'Camino a Mala Noche' reitera que no se vence al desierto

Mala Noche, y el camino fue recorrido a través de un cortometraje que realizó el cineasta lagunero Mino Rimada, en coproducción con Salvador Montenegro.

El cortometraje 'Camino a Mala Noche' fue acreedor a premios y un contrato para un canal de Estados Unidos. | Especial
Editorial Milenio
Torreón, Coahuila /

A nadie le gusta pasar una mala noche. Menos aún pasar por Mala Noche o quedarse a vivir los días que le toquen en un lugar con tamaña denominación. Pero resulta que en el corazón de La Laguna de Mayrán existe un ejido que arrastra ese nombre y apellido, Mala Noche, y el camino fue recorrido a través de un cortometraje que realizó el cineasta lagunero Mino Rimada, en coproducción con Salvador Montenegro.

El crew fue un verdadero acierto, apenas siete actores, número al que se concede cierta suerte y que ahora se refleja en el alcance de la obra, seleccionada para participar en varios festivales, siendo el filme “Camino a Mala Noche” acreedor a premios y además un contrato por cuatro años para poder ser reproducido en un canal estadounidense especializado en el género, de tal forma que podrá apreciarse en varias partes del mundo.


“‘Camino a Mala Noche’ es una historia mía, también la dirijo, y es una producción en conjunto con Chava Montenegro. Fue un equipo muy chiquito, un crew de siete personas, fue una producción muy guerrera, por así decirlo. El cortometraje lo hicimos con un apoyo que nos dio el gobierno del estado a través de una convocatoria, Arte Resiliente, que nos ayudó a financiar algunas cosas, pero mucho de lo que quisimos rescatar fue la esencia de La Laguna, porque grabamos prácticamente en mera La Laguna de Mayrán”.

Con las actuaciones estelares de Oscar M. Troyo, Salvador Montenegro y Arturo Michel, el filme estuvo presente en un festival de Nueva York; ha sido seleccionado para participar en un festival en España y recientemente ganó en el RIMA Awards en Río de Janeiro en las categorías de Mejor cortometraje extranjero, Mejor director, Mejor actor secundario, Mejor cinematografía y Mejor diseño de sonido.

“Ya lleva buen rato y le ha ido bien. Estuvimos en un festival en Nueva York, ha habido varios festivales, chicos, medianos, en algunos buenos, seleccionado en otros ahora sí como decimos, más chonchos, incluso en una plataforma de los Estados Unidos conseguimos un contrato para su distribución por cuatro años, les gustó el material y es una plataforma formal e interesante. A ellos les gustó”.


Para Rimada se tenía que volver la mirada al ser lagunero, y quien no es de la región difícilmente entenderá qué quiere decir eso. Por eso su fotografía se concentró en el paisaje del desierto pensando en abolir la idea empresarial que durante décadas fue eslogan de éxito al asegurar que se había vencido al desierto mientras se le depredaba.

“Tenemos esta filosofía de cambiar un poquito esa idea de que vencimos al desierto, cuando al desierto al que venimos en realidad estaba más vivo que nunca y la gente que ahora vive ahí literalmente sobrevive en un ambiente en el que nosotros hemos poco a poco provocado más hostilidad. La idea era construir una historia que nos permitiera hablar un poco de la psicología de los laguneros”.

Mino Rimada explicó así que el papel que desempeñó Salvador Montenegro es el de un hombre arriesgado, que prueba suerte en Ciudad de México, se enamora de una extranjera, pero retorna al terruño. En la recta final de su vida dos funcionarios del Sistema Tributario llegan e intentan cobrarle una deuda fiscal que se convierte en una mala broma.

“Las cosas se ponen interesantes cuando a uno de estos burócratas le interesa algo valioso que tiene el productor de cera de candelilla, que es Chava Montenegro; él, colmilludo, ve la relación que tienen los funcionarios y evalúa cómo salir del problema de manera exitosa ayudando a uno de ellos. Es la historia de cómo la vida de una u otra manera te ayuda y se hace justicia sin dejar de lado el trabajo duro de los candelilleros que todos los días se enfrentan al desierto y viven en él para ganarse unos cuantos pesos”.


Bajo la producción de Alcayata Films y Montenegro Prod., el éxito de este trabajo reside en su originalidad. Además del guión, la dirección y la fotografía, Mino Rimada se valió de músicos profesionales para apropiarse del discurso del Canto Cardenche y llevarlo de una manera sutil al filme, grabado en Mala Noche, una comunidad rural que no alcanza ni los cien habitantes. Armando Antonio Frost compuso la música interpretada por Andrés Efraín Alarcón en el cello, y el propio Frost en el violín.

“La música fue creada, es original de músicos laguneros, un violinista y un chelista que tienen mucho talento, se involucraron en el proyecto. Involucramos también a la gente de Mala Noche, actuaron y nos echaron mucho la mano y pudimos capturar los paisajes de la Laguna, sus colores y la forma en que se habita el desierto”, apuntó Rimada quien dijo, se trata de 38 minutos que fueron grabado en 5 días contando con siete personas de las cuales sólo 6 actuaron en tanto que le tocó retratar la belleza simple de la naturaleza.

De esta forma se reitera que se trata de un cortometraje independiente con muy pocos recursos pero aprovechando absolutamente todo lo que aporta el entorno; el mismo sol y la forma en que se hizo el cortometraje ayudó a los actores a entrar en papel, filmado en diciembre para aprovechar las noches frías del desierto y su abrazador calor entrada apenas la mañana. Rimada confirmó así que no se requiere salir de la región para contar y hacer una gran historia.


“Algo que hay que entender es que los laguneros estamos hechos de todo el mundo y la visión que tenemos es de una herencia rica porque estamos hechos de diferentes culturas y nuestro cine debe estar hecho para el mundo porque lo tenemos en el ADN. La Laguna geográficamente es un espacio complicado y como no hay una industria como tal como cineasta forjas una voz diferente. A veces la ausencia de las herramientas también te forja la voz de cineasta”.

CALE

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