La novel directora Lila Avilés contiene una euforia que a veces se asoma en una carcajada o que hace eco de una sonrisa en sus ojos cuando responde a algún reportero, al contrario de su productora Tatiana Graullera, que se mantiene ecuánime durante la presentación de su película La camarista como representante de México para buscar los premios Goya y Oscar en 2020.
La Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas (Amacc), representada por su director Ernesto Contreras, y la secretaria Lucía Gajá, indicó que una vez más, como ocurrió el año pasado con Roma, de Alfonso Cuarón, una sola cinta mexicana irá tras ambos premios.
El filme, con fotografía de Carlos F. Rossini, edición de Omar Guzmán, distribuida por Caníbal y con actuaciones de Gabriela Cartol, Teresa Sánchez y Alan Uribe, será la segunda película que contará con un estímulo a través de Fidecine de 2 millones de pesos para destinarlo a los gastos de promoción, difusión y posicionamiento de la película ante la búsqueda del Oscar.
La camarista, que en la pasada entrega de los Ariel recibió solo uno por Mejor Ópera Prima de 10 nominaciones, superó a Las niñas bien, de Alejandra Márquez Abella y a otros nueve filmes, pero Avilés rechaza que sea su revancha sobre el filme que protagoniza Ilse Salas, e indicó que a veces uno habla de lo mismo, solo que desde diferentes perspectivas, en alusión a que ambas películas reflejan universos femeninos.
La productora, Tatiana Graullera, subraya que lo que le gustó de la película sobre una trabajadora de hotel, que interpreta Gabriela Cartol, fue la nueva mirada tanto de la actriz como de la directora y coguionista con Juan Carlos Márquez. “Entré al proyecto por cómo me hizo Lila voltear a ver a la camarista. Fue una nueva mirada, una nueva forma de verlas profundamente, de entender ese trabajo de Lila como directora y de Eve (el personaje de Gabriela Cartol) como camarista”, explica Graullera.
Avilés apunta que lo que más le gustó del proyecto fue que tiene un motor orgánico y genuino. Dijo que gracias al cine y a dirigir nunca había sentido tanta estabilidad, empuje y empoderamiento, “en el buen sentido del poder, no del poder feo, que no nos gusta, sino el que conecta con las ideas, el amor o la Tierra. Vivimos en una sociedad individualista, y es necesaria esa flexibilidad, esa comunión, esa empatía. Y ese fue al final el eslabón más fuerte, y espero que cuando sea viejita siga siendo el mismo”, expresó la ya ganadora del Ariel, nacida en Ciudad de México apenas hace 37 años.
¿Cómo se encontraron a Gabriela Cartol?
Hay algo en Gabriela Cartón que es en sí la película, hay algo en su humanidad. A final de cuentas es una película para observarse, pero también para sentirse. Y en mi búsqueda de la actriz yo necesitaba esa ternura, esa cosa que no viene desde un juicio, quitarnos los prejuicios y entender que cada persona tiene su propia historia y viene con su propia idea. Hasta la tiranía se podría sacudir un poco si somos capaces de entender por qué se hacen las cosas.
¿Hay proyectos para continuar trabajando con ella?
Sí, aún no puedo hablar del tema. A mí me gustaría, obviamente, en cada película irme transformando, no me interesa repetirme. Pero en esa búsqueda sí se puede uno acercar a las personas que no solo ya hicieron un proyecto artístico, sino un proyecto humano, porque la película no termina ahí, vienen los viajes, y cuando uno hace un buen viaje, son amigos que se quedan toda la vida. Así sea trabajando juntas, o que ella desarrolle su propio proyecto, creo que es alguien a quien quiero tener siempre cerca.
Tenían casi las mismas nominaciones que Las niñas bien, que arrasó con los Ariel, pero ahora van a una proyección internacional mucho mayor.
Le tengo mucho honor a Alejandra Márquez y el muy afortunado y trabajo que hizo Ilse Salas, creo que Las niñas bien es la otra película que todo el tiempo ha dado de qué hablar. Al final es luego hablar de lo mismo, pero desde otra perspectiva. Sí me llena de honor que estuvimos muy pegaditas todo el tiempo. Ahora nos toca darle a nosotros.
El año pasado Roma ganó el Goya y el Oscar. ¿Cómo se imaginan en una situación así?
Pensando en el cine internacional tuve suerte de viajar todo el año pasado. Y adonde uno viaje, hay tanto cine. Es una situación compleja, cada país tiene su propia riqueza, pero hay algo en la historia de México que el cine siempre ha sido su eslabón. Confiemos en la virtud de La camarista, va a ir encontrando su camino, ahorita seguimos en EU, hay algo ahí que también empatiza.
Después de los Arieles, ¿estas representaciones para los Goya y los Oscar son una revancha?
Como que revancha suena feo, no. Es un baile.