Derribó a decenas de hombres poderosos y amenaza la confirmación de un juez a la Corte Suprema: en un año, el #MeToo sacudió a Estados Unidos, pero su impacto a largo plazo, que atiza la polarización del país, permanece incierto.
Un año después de las primeras acusaciones de abusos sexuales contra Harvey Weinstein, la batalla por la confirmación como juez de la Corte Suprema de Brett Kavanaugh, acusado de haber intentado violar a una joven cuando ambos eran adolescentes, mostró que el #MeToo no se desinfla, sino todo lo contrario.
Pero al acercarse las elecciones de medio mandato el 6 de noviembre, en las cuales los demócratas esperan retomar el control del Congreso y cambiar las prioridades del gobierno Trump, muchos del bando republicano denuncian que la oposición se apoderó del #MeToo.
En los primeros meses, cuando los testimonios más crudos de abusos sexuales cometidos por famosos actores, periodistas, fotógrafos de moda, chefs o políticos se sucedían en los medios, nadie dudaba de que las leyes contra el acoso sexual se endurecerían y que las empresas harían hincapié en educar al personal para prevenir todo incidente.
Pero el movimiento se ha convertido en un nuevo elemento en la polarización del país.
Cuando Donald Trump se burló el en un mitin en Mississippi de la acusadora de Kavanaugh, Christine Blasey Ford, imitándola, el público le aplaudió. La oposición expresó su indignación, al igual que los republicanos moderados.
El presidente denunció "una época muy atemorizante para los hombres jóvenes en Estados Unidos: pueden ser culpables de algo de lo cual pueden no ser culpables".
Acusado de atizar el fuego, el magnate inmobiliario ya había conmocionado a muchos al jactarse de que podía agarrar a la mujer que quisiese "por el coño", según un video grabado en 2005 y difundido durante su campaña electoral.
Y Trump no es el único que denuncia los excesos del #MeToo.
Fase de denuncias
Las mujeres se han animado a ventilar su rabia por acosos y agresiones que mantuvieron en silencio durante años, humilladas y sin creer que serían escuchadas. Pero ahora se les cree, se les escucha y apoya.Estas son señales de que las cosas están cambiando. Este año, Bill Cosby, uno de los actores estadunidenses más famosos en el mundo, fue condenado por agredir sexualmente a una mujer en 2004 y sentenciado a al menos tres años de cárcel.
Pero "hay más cuestionamientos que vienen de personas que estiman que el movimiento fue demasiado lejos", subraya Jeanne Zaino, profesora de ciencia política del Iona College en Nueva York.
"Aún estamos en una fase de denuncias", dice. "Es preciso que las instituciones, las empresas trabajen mejor para instaurar reglas (...) y que las cosas puedan ser investigadas sin destruir carreras", sostuvo.
Veinte años después del escándalo Monica Lewinsky, que casi termina en la destitución del presidente Bill Clinton, el #MeToo es sobre todo patrimonio de los demócratas, constata Jean Sinzdak, directora asociada del Centro para las mujeres en política de la Universidad Rutgers.
Los demócratas tienen más mujeres entre sus filas que los republicanos, y estas legisladoras "hablan más, están más escandalizadas", explica. Una tendencia reforzada por el hecho de que varias mujeres, indignadas por la actitud de Trump, están engrosando el bando demócrata desde los últimos meses.
Con una polarización tal, muchos temen que a pesar de la toma de conciencia que permitió el #MeToo, el movimiento no pueda finalmente saldar la brecha entre hombres y mujeres que perdura en política o en la dirección de empresas.
Incluir a los hombres
Aunque las mujeres, candidatas en cifras récord a las elecciones de noviembre, ganasen todos los comicios donde son favoritas, solo dispondrían de un escaño en cuatro en la Cámara de Representantes, subraya Sinzdak.
El mejor escenario posible es que las mujeres tengan un 24% del Congreso, un récord y un alza en relación al actual 19,3%.
Pero "esta es una maratón, no una carrera corta", dijo la experta.
Las mujeres también deberían acceder a una cifra récord de cargos en los directorios de grandes empresas este año, según un estudio del Institutional Shareholder Services.
Pero la paridad también sigue estando lejos: en junio las mujeres solo ocupaban un 18% de los escaños en directorios de grandes empresas, y presidían un 4% de ellas, indicó esta consultora.
Para llegar a la paridad, hay que evitar "los juicios sumarios" e "incluir a los hombres en la conversación", estimó Lisa Kimmel, presidenta de la rama canadiense del grupo internacional de marketing Edelman.
"La eficacia del #MeToo y su impacto a largo plazo dependerá ampliamente de su aceptación por parte de los hombres, que acepten que hay un problema y que se comprometen a resolverlo, porque siempre son ellos los líderes", dijo.
ES