El actor mexicano Gael García Bernal está siendo homenajeado en la edición 32 del Festival Biarritz América Latina, un reconocimiento que siente como un "cariñito" para alguien que no creía posible tener una carrera en el cine porque, cuando empezó en los 90, hacer películas era un "gesto de rebeldía".
"Cuando empecé a trabajar en cine no avizoraba tener una carrera, la verdad, era algo poco plausible. Estamos hablando de finales de los 90, cuando en México, en Latinoamérica, el cine se hacía pero era un esfuerzo más que nada, era una especie de gesto de rebeldía", explicó a EFE desde Biarritz, en el sur de Francia, donde anoche recibió el primer premio "Abrazo de honor" del festival.
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Como se trata de un certamen que busca extender puentes a través del cine entre Francia, Europa y Latinoamérica (de ahí que sus premios sean "abrazos"), García Bernal encuentra que recibir este homenaje especial -una iniciativa que no existía hasta esta edición número 32 del festival- es un "mimo" y algo "muy lindo".
"Siento pura gratitud y me emociona. Es hermoso ver que de alguna manera surge un premio también para abrazar, para acompañar ese viaje, que en mi caso nació del contexto, pero también con unas dificultades", señaló el actor de 44 años, originario de Guadalajara (México) e hijo del cineasta José Ángel García y de la actriz y supermodelo Patricia Bernal.
Gael García en el cine
Convertido en uno de los rostros más conocidos del cine latinoamericano y con un currículum que incluye haber trabajado con nombres como Alfonso Cuarón, Walter Salles, M. Night Shyamalan o Pedro Almodóvar, para García Bernal el oficio de hacer películas sigue teniendo de algo misterioso.
"Hay algo fascinante y un poco diría que hasta extrañamente curioso, pues por no decir ridículo", razona, porque mientras se ruedan los filmes él no piensa que vayan a ser importantes: "si la película no existe, el mundo va a seguir dando vueltas".
Pero después cada obra se convierte en "un animal que navega solo por la noche", que "nos trasciende y nos sobrevive".
"Quizás me estoy yendo demasiado lejos. Pero en mi caso, por ejemplo, hay muchas películas que siento que quizás no podríamos entender México o vivir México sin esas películas", apunta.
Y aunque sin querer ser "presuntuoso" de su carrera considera que algunos ejemplos podrían ser "Amores Perros" (Alejandro González Iñárritu, 2000), "Y tu mamá también" (Alfonso Cuarón, 2001) o "El crimen del padre Amaro" (Carlos Carrera, 2002).
CLG