“Te robaste mi calma, mami, te juro que tú eres mi karma”, canta Christian Nodal y mira a la cámara fijamente. Es el videoclip de “La intención”, la colaboración que hizo con Peso Pluma y lanzó a finales de enero de 2024.
Nodal aparece a cuadro en el segundo 45, es el artista que firmó su primer contrato a los diecisiete años y, desde entonces, ha llevado la música regional fuera de su país. Viste de negro con sombrero vaquero, entre otros extras con atuendos parecidos. Lo que lo distingue, además de los conocidísimos tatuajes de su rostro, es la joya de oro blanco que cuelga de su pecho.
Tiene una cruz y dos cadenas. La pieza es de sus favoritas. El sonorense la volvió a utilizar un par de meses después, en marzo, para el concierto que organizó la revista Billboard dentro del festival de cine y música ‘South by Southwest’, que se realiza en Austin, Texas; en mayo la portó nuevamente para las fotos promocionales de su gira “Pa’l Cora”; y en junio para las escenas del tema “Kbron y Medio”.
La cruz parece estar formada por espadas que atraviesan una calavera rodeada de girasoles. Sus broches tienen forma de ataúd y los diamantes están moldeados con cortes distintos: marquise, baguette, esmeralda y corazón. Toda, desde los bocetos hasta el engaste, fue hecha a mano.
La pieza que lleva Nodal pertenece a Braggao, una marca que aspira a convertirse en referente de la alta joyería. Antonio García es su fundador y CEO. Y uno de los artífices de la moda del exceso que utilizan varias celebridades. También provee de piezas para quienes abrazan el llamado estilo “bélico”.
“En esta joya hablamos de muerte, vida y amor. Y la calidad de manufactura es mundial, como Cartier o Tiffany”, dice García, un joyero que roza los treinta años, en el penthouse de un hotel cerca del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde atiende reuniones de trabajo, antes de regresar a Guadalajara, Jalisco. Viste un traje negro que le cubre la mayoría de los tatuajes de su mano izquierda, pero alcanza a revelar el brillo de dos cadenas y un reloj. Dice admirar a Jacob Arabo, de la firma de lujo Jacob & Co. Estoy sentado frente al joyero de los íconos más famosos del corrido tumbado.
“La joyería va formando parte de tu vida, tu esencia, estilo. Te da seguridad, proyectas esta sensación de éxito, poder. Y eso les encanta a los artistas, empiezan con una pieza y ya no pueden parar, les encanta este mundo”, confiesa.
Conoció a Nodal hace más de un lustro antes de que sus romances tuvieran mayor eco mediático que sus canciones. Antes de ser el primer artista en colocar una canción de música regional, “Botella tras botella”, en Billboard Hot 100, la lista de los sencillos más vendidos en Estados Unidos.
Antes de tener más de mil 493 millones de reproducciones en una canción, le escribió un mensaje a García: “Me encanta tu joyería, pero voy empezando, ahorita no tengo el recurso”. El joyero, que en ese entonces estaba en una situación similar, respondió: “Estoy igual, pero me gustaría que probaras mi talento”.
Un dije de plata con las iniciales del cantante, CN, fue la primera pieza que García le mandó de regalo. Como agradecimiento, Nodal la lució al abrir un concierto de la banda sinaloense Los Plebes del Rancho en Zapopan, en junio de 2017. También la mostró en sus historias de Instagram.
El efecto fue inmediato: el joyero comenzó a recibir mensajes de otros artistas. “Vi lo que le hiciste a Christian, quiero algo”, le decían. Esta relación con el cantautor, aunado a los diseños irreverentes de su joyería, como un dije con la forma de botella Dom Pérignon, la opción de venta en línea y sus redes sociales –donde la marca acumula 250 mil seguidores, en Instagram–, favorecieron su crecimiento.
Posicionada entre los nuevos talentos de la música regional, la marca se expandió a artistas del rap, el pop y la música urbana. Actualmente, presume que sus clientes más destacados son Nodal, Peso Pluma, Natanael Cano, Junior H, Lenin Ramírez, Kenia Os, Gera MX y Alemán, referentes musicales menores de 35 años pero con millones de escuchas en plataformas de streaming. Igual con influencers, como Juca y El Abelito.
“La primera cadena de diamantes que compró Peso Pluma fue con nosotros: una de oro blanco con corazones, que casi siempre se la veo. Ya después le empezamos a crear un tipo de joyería más exótica, como los grillz de diamantes para los dientes”, cuenta sobre su relación con el cantante, que en abril de 2024 se convirtió en el primer mexicano con una posición estelar en el Festival de Música y Artes de Coachella Valley, en California.
A Hassan Emilio Kabande Laija lo conoció durante la grabación del videoclip “Ando enfocado”, una colaboración con Jaziel Avilez y Codiciado, que se estrenó en noviembre de 2022.
“Presté algunas joyas para que las sacaran y ahí empezó la relación de negocio y amistad. Aunque él casi no compra joyas, es más de relojes”.
Otro ídolo es Junior H. Para él creó Lamento escarlata, pieza de oro blanco que parece un corazón pero, gracias a un mecanismo interno, se abre y muestra una calavera cubierta por una pañoleta con la frase ‘Sad Boyz’.
La conversión de un joyero
Antes de ser experto en piedras preciosas, Antonio García trabajó en contabilidad y bienes raíces. Un día, caminando por la zona centro de Guadalajara, llegó al Magno Centro Joyero San Juan de Dios que, con sus más de 700 locales, se promociona como “el centro comercial joyero más importante en Latinoamérica”.
Cientos de vitrinas llenas de piezas relucientes lo deslumbraron. Ahí recordó la ocasión que su mamá le prestó una joya familiar, “una cadena que mi abuelo le había comprado a un cardenal”, para salir con sus amigos en una noche de fiesta. “Me sentía imparable”, agrega. Necesito ser parte de esto, pensó. Buscó trabajo en el lugar, lo consiguió y empezó su camino desde cero.
Aprendió las técnicas de fundición y los tipos de quilataje gracias a talleres y consejos de colegas. Se sintió más a gusto con el diamante, por su brillo, que con los colores del zafiro, el rubí o la esmeralda. Hizo contactos y sus primeras ventas. Hasta que se dio cuenta de la monotonía que impera en aquella “capital joyera”.
“Había los mismos modelos en todos lados; los mismos tejidos de cadenas, dijes y anillos. Teniendo buenos artesanos y talleres, ¿por qué no creamos nuestros propios estilos?”, se preguntó y eso detonó la creación de su propio proyecto, Braggao.
De comenzar hace siete años con ventas en Facebook, su sitio web se jacta de un “proceso artesanal”. Veo dijes, cadenas, pulseras –o pulso, como dicen los joyeros que visten a estas celebridades–, anillos, aretes y estuches. García hace piezas personalizadas solo si superan los 100 mil pesos.
Una de sus joyas más vendidas es un camafeo, un diamante con una figura tallada en relieve, que vale 38 mil 689 pesos; le sigue una medalla de la Virgen, de 30 mil 897 pesos; y un anillo con diamante baguette, de 98 mil 008 pesos. Resalta la figura de un fantasma que mide cinco centímetros y cuesta 92 mil 799 pesos.
Dos piezas superan el medio millón de pesos: una pulsera estilo tenis de 556 mil 800 pesos y una cadena de 544 mil 857 pesos. Los diseños para Nodal, Peso Pluma o Junior H también se muestran, pero sus costos se mantienen reservados.
“Mira lo rico que soy ahora”
“Antes, si veías a un Gerardo Ortiz o un Alejandro Fernández, no tenían nada de joyería; a lo mejor un reloj sin diamantes. Pero casi siempre existen fusiones entre la música y su vestimenta, accesorios, estilos de video. Me imagino que en algún momento tenía que haber el cruce con la joyería”, dice García.
Juan Carlos Ramírez-Pimienta, escritor y docente de Estudios fronterizos en la San Diego State University-Imperial Valley, en California, entiende el fenómeno de ostentar accesorios de precios exorbitantes como “una estética del exceso”. Para el también autor del libro Cantar a los narcos (Editorial Planeta, 2011) no es algo nuevo, sino que retoma la tendencia que se cimentó en la escena hip hop de Estados Unidos a finales de los ochenta: joyas, carros, fajos de billetes, bebidas y ropa de marcas lujosas para ‘mostrar estatus’.
Antonio García coincide en que el hip hop estadounidense provocó la simbiosis entre el lujo y la música, que luego empapó a México.
El jalisciense rememora lo que un artista le dijo sobre su gusto por las joyas: “Tengo que salir a los conciertos lleno de joyas porque eso proyecta éxito, todo mundo que me ve, dice ‘Este chavo es exitoso’”.
Sobre esta forma de validarse, Ramírez-Pimienta comenta: “En el caso de los cantantes de música regional, muchas veces provienen de un estatus socioeconómico bajo y el mostrar estas joyas es una manera de decir ‘Mira lo rico que soy ahora’. Es aspiracional, pero los verdaderamente ricos no hablan de dinero”.
El docente también responsabiliza a las redes sociales de que cada vez haya más artistas dispuestos a cargar varios kilos de metal en el cuello. “¿Qué caso tiene que traigas una cadenota de dos kilos si nadie te está viendo?”.
Durante los Premios Grammy de febrero pasado, en redes sociales llovieron fuertes críticas a Peso Pluma por usar joyería de diamantes sobre su sonrisa, que parecían dientes podridos. Esto lo reportaron diversos medios internacionales como NBC.
Ante las críticas por lo excesivo y superfluo del estilo “bélico” que portan las celebridades del corrido tumbado, García deja claro que la joyería “llegó para quedarse” y que su labor solo es “ayudar a que resalte la belleza”.
Antes de finalizar la entrevista en este hotel, lo escucho hablar del futuro. Para convertir a Braggao en “la primera marca de joyería mexicana disruptiva en el mundo”, fichó a Nodal y Peso Pluma. Su siguiente paso será romper el estereotipo de que la joyería es solo para mujeres: “Ahora los hombres están experimentando con su imagen”. Posteriormente irá a un cara a cara con Cartier y Tiffany.
“Queremos competir contra los grandes, levantar la mano”, dice el joyero quien, aunque gusta del regional, prefiere el mariachi.
Yair Hernández es periodista especializado en temas de cultura y entretenimiento. Actualmente trabaja como reportero para Milenio.
CMOG