De Luis Buñuel, de quien se celebrará el sábado 22 su 120 natalicio —falleció a los 83—, se ha dicho mucho. Los títulos de sus películas, especialmente de las que tenemos mayor cercanía, por haberse realizado en nuestro país y haber retratado el México de mediados del siglo pasado, como Los olvidados, Nazarín y El ángel exterminador nos llevan a esos ambientes sórdidos, crudos, pero tan reales como inspiradores, por los que él mismo asegura que caminaba previo a sus filmaciones; como se reproduce en la exposición Buñuel en México, que se presenta en la Cineteca Nacional.
Fotografías de sus películas, pósters, artículos, reproducciones del vestuario, como el hábito de Viridiana, que usó Silvia Pinal, en la cinta que la llevó a Cannes y de la que conserva La Palma de Oro que obtuvo el filme, que produjo su entonces esposo Gustavo Alatriste, y que prestó para la muestra que termina en abril.
O el overol de El Jaibo en Los olvidados que portó Roberto Cobo, Calambres, y que en el recorrido por la exposición se acompaña de imágenes que vuelven a trasladar al espectador a esa historia, con la que el realizador comparte, a través de los textos que explican la obra en sus propias palabras: “Los olvidados es una película de lucha social… fuera de eso, no quise en absoluto hacer una película con un mensaje. Observé cosas que me conmovieron y quise traspasarlas a la pantalla, pero siempre con ese incesante amor por lo irracional y lo instintivo”.
El atuendo que lució Miroslava en Ensayo de un crimen, donde el director recrea la maldad, pero sobre todo, la obsesión del asesino que encarna Ernesto Alonso, es otro de los atractivos del paseo por el mundo de Buñuel, quien explica que el contexto de esa película se dio en medio de la crisis que vivía la producción cinematográfica en México, por lo que “el sindicato se decidió a hacer películas en cooperativa y Ernesto Alonso me dijo que podíamos filmar la novela de Usigli y a mí me interesaban algunos elementos del libro: la obsesión, la vocación de asesino frustrada. Casi todas mis películas tienen ese tema, la frustración. Burgueses que no pueden salir de una habitación, gente que quiere cenar y todo se lo impide, un tipo que desea asesinar, pero sus crímenes fallan. Es la distancia entre el deseo y la realidad, entre intentar y fracasar”.
Hombre generoso
La muestra también se integra con testimoniales de las actrices a las que dirigió como Marga López y Pilar Pellicer, quienes se refieren a él como “un hombre disciplinado y que sabía pedir perfectamente lo que quería”. En eso y en que fue un hombre generoso con los cineastas que siguieron sus pasos, coinciden las actrices con Alejandro Pelayo, director de la Cineteca Nacional, quien compartió a M2 las razones por las que se decidió montar la exposición.
“Buñuel fue un cineasta fundamental en la Época de Oro y después la influencia que tuvo sobre la generación de los años 60, como Arturo Ripstein o Felipe Cazals nos dio los motivos suficientes para montar Buñuel en México. Tomamos las dos terceras partes de su filmografía, lo que hace en México, a partir de El gran casino y hasta Simón del desierto, para hacerle un homenaje a los años que invirtió en México”, dijo.
A la fecha, el reporte de Buñuel en México es muy positivo, pues el directivo asegura que los fines de semana más de 600 personas visitan diariamente la exposición y de lunes a jueves asisten entre 200 y 300 personas, quienes han apreciado el trabajo del realizador y también su filosofía, como la que se reproduce en otro de los textos para expresar lo que encontró en México al buscar alojo, tras el exilio español en el tiempo del franquismo.
“Vine aquí forzado por las circunstancias. Pero he llegado a querer a México cuando lo he conocido. Se respira en un clima de libertad, hay paz. Y puede uno dedicarse a su trabajo”.