La historia del profesor Amaranto Molina es una de amor a la música y de la capacidad de ver más allá que las fórmulas que se imponen en la industria; la similitud en ese sentido con la vida y obra de Vives, quien lo interpreta en la historia, la vuelve aún más entrañable.
Ante el nuevo reto de enseñar música en un instituto que siempre elige a cinco alumnos para que sean los favoritos y la banda impulsada por la escuela y disquera que los patrocina, Molina descubre rápidamente que los más profundos talentos no son los más obvios ni prefabricados. Con esto en mente, nos sentamos a platicar con el colombiano al respecto.
Cuando pones energía musical tan positiva, como con tu música, le hace bien al mundo. ¿De eso trata esa serie?
Sí, definitivamente. Hay muchas cosas de ese profesor que tienen muchísimo que ver con ese aprendizaje de todos estos años.
Las fusiones que has logrado en tu música se ven reflejadas en la serie, ¿fue un reto?
Muchos piensan que el reguetón se acaba de inventar, que es una cosa nueva; en la música no hay nada nuevo. Vienen modas y marcas, le ponen un nombre, y detrás del reguetón vienen unos patrones muy antiguos. Algunos vienen de África y vamos a encontrar semejanzas anteriores a esos ritmos ahí, y en la cumbias. Aunque no se llamaba así, en aquellos primeros orígenes del sonido de Panamá se usaban acordeones, como se usan en los vallenatos. Es bueno contarle a las nuevas generaciones que estamos conectados. Que todos dependemos de todos. Que la música es en sí una fusión. Es más, yo ni usaría la palabra fusión porque eso ya somos por el mismo hecho de ser lo que somos. Uno por ser mexicano tiene algo de azteca, de español. Somos una mezcla de todo. Primero los pueblos sirios y libaneses. Luego vinieron los judíos, somos una mezcla de cosas. Así se expresa nuestra cultura. Es muy lindo poder contarle a la gente cómo la música nos conecta a partir de nuestra localidad hasta el mundo.
Y a pesar de nuestras diferencias, la música ahí está.
Es verdad. Lo digo como artista y como mi personaje, ante una industria que siempre trata de uniformarte, te dicen: “Tú tienes que verte así y cantar esto”. Al final lo que busca la serie es esa diversidad, cómo somos de ricos y lo que traemos, lo que somos, nuestras identidades y herencias de lo que nos enseñaron en casa; cómo podemos defendernos en la vida. Y cómo podemos encontrar ese plus, diferenciarnos y ser llamativos. Y cómo al final ser originales. Porque hemos vivido en nuestros países por nuestra historia, colonias, y todas las cosas que luego nos hacen no valorar la originalidad y copiamos, copiamos y copiamos. Así que, de alguna manera, el personaje del rector Kramer representa a esa industria, y mi personaje, Molina, es un poco el historiador que ha descubierto, por las cosas que le pasaron en la vida y que irán descubriendo al ver la serie, que es así. Tiende puentes.
Ese es un gran regalo, ¿no?
Mira, cuando yo empezaba a cantar, a encontrar mi pop a partir de mi vallenato, a mí me decían: “Tú no tienes cara para cantar vallenatos”. Y pues, yo soy colombiano. ¿Qué cara? Habémos de todo: blancos, negros, chinos, todos somos de distintos colores y podemos hacerlo. Pero había eso. Si tu tenías cara de galán de televisión entonces te exigían que cantaras balada. No podías hacer otra cosa.
Claves
En streamingSon diez episodios que ya se pueden ver en todo América Latina de Club de Graves, a través de la plataforma de Disney+.
Otra vez
La serie marca el regreso a la actuación de Vives, quien se declaró muy emocionado por el reto y por lo que puede prestarle de su propia experiencia a su personaje
DAG