Adrián Uribe es uno de los comediantes y rostros de la televisión más conocidos por el público mexicano; su participación en programas como La Hora Pico, le valió para demostrar su gran sentido del humor y carisma.
Proveniente de una familia sin un solo artista, Adrián tuvo que luchar contra todo, incluso su salud, pasando por algunos momentos de vida y muerte en la sala de un hospital. Durante el programa Pinky Promise, Uribe relató la ocasión en que, a causa de una peritonitis, estuvo a punto de morir.
- Te recomendamos José Manuel Figueroa recuerda los regaños de Joan Sebastian; "regañaba con poesía" Espectáculos
“Hace cuatro años que estuve en el hospital, no sabía lo que iba a pasar con mi salud; estuve muy grave. A raíz de una complicación en una hernia umbilical, me pusieron una malla, pero pasaron los años y mi cuerpo la rechazó. Llegué al hospital, me operan y me comienza a dar temperatura y resulta que me había dado una peritonitis; yo tuve tres”, reveló durante el programa.
La peritonitis es la inflamación del peritoneo, una membrana suave que recubre las paredes abdominales internas y los órganos dentro del abdomen, la cual generalmente ocurre a causa de una infección bacteriana o micótica.
Adrián fue sometido a terapia intensiva y en una de esas noches, recuerda que tuvo una charla con Dios en la que rendía y ponía su vida en sus manos: “Estuve 15 días en terapia intensiva. Llevaba tres noches sin dormir; lloraba, estaba angustiado porque no quería morirme. Una noche me sentía muy cansado, me rendí, dije ‘yo no tengo el control si me voy a morir o no, no depende de mí, depende de allá arriba’ entonces, yo me acuerdo de que hablé con Dios y dije ‘señor, yo aquí estoy, si es mi momento, llévame, pero yo quiero vivir; yo quiero tener una familia; yo quiero volverme a casar; yo quiero tener una hija; tengo muchas cosas por las cuales estar en este mundo, pero aquí estoy’”.
Como un milagro, Adrián Uribe comenzó a mejorar a partir de ese momento. Años después, todos esos planes que le contó a Dios se fueron realizando y hoy está felizmente casado y tiene una hija.
“Me dormí y gracias a esa reflexión que tuve, otro día desperté y me pasaron a terapia intermedia y empezó todo a mejorar”.
DAG