Abraham Laboriel es músico, productor, compositor, actor; sobre todo, es un apasionado de la música, especialmente del bajo, instrumento que “es el fundamento de la música; cuando me descubrí como bajista, mi vida cambió para siempre”.
A partir de entonces el camino del éxito se convirtió en su compañero. Aunque su humildad contrasta con la grandeza de su talento, no se ufana ni presume que se ha convertido en un bajista indispensable, cuya sensibilidad se ha concentrado en múltiples grabaciones, con George Benson, Ella Fitzgerald, Herbie Hancock y Joe Pass en el mundo del jazz; en el terreno del pop y del rock su virtuosismo ha acompañado a Aretha Franklin, Dr John, Michael Jackson y Robbie Robertson; y en el séptimo arte su talento se ha registrado en títulos como The Color Purple, Nine to Five y Terms of Endearment.
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Emocionado por el reconocimiento que le dará el Consejo Directivo de la Academia Latina de la Grabación el próximo 16 de noviembre en la Semana del Grammy Latino en Las Vegas, comentó a MILENIO: “Me conmueve porque nunca me voy a acostumbrar a pensar que soy parte de la historia musical del mundo”.
Vía telefónica, el músico mexicano radicado en Los Ángeles comparte cómo inició esa historia: “Estoy muy conmovido, y aunque suene un poco cursi, cuando estaba chiquito y caminaba por las calles de la ciudad de México, en la colonia Roma, todos los días en el trayecto a la escuela y regresar pasaba por una discoteca que se llamaba Sala Margurin, que se especializaba en música clásica y jazz. En los aparadores veía las fotografías de esas personas y poco a poco empecé a descubrir su música y a enamorarme de ella. Nunca pensé que tendría la oportunidad de vivir en este país (Estados Unidos), grabar y conocer a todos esos personajes. Para mí solo eran personalidades de un aparador, de una discoteca”.
Y esas personalidades se convirtieron en sus compañeros, en su realidad.
"Sí, recuerdo que una de las primeras personas que conocí –en paz descansé– fue Matthew Seligman, una institución que tenía un centro nocturno, Seligman Night Club, y cuando empecé a grabar con él, yo le decía la profunda emoción que sentía. Él me decía: “No, no Abraham, ni siquiera me hables de eso. Somos colegas. No me digas que cuando estabas chiquito me veías en la portada de los discos”.
Si bien el jazz es su género predilecto, la variedad de ritmos que domina sustentan el reconocimiento.
"Crecí en un ambiente muy abierto a la música del mundo, tengo una versatilidad y flexibilidad que me han ayudado mucho a tener más de un estilo. Cuando me recibí de la escuela de Berklee en Boston, los maestros me dijeron que era importante que no me convirtiera en especialista. Decían que si mi especialidad pasaba de moda, nadie me iba a llamar; que si era versátil, siempre me iba a adaptar a la música".
También viaje por cuatro años con Henry Mancini, él escribió en su libro que es importante que los músicos no se enamoren de sus ideas, porque la vaca de la leche de oro tiene tendencia a envejecer, a convertirse en leche amarga; no se enamoren de lo que están produciendo en su época de oro, porque eso no va a durar. Y eso reforzó en mí la actitud de ser flexible; respetar las diferentes maneras de pensar y sentir musicalmente en las diferentes generaciones del mundo.
¿Cómo ha sido trabajar con tan diversas figuras de la música?
He tenido un sin número de oportunidades de grabar con muchas personas que tienen diferentes maneras de pensar y expectativas de lo que quieren del bajo. Así que lo primero que pregunto es: “¿Qué es lo que necesitas de mí para que yo te ayude, para que la visión que tienes de esta canción se haga realidad?” Y empiezo hacer lo mejor que puedo para tomar en cuenta las instrucciones que me están dando y tocar de alguna manera que sientan que su visión se está logrando. Muchas veces no estoy de acuerdo con lo que me piden y espero hasta que ellos estén contentos; si queda tiempo para seguir grabando, les pido que me dejen experimentar un poquito. Y muchas veces se sorprenden de que mi experimentación no tiene nada que ver con su visión, pero es de su agrado. Y cuando sale el disco a la venta, combinan lo que ellos me pidieron con lo que yo les ofrecí, y se convierte en una colaboración. A raíz de esa manera de ser en los primeros cuatro años que estuve grabando en Los Ángeles me dieron el premio de los bajistas que más contribuyen a las grabaciones.
También desarrollé el hábito de poner mucha atención en lo que le dicen a otros músicos, porque me doy alguna idea para cambiar lo que estaba haciendo en el bajo para que todo encaje mejor. Lo importante es que el cliente se vaya contento.
¿Cuándo descubre que el bajo sería su compañero de vida?
En México teníamos un grupo que se llamaba Los profetas, y el bajista del grupo –en paz descanse– era Fernando Baena, el hijo de Federico Baena; yo le enseñaba las líneas de bajo que tenía que tocar. Yo era el guitarrista, pero el bajo siempre me atrajo. Entonces, le decía: “En esta canción toca de esta manera y en esta toca de esta otra manera”. Fernando, que era un músico excepcional, respetaba mis instrucciones.
Por ser travieso, perdí la yema del dedo índice de la mano izquierda que es básico para las pisadas. Mi papá me dio clases de guitarra cuando tenía seis años, con los tres dedos restantes. Y cuando llegué a Berklee me recibí como compositor, declarando la guitarra como mi instrumento principal, y después de dos años descubrí que podía tocar el bajo eléctrico y mi vida cambió para siempre, porque para el bajo eléctrico no necesita la yema del dedo índice. Y entonces las puertas se me abrieron de par en par, pero la Secretaría de Educación de Estados Unidos no reconocía el bajo eléctrico como instrumento legítimo porque ninguno de los grandes compositores clásicos había escrito algo para bajo eléctrico, por lo tanto no me podía recibir como bajista.
Los dos últimos años que estuve en Berklee todo el trabajo que hacía era con el bajo, y los maestros me daban permiso de hacer todas mis cosas tocando el bajo. Y eso me preparó de manera maravillosa para mi carrera entera.
Su sensibilidad también ha quedado registrada en el cine.
Si, tengo muchas bendiciones con las películas, ayer empecé a escuchar un poquito de la película 48 horas, que empieza con el bajo solamente, es de las primeras cosas que hice cuando vine a vivir a Los Ángeles, y no podía creer que las puertas las he tenido abiertas desde siempre. El bajo es mi compañero y estoy totalmente enamorado de la música.
¿Qué consejo le daría a quien ha adoptado este instrumento?
El que siempre doy cuando hago mis clínicas y seminarios: el bajo es el fundamento de toda la música porque todos los acordes reciben su nombre a través del bajo; es el que decide si la nota se llama do, re o mi. El problema es que se ha convertido en un instrumento de mucho virtuosismo, tristemente a los bajistas se les olvida que tienen que tocar la parte que da fundamento a toda la música. Los bajistas modernos están tocando tantas notas y tanta complicación, que nadie sabe realmente en dónde está el fundamento.
El consejo que les doy es que antes de ser virtuosos y tocar líneas complicadas, estén muy conscientes de cuál es la nota que les da fundamento a la canción y a los acordes; si se van a desviar de eso, que lo hagan intencionalmente y no por el simple hecho de respetar su virtuosismo se les olvida qué es lo que están tocando. Si van a ser virtuosos todo el tiempo, van a necesitar a otra persona que toque el bajo.
¿Qué más le ha dejado su profesión?
Mi papá era compositor, cantante, guitarrista y actor; yo he tenido oportunidad de funcionar dentro de la música en todas esas facetas; la composición es algo que también me apasiona. He tenido la oportunidad de orquestar algunas cosas y de cantar otras, pero mi pasión es acompañar a otras personas y ser el fundamento sobre el cual se construye toda la música.
Cada vez que me doy cuenta que el bajo es el fundamento, que me dejan funcionar de esa manera, siento que me gané la lotería, porque es maravilloso tocar una línea de bajo y luego ver todo lo que sucede alrededor de esa línea.
Claves
Ya es leyendaEl bajista ha participado en más de 4 mil grabaciones con figuras como Larry Carlton, Dave Grusin, Stevie Wonder, Luis Miguel, Ray Charles, Madonna, Paul Simon, Quincy Jones y Keith Green.
La revista Guitar Player lo describe como: “El bajista de sesión más ampliamente utilizado”; mientras que Larry Carlton dijo: “Hay muchos grandes intérpretes de bajo en este mundo, pero hay un solo Abraham Laboriel”.
DAG