¿Puede una mentira acabar con la vida de miles de personas o tumbar uno de los imperios más importantes del siglo XX? Esta y otras muchas cuestiones son las que estudia Chernobyl, la nueva miniserie de Jared Harris, Stellan Skarsgaard y Emily Watson que se estrenó este martes en HBO y en la que se narran con minuciosidad los días posteriores a la catástrofe nuclear más importante de la historia.
Ocurrió a la 01:24 horas del 26 de abril de 1986, cuando los operarios del reactor 4 de la central nuclear ucraniana se preparaban para llevar a cabo una comprobación rutinaria de seguridad.
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Dos explosiones generadas a partir de problemas de diseño y deficiencias en la formación de sus empleados quebraron la calma del pequeño pueblo de Prípiat, y de paso pondrían en jaque a la Unión Soviética y al desarrollo de una fuente de energía que no ha sido capaz de recuperarse del todo desde entonces.
"Cuando sucedió yo estaba en Londres. Recuerdo que en las noticias decían que había una nube que venía desde Europa del Este y que podría descargar aquí en Inglaterra", explica Jared Harris en un encuentro con medios en la capital británica.
"Se nos recomendaba que si llegaba no saliéramos a la calle mientras lloviera, que no bebiéramos leche, que no tomáramos setas, que no comiéramos cordero... Fue una situación que duró más o menos una semana hasta que la nube se desplazó finalmente hasta el Atlántico, pero viendo la serie te das cuenta de que esa alerta debió haber durado en realidad tres o cuatro meses".
Para la Unión Soviética, el hecho de aceptar que uno de los orgullos científicos del país -como eran sus reactores RBMK-1000- hubiera fallado suponía una verdad tan dura de admitir que, en un primer momento, y tal y como cuentan los cinco episodios de la serie a la perfección, el primer acto reflejo de todos los altos mandos implicados fue negarlo, intentando no mostrar debilidades a los enemigos externos y buscando mantener la confianza de la población.
"Cuando tienes una ideología que consideras infalible, ya sea el comunismo, una religión o cualquier otra, debes suprimir cualquier cosa que amenace esa condición, lo que supone empezar a mentir prácticamente de inmediato", explica Stellan Skarsgaard, que interpreta a Boris Shcherbina, líder de la comisión gubernamental de la URSS al mando tras el desastre.
"Esa infalibilidad siempre es peligrosa. Creo que hoy, con la creciente pérdida de fe en la ciencia, el conocimiento y la verdad que hay es bueno que recordemos este tipo de cosas", comenta el actor.
Las cifras de la catástrofe siguen sin estar claras, ya que la mayoría de las víctimas padecieron los efectos de la radiación durante muchos años, pero todos los estudios coinciden en que serían varias decenas de miles los muertos a causa del accidente. Las consecuencias para el medio ambiente, además, seguirán teniendo impacto durante 500 años.
"No sé lo que habría hecho de haberme visto envuelto en una situación así. Supongo que todos esperamos ser valientes y hacer lo correcto, pero en realidad nunca sabemos cómo vamos a reaccionar hasta que nos enfrentamos a un desafío como éste", reconoce Harris, que interpreta al director del Instituto Kurchatov de Energía Atómica y jefe de la comisión que investigó las causas del accidente, Valery Legasov.
"El problema es que la gente que falleció ni siquiera tuvo la oportunidad de elegir. Si se les hubiera contado la verdad desde el principio seguramente se habrían llevado a sus hijos de allí. Por eso creo que Chernóbil fue de alguna forma el comienzo del fin de la sociedad soviética. Fue una de las razones que llevaron a la gente a sentir que se les estaba engañando".
jos