juguetes.
Presos políticos
En agosto, varios voceadores fueron encarcelados. El gremio era considerado perjudicial, escandaloso e intolerable por el gobierno de Porfirio Díaz, aun cuando ellos no escribían las ideas que vendían en los impresos.
Llega la modernidad
Delfín Sánchez Ramos –uno de los yernos de Benito Juárez– funda El Imparcial, periódico con sistema norteamericano, los primeros linotipos y rotativas en México, que permitieron abaratar costos y mejorar el modelo de negocio.
Por fin, la ley
El 12 de abril se publica la Ley de Imprenta, que protege a voceadores y expendedores de medios impresos en su artículo 18, ya que dicta que no pueden ser encarcelados por el contenido de las publicaciones que distribuyen. También están protegidos por la Constitución promulgada ese mismo año.
La unión hace la fuerza
El 15 de enero se fundó la Unión de Expendedores y Voceadores de los Periódicos de México. Para 1931, ya contaba con 2 mil asociados: mil hombres, 500 mujeres y 500 niños.
El amigo revolucionario
Rafael Martínez, quien había sido niño voceador, funda de su peculio La Casa del Papelero, que ofrecía a los voceadores albergue nocturno, desayuno y clases de alfabetización. Auto exiliado en Eagle Pass, dirigió El Demócrata –fundado por Madero en 1901– de 1914 a 1926.
Formar con amor
Fundan la escuela primaria Voceadores de México, en un predio donado por el ex presidente Miguel Alemán, en la colonia El Parque. Brinda dormitorios, transporte, comida y educación a los hijos de los voceadores.
El reconocimiento
El presidente Adolfo Ruiz Cortínez instaura el 20 de abril como El Día del Voceador.
La salud protegida
Inauguran la Clínica de los voceadores. Ubicada en Santa María la Ribera, ofrece diversas especialidades médicas, así como convenios con hospitales para la comunidad de voceadores que trabajan en la Ciudad de México.
El tema fiscal
Se modifica la Miscelánea fiscal que incluye al voceador en el Régimen Tributario Simplificado. En la práctica, su contabilidad sigue siendo responsabilidad del expendio.
El nuevo modelo
Se da la ruptura con el entonces naciente periódico Reforma, que decide distribuir con voceadores propios.
Prioridades
La escuela Voceadores de México cerró sus puertas tras 70 años de actividades. Luego del sismo de 2017, donde quedó vulnerable ante edificios vecinos en mal estado y tras el cierre por la pandemia que dejó sus aulas vacías, la Unión decidió que era mejor enfocar los cada vez más escasos recursos en la salud de los agremiados y en apoyar a los voceadores en retiro.
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