Bárbara Colio: “Los únicos efectos especiales en 'Familia' son las emociones”

La coguionista celebra que la película esté en el top 10 de Netflix en su primera semana de exhibición, y destaca la colaboración y apertura de Rodrigo García Barcha, director de la cinta e hijo de Gabo.

Bárbara Colio se siente orgullosa de su película "sin narcos, sin violencia y sin sexo". FOTO: Jesús Quintanar
José González Méndez
Ciudad de México /

"Familia es una película sobre las personas y no hay más efectos especiales que sus emociones”, sostiene Bárbara Colio, coescritora de la cinta que se mantiene en el top 10 de Netflix a una semana de su estreno.

“Es una película sin balazos, sin narcos, sin violencia y sin sexo, y eso me enorgullece”, añade la directora teatral, quien dio el salto al cine de la mano de Rodrigo García Barcha, director y también coguionista en este trabajo.

Sobra decir que tampoco es una película sobre Gabriel García Márquez, padre de Rodrigo, por más que algunos vean en el protagonista, Daniel Giménez Cacho, visos del autor de Cien años de soledad.

“Mi encuentro con Rodrigo fue muy afortunado, porque nos entendimos muy bien en la cuestión de qué se quería lograr con la historia, pero sobre todo para dónde no queríamos que fuera”, precisa Colio en entrevista.

Familia no es la historia de un padre autoritario o de un patriarca en su otoño, no enarbola banderas feministas y menos es un desdoblamiento psicológico del director. Es una apuesta por mostrar las relaciones humanas que unen a una familia reunida para decidir la venta de su rancho.

“Una coincidencia entre Rodrigo y yo es que, como escritores, no pretendemos contar una historia con una anécdota inquebrantable en la que todo mundo entienda lo mismo. Lo que intentamos es tejer la serie de emociones complejas que distinguen a esta familia, que son las que tenemos todos los seres humanos, y hurgar ahí.


“La clave era mostrar cómo se complejizan esas relaciones: hay mucho amor, mucha frustración, nostalgia, cosas no resueltas, miedos y muchas cosas que se han hecho por seguir un deseo ajeno y no el propio.

“Si cada espectador o crítico ve una historia distinta quiere decir que la película triunfó, que lo hicimos bien”.

¿Cómo se dio este salto del teatro al cine?

Rodrigo García me contactó, porque iba a dirigir esta película. Tenía el guion de una familia de Estados Unidos, pero cuando Netflix quiso producirla se decidió que se hiciera en México y entonces hubo que trasladar esa primera idea a un ambiente mexicano. Ahí es donde entro yo. Cuando él me habló ya había leído dos obras mías y sabía que mi voz autoral se podía entretejer con la suya.

Fue idea de Colio, por ejemplo, que la cinta se rodara en Baja California, específicamente en el Valle de Guadalupe, con locaciones en Tijuana, y que la familia fuera transfronteriza.

¿Cómo fue trabajar con Rodrigo García?

Fue un trabajo arduo, pero gozoso, hasta puedo decir que fue fácil porque hubo una gran comunicación. Hablamos mucho por teléfono, WhatsApp y Zoom. Él vive en Santa Mónica, California, yo en Ciudad de México, así que nos dejábamos mensajes hasta de 15 minutos para hablar sobre un personaje, una línea o una palabra. Todo fue fácil porque Rodrigo sabe trabajar muy bien en equipo y tiene muy claro lo que quiere.

En notas y críticas todos encuentran una historia distinta: el padre autoritario, el ángulo feminista y hay quien ve ecos de García Márquez en el protagonista.

Es un crisol de personajes que integran una familia, que no tiene nada de extraordinaria: se reúne cada mes en un rancho para comer y tienen sus propias vidas y actividades. La clave fue mostrar cómo se complejizan las relaciones entre ellos. Están tratando de desatorar un nudo que aparentemente puede ocurrir si se vende el rancho, aunque al final esa gente seguirá igual de atorada como cualquiera de nosotros. Si cada quien ve una historia distinta quiere decir que la película triunfó y significa que lo hicimos bien.

¿Es una historia feminista?

No encasillaría a Familia en ese término, porque nunca fue el objetivo. Lo que hay son mujeres que tratan de actualizarse ante los nuevos lenguajes, al igual que el patriarca, que lucha por quedar bien con las nuevas tendencias y dice “hay que tener huevos”, para luego corregirse: “hay que tener ovarios”.

Hay quien psicoanaliza la película y encuentra un asunto freudiano de matar al padre…

Ese desprendimiento psicológico ocurre en todas las películas, porque hablamos de seres humanos, pero en Familia no hay más efectos especiales que las emociones de las personas. Hay una mesa, una cocina, un patio, un porche donde la gente se reúne para hablar.

Te veo muy entusiasmada por el estreno mundial.

Me pasa igual cuando una obra de teatro mía se estrena en otro país, aunque aquí hablamos de que todo el mundo puede ver la película al mismo tiempo. Es una emoción nueva: nervio, revoloteo, alegría y miedo.

¿Qué sigue para Bárbara Colio?

En enero estreno la obra Marina e Isabel en el teatro El Galeón. La escribí en pandemia y ya ganó un premio nacional de dramaturgia. Es diferente y arriesgada. Además espero seguir en el cine, porque es un lenguaje con el que siempre me he identificado.

La película va bien.

En sus primeros días estuvo en el tercer lugar en Netflix, lo cual es bastante bueno. Ahora tendrá que librar sus propias batallas. Habrá gente que se aburra, otra que cambie de película y algunos más la verán tres veces.

¿Qué tanto cambió el guion desde la propuesta inicial?

Lo primero fue traducirlo del inglés y hubo algunas batallas con Rodrigo por personajes y algunos detalles, pero al final la historia es tan mía como de él.

MGR​

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