“Hasta que te mueras no puedes decir ‘ya la armé’, tienes que estar dándolo todo”, dice Adriana Paz, la primera actriz mexicana en ganar el premio a Mejor interpretación femenina durante la pasada edición del Festival de Cannes, por su participación en la película Emilia Pérez (2024).
Paz acudió a la edición 27 del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (Giff) para dar una charla magistral y recibir un homenaje por su laureada trayectoria; a sus 44 años, en sus vitrinas lucen tres premios Ariel, un galardón de Mejor actriz del Festival de Cine de Morelia y el reconocimiento de Cannes, que comparte con sus coprotagonistas en el filme del director francés Jacques Audiard: Selena Gomez, Zoe Saldaña y Karla Sofía Gascón.
Al recordar estos logros sonríe, aunque de inmediato sentencia: “Los premios no son todo, al final hay que seguir chambeando, picando piedra”.
En entrevista con MILENIO, la actriz revela que teniendo tales triunfos ha recibido varios ‘no’ por respuesta. También ha pasado dificultades económicas: “Se acaba el dinero y lo tienes que estirar”. Afortunadamente, tras el impacto mundial de Emilia Pérez, las cosas han cambiado para bien: “La vida es otra cosa”.
Lo que no cambia es el sentimiento del que parte su actuación: el dolor. “Me conmueve muchísimo el dolor que pueden vivir ciertas personas, entenderlo y sentirlo nos puede hacer más amables. Yo intento transformar esa energía”.
Su película más reciente, Arillo de hombre muerto (2024), del director Alejandro Gerber Bicecci y parte de la programación del Giff, la situó en el rol de Dalia, una mujer que enfrenta la desaparición de su esposo.
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A nivel personal, la egresada del Colegio de Literatura Dramática y Teatro, de la UNAM, ha atravesado suplicios, destacando la muerte de su abuela:
“Llegue a verla y sentí cómo se enfriaba mientras estaba abrazada, me costó trabajo perdonarme; la culpa es una emoción muy destructiva”.
Para eximir este dolor, tanto propio como lo que se impregna de sus personajes, acude a su contraparte, el amor.
“Es vital para lo que haces, contigo mismo, con tu familia. Ante las circunstancias (de dolor) que aparecen, con amor puedes trascenderlas, es una fuerza muy poderosa”.
Recuerda a La Tirisia (2014), cinta en la que se puso en la piel de Cheba, mujer de la mixteca poblana sumida en la desesperación y el olvido, como uno de los momentos más importantes de su carrera, pues le brindó su primer Ariel en la categoría de Mejor actriz —en 2009 estuvo nominada por Rudo y Cursi—, compitiendo con Ilse Salas, Karina Gidi, Irene Azuela y Cassandra Ciangherotti.
Aunque en esa ceremonia celebrada en el Palacio de Bellas Artes la pasó mal: “Fue estresante porque había mucha expectativa, era la menos conocida y estaba nerviosa. No lo disfruté como hubiera querido y mi discurso fue horrible”.
Con el tiempo, sabiéndose “visceral”, Adriana Paz ha aprendido a controlar sus emociones y a valorar cada logro y etapa.
“Hay quienes dicen que los Arieles sirven para empujar la puerta, pero no. Los Arieles son importantes, son significativos”.
Y a “tomártelo en serio, pero no tan en serio”, porque, reitera, “no puedes decir ‘Ya tengo esto’, porque la vida se encarga de decirte ‘No es cierto’”.
MGR