Al centro de Azulísimo - uno de sus restaurantes-, el chef Ricardo Muñoz Zurita dio la bienvenida a los comensales que asistieron a la cena que ofreció en colaboración con champagne Taittinger, y fue preciso al destacar el respeto que tiene por la comida mexicana, pero también confesó sus "amores" por otras gastronomías.
"Esta noche voy hacer un par de fusiones, cosa que nunca hago porque soy muy estricto con la cocina tradicional mexicana, pero también tengo muchos amores, uno es Francia, otro Italia, y uno más China así que estoy rodeado de amor", enfatizó.
Enseguida añadió: "Tengo una fascinación muy particular por el champagne y está noche tengo un complice"; entonces Clement Wiart, embajador de champagne Taittinger, se unió a la escena para destacar que la marca será patrocinadora oficial de la Copa Mundial de Futbol 2026, procede de "una de las bodegas más antiguas, pues su historia inicio en 1732".
Unos minutos después inició la conquista al paladar y con ella la lección que ofreció el también investigador de la gastronomía mexicana; pues a la presentación de cada platillo precedió un cúmulo de datos que ilustraron sobre los platillos, ingredientes y hasta historia de la forma de preparación.
Un chile jalapeño marco el inicio de la cena y también la revelación del amorío que el chef guarda con cada preparación que crea.
"Vamos a iniciar con un Chile jalapeño relleno que viene de mi niñez, y sin querer empezamos con mi niñez y juventud, porque es un sabor con el que crecí", expresó al tiempo que el platillo llegaba a las mesas.
Y añadió: "En Jalapa se acostumbra a rellenar los chiles jalapeños y hay una época del año que se hacen con pescado porque en la cuaresma suele ser atún".
El ameno ambiente y la cálida atmósfera de invierno fueron el marco ideal para que el anfitrión siguiera con la revelación de sus amores.
"Viví en París y estudié en Le Cordon Bleu, aunque de eso como de otras cosas de mi vida no estoy muy interesado que se sepa", dijo acentuando su comentario con una pícara sonrisa, para luego añadir:
"En la comida francesa hay muchisimas cosas deliciosas, pero hay algo que es irrepetible, al menos no he visto algo similar, es el foie gras, es potente, fuerte, maravilloso", dijo cuando el siguiente platillo ya estaba en las mesas.
Para el tercer plato reveló su gusto por la comida china y lamentó que no existan buenas propuestas.
"Otro gran amor, que es muy incomprendido e injusto porque en México y en muchos países no tenemos buenos restaurantes, es la comida china".
Entonces su pasión se materializó en lo que definió como "un arroz gomoso, es arroz como pegajoso, muy sabroso y tiene muchos otros compuestos".
Además explicó: "Una de las grandes magias que tiene este arroz es que se envuelve en hoja de loto, nos costó trabajo encontrarla, y no la quise perjudicar metiéndole adorno; entonces nos van a servir un arroz gomoso, envuelto en la hoja, y cada quien lo va a desenvolver con sus manitas", explicó al tiempo que la preparación ya provocaba la curiosidad de los comensales, poco más de 50 personas que daban especial atención a las indicaciones.
Y es que en ese momento volvió a compartir la atención de los invitados con el embajador de Taittinger, quién sugirió un champagne rosado para el maridaje.
El cierre previo al postre llegó con un mole, chichilo negro, de los favoritos del chef, quién explicó detalles de la grandeza de tan especial preparación.
"Esta receta es de las que más trabajo me costo conseguir porque cuando les preguntaba a los oaxaqueños, por supuesto que sabían hacerlo, pero un buen día llegué a un restaurante y descubrí una cosa espeluznante. Y lo curioso de este platillo, que es sumamente zapoteca, aunque está nombrado en nahuatl, es que viene de achichinar, es decir, quemar, tostar".
La emoción en la descripción que hizo el chef respecto al origen de su siguiente platillo se mantuvo cuando añadió:
"Los ingredientes que lo componen se tienen que quemar y de ahí sale el sabor quemado, pero hay que saber quemar los ingredientes para lograr un balance exacto porque el reto es quitar el amargor por lo quemado".
Además, el experto en cocina mexicana ilustró:
"Es el mole de los entierros", dijo comparando el sabor del chichilo "al trago amargo por el que pasa la familia del difunto en un entierro".
Para cerrar la fiesta de sabores llevó a los comensales por Italia.
"Había mucho de donde cortar para el cierre y quería poner a mi otro gran amor (Italia)... porque aprendí a hacer el tiramisú - que creo que me queda bien-, pero lo pensé y lo pensé y terminé con una conclusión. En los Valles Centrales de Oaxaca, cuando un bebé nace si es niña se hacen tamales rosas, pero si es niño se hacen tamales de chocolate; y yo no puedo pensar en la comida mexicana sin chocolate, ese sabor que conquistó al mundo entero", enfatizó cuando la amalgama que creó para endulzar el paladar llegaba a la mesa, así como la propuesta de champagne que se propuso para el gran cierre de la velada.
OAGP