En 1985, el fiscal Julio César Strassera tenía en sus manos un juicio histórico para Argentina que decidiría el futuro del país. Strassera era el encargado de defender a las víctimas de la última dictadura y era un pionero al tratarse del primer juicio civil contra juntas militares en el mundo.
Un año antes, el 2 de octubre de 1984, por orden del presidente Raúl Alfonsín, se había decidido que los represores de la dictadura no fueran juzgados por tribunales castrenses, sino que pasaran a la justicia civil para enfrentar un juicio justo.
Los acusados eran Jorge Rafael Videla, teniente general del Ejército Argentino; Emilio Eduardo Massera, almirante de la Armada Argentina; Orlando Ramón Agosti, brigadier de la Fuerza Aérea Argentina; Roberto Eduardo Viola, teniente general del Ejército Argentino, entre otros.
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Los delitos: homicidio, privación ilegal de la libertad y tortura cometidos de manera sistemática durante la dictadura de 1976 a 1983.
La película Argentina, 1985 protagonizada por Ricardo Darín en el papel de Strassera, que se estrena este fin de semana en cines selectos y debuta a nivel mundial el 21 de octubre en el servicio de streaming Prime Video, retrata la lucha del fiscal por ganar el caso, sus estrategias legales, sus temores como padre de familia y las horas de estremecedores testimonios de víctimas que fueron presentados durante el juicio.
Tras ganar el premio del público en el Festival de Cine de San Sebastián, el filme, que también incluye en su reparto a Peter Lanzani, Alejandra Flechner y Norman Briski, fue recientemente elegido por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Argentina como su candidata para buscar una posible nominación al Oscar a Mejor película internacional.
Darín conoce la sensación de competir en esa categoría tras protagonizar El secreto de sus ojos, que conquistó el Premio de la Academia en 2010. Por ahora ha sido un éxito en cines independientes de Argentina, donde ya se exhibe.
“Esta es una película sobre la democracia, sobre cómo se construye la democracia luego de una tragedia tan grande o un episodio tan doloroso en un país como fue la dictadura y sobre todo una dictadura tan sangrienta como fue la argentina”, explicó el director del filme Santiago Mitre en una entrevista reciente por videollamada.
Con una cifra de víctimas que los organismos de derechos humanos estiman en 30 mil, la dictadura de Argentina es considerada la más letal de Latinoamérica en los años 70 y 80. Si bien a nivel oficial se han reconocido menos de la mitad de muertos, la discrepancia obedece a que los militares hicieron desaparecer los cuerpos de la mayoría de sus víctimas con un cruel mecanismo que consistía arrojarlos al mar.
“Haber decidido hacer este juicio de la manera en la que se hizo fue de un coraje enorme, y fue hecho por personas que creían y canalizaron lo que tal vez una buena parte de la sociedad, o una porción de la sociedad necesitaba, sin justicia es muy difícil construir un futuro”, agregó el director.
Cuando se desarrolló el juicio, la amenaza de un nuevo golpe militar estaba latente.
Mitre, nacido en Buenos Aires en 1980, era muy pequeño para recordar el miedo que se sentía en las calles de esos primeros años 80, pero sabe por su familia que fueron tiempos muy difíciles.
“Mis padres, mis tíos, mis abuelos y creo que toda la sociedad sufrió muchísimo la dictadura, la sufrieron desde adentro”, apuntó. “El recuerdo de haber vivido esos años es algo doloroso que hasta hoy persiste”.
Al tratarse de un thriller legal, Mitre enfrentaba un género que suele ser tenso, en el que los diálogos son clave, pero trató de darle el sabor propio de un filme latinoamericano y ser fiel a las imágenes del proceso judicial que era celosamente seguido por la población argentina. De manera hábil y evitando sensacionalismos, Mitre usa los mismos testimonios de las víctimas para, a través de la palabra, revivir la seriedad de los crímenes por los que estaban acusados los militares.
“Nuestro deber como cineastas.... era hacer una película que fuera respetuosa y sólida, y emocionante y verdadera en cómo reconstruía el hecho y en cómo se reflejaba la atrocidad de lo que fue la dictadura argentina”, señaló. “Teníamos la sensación de que había una película que pudiera ser interesante y hasta apasionante, más allá de lo doloroso”.
Uno de los retos para lograr esta precisión era recrear una época pasada. En el filme hay teléfonos de disco, caseteras, fumadores de cigarrillos en edificios públicos, televisores en blanco y negro y una atmósfera de Buenos Aires que ya no existe más.
“Yo que soy nacido en el 80 pensé que la ciudad estaba más parecida de lo que está, pero no, ha cambiado muchísimo”, señaló sorprendido Mitre. “Fue un trabajo enorme que hicieron del equipo del departamento de arte y escenografía, el equipo de vestuario, por supuesto también tuvimos que usar algunas técnicas digitales para borrar algún edificio que se colaba en algún lado, pero también fue muy divertido, el cine tiene esa posibilidad de ser un vehículo que te hace viajar en el tiempo”.
Mitre y Darín habían colaborado previamente en el filme La cordillera. En esta ocasión, Darín se sumó no sólo como actor sino como productor.
“Fue la primera persona a la que yo le conté que estaba desarrollando esta idea, trabajar sobre el juicio de las juntas y Ricardo me devolvió de inmediato palabras de aliento”, recordó Mitre. “Es un actor que yo admiro mucho desde siempre. Es una estrella en el mejor sentido de la palabra y además es una persona inteligentísima”.
hc