La cineasta venezolana Margot Benacerraf, una de las primeras mujeres en participar en el Festival de Cannes, falleció este miércoles en Caracas a los 97 años.
Su familia anunció con "profunda tristeza" en un comunicado el fallecimiento de esta mujer considerada pionera del cine venezolano.
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Benacerraf ganó en Cannes de 1959 el premio FIPRESCI, de la crítica internacional con Araya, un poético docuficción en blanco y negro sobre la vida de los trabajadores en unas salinas en el nordeste del país.
El galardón lo recibió ex aequo con Hiroshima mon amour de Alain Resnais.
Antes participó en Cannes en 1953 con Reverón, documental en honor al pintor venezolano, Armando Reverón, considerado uno de los artistas más importantes del siglo XX en América.
"Fue una mujer absolutamente de avanzada, de vanguardia", dijo a la AFP Alexandra Cariani, directora de la Fundación Margot Benacerraf, que trabajaba con la cineasta desde hacía nueve años.
¿Quién era Margot Benacerraf?
Benacerraf se reveló contra el estereotipo de la mujer judía de alta sociedad que debía casarse con un empresario y tener hijos. De hecho, nunca se casó, nunca tuvo hijos.
Después de estudiar Filosofía y Letras en Venezuela, ganó una beca de tres meses para estudiar en el Departamento de Drama de la Universidad de Columbia en Nueva York, donde tuvo su primer contacto con el set de filmación.
Su fascinación la llevó a continuar sus estudios en Francia. "Una formación sumamente exigente", dice Cariani.
"Su modus operandi fue riguroso", sigue. "Se zambullía 100 por ciento en el tema que iba a abordar".
Y fue lo que hizo con Reverón, instalándose en la residencia del pintor, y después con Araya, cuyo nombre proviene de la remota península donde se ubican gigantescas salinas en Venezuela.
La preproducción duró dos años, entre investigaciones en archivos en Europa y visitas a los pueblos que vivían de la sal.
La preproducción duró dos años, entre investigaciones en archivos en Europa y visitas a los pueblos que vivían de la sal.
Luego filmó por más de dos semanas. "No veía qué había filmado hasta que la película no viajaba a Francia para el revelado", cuenta Milvia Villamizar, responsable del acerbo de la fundación. "La posproducción fue una epopeya, titánica", complementa a su vez Cariani.
La primera versión tenía tres horas, que Cannes mandó a recortar porque era muy larga.
Picasso y García Márquez
Después del galardón, Benacerraf llevó su película a otros festivales internacionales, aunque en su país no se estrenó hasta 1977. A los distribuidores "les parecía un riesgo, era demasiado rara, demasiado autoral", relata Cariani.
Benacerraf no lanzó otra película.
Tuvo guiones listos que no se concretaron, como el de La cándida Eréndira, inspirado en el libro de Gabriel García Márquez, que terminó quitándole los derechos.
"Ella se tomó mucho tiempo y García Márquez estaba apurado por que hicieran la película", lamenta Cariani. "Fue un episodio muy incómodo en su vida, muy triste, muy injusto".
El otro gran golpe en su carrera fue con Pablo Picasso, que "la buscó para que lo filmara, no como pintor, sino en su cotidianidad"; pero tras su separación de la artista francesa Françoise Gilot, "él se sumió en una depresión y hasta ahí llegó el proyecto", añade Villamizar. Nunca más tuvo acceso al artista y el material se perdió.
Benacerraf se mantuvo activa hasta muy poco antes de su muerte, siempre con mucha intensidad apostando por el cine de su país.