BRUTAL. Es la primera palabra que me viene a la mente, tras ver el BATMAN de Matt Reeves.
Han pasado apenas 3 minutos y ya hubo un asesinato con saña y Batman le ha propinado una putiza (no se le puede llamar golpiza) a media docena de acosadores en el metro.
Vendrá después otra media docena de asesinatos, dejando un reguero de sangre en una Ciudad Gótica atrapada en una noche y una lluvia perpetuas. El director se arriesgó e hizo una serie de apuestas para presentar una película muy personal, sin dejar de lado los compromisos con uno de los personajes más queridos del mundo de las historietas.
- Te recomendamos Cancelan estreno de 'The Batman' en Rusia ante conflicto con Ucrania Cine
PRIMERA apuesta: los reseñistas de prosa fácil se llenan la boca diciendo “Es que el Batman de Nolan es más oscuro…” ¿Querían oscuridad? Reeves no se tienta el corazón: en su Gótica nunca sale el sol, la luz no puede alumbrar una ciudad corrompida hasta los huesos, sus criaturas medran al amparo de las tinieblas, de sus miserables almas.
SEGUNDA apuesta: la película es un cruce -reconocido por el mismo director- de Chinatown (Polanski), Seven y Zodiaco (Fincher), El Silencio de los Inocentes (Demme), Taxi Driver (Scorsese) entre otras cintas. Hay un asesino en serie, y Batman -el mejor detective del mundo, aunque aquí todavía no lo es pero está en ciernes- deberá ir tirando de la madeja para desentrañar la identidad y las motivaciones del asesino.
TERCERA apuesta: después del fiasco de la Liga de la Justicia, donde Batman convive con superhombres, ciborgs y amazonas improbables e imposibles, en esta película regresamos a la terrenalidad del vigilante. Es Ciudad Gótica como alter ego de una Nueva York envilecida, de un Estados Unidos decadente, de un planeta Tierra convulso. Es imposible ver la película y escuchar algunos diálogos, sin pensar en los Trumps, los AMLOs, los Putins del mundo.
CUARTA apuesta: no es la justicia (ni como ideal) lo que atraviesa la película de inicio a fin, sino la venganza. Al héroe juvenil no lo anima hacer de su mundo un lugar mejor, sino desquitarse de quienes lo confinaron a una infancia desdichada. Pero hay otra venganza que corre paralela y que implosionará en su cara cuando la desvele.
QUINTA apuesta: es el retrato del héroe, si no adolescente (Joyce), sí juvenil, impetuoso, errático, dubitativo. Lucius Fox aún no se cruza en su camino, así que aún no cuenta con el arsenal de batichunches. Su auto y su moto tienen un blindaje primario, su traje es a base de carnaza y metal. El disfraz del villano (Acertijo) es elemental. Más creíble, más humano.
SEXTA apuesta: obviar el origen. Uno de los talones de Aquiles de las películas de súper héroes es perder tiempo al explicar cómo llegaron a ser lo que son. Aquí el cineasta se va directo a la trama, da por sentado que ya conocemos hasta el hartazgo el cuento de la noche de cine, la cinta de El Zorro, el callejón Crime Alley, el collar de perlas, ella se llamaba Martha ella se llamaba así, etcétera. Aunque a lo largo de la película salpica con guiños que hacen referencia a ese hecho capital, agradezco que se haya ahorrado los 12 o 17 minutos que hubiera necesitado para repetirnos la historia. Lo mismo para la baticueva: no hay señal divina que caiga del cielo para decidir usar la imagen de un murciélago ni habitar una caverna como los quirópteros.
SÉPTIMA apuesta: consciente del griterío que provocó al anunciar la elección de Robert “Crepúsculo” Pattinson, para vestir el manto del murciélago, el director va a la segura y, como en las historietas -donde el porcentaje de viñetas en las que se ve el rostro de Bruce Wayne es de 3 por cada 64 páginas- en la película veremos poco al actor sin la máscara. Y de las pocas veces que lo hace, la pintura negra que usa alrededor de los ojos, barrida por las lágrimas o la lluvia, le dan más el aspecto de El Guasón que del playboy millonario. Es, además, recordemos, un Batman en los primeros años de su cruzada contra el crimen, no ha embarnecido ni cultivado el físico impresionante de los 30-35 años como lo conoceremos después.
OCTAVA apuesta: cuando se desvela todo el misterio alrededor de la serie de asesinatos que ocurren en la película, podemos ver que la cinta se pudo haber contado también desde el punto de vista del asesino, que Batman es solo el contrapunto pero no el eje de la trama. Pudo haber sido la gran historia del Acertijo, como la película de El Guasón. En algún momento se borran las fronteras entre quién es el gato y quién el ratón en esta cacería de inteligencias retorcidas.
NOVENA apuesta: sacudirse la tutela del Estudio y hacer su película, su versión muy personal de Batman, una historia para adultos de cualquier época, no para fans; por lo menos no para fans de historietas, pero sí para fans del cine, del buen cine, bien contado, con personajes bien construidos. Una trama criminal con ecos de tragedia clásica, de venganzas, mentiras y redenciones. Que la trama de corrupción alcance hasta al mismísimo Thomas Wayne, cambia la ecuación de como conocíamos a Batman y su solidez moral.
DÉCIMA apuesta: que no haya escena post créditos, marca también una confianza en su historia y en el poder de su película. Le enseña también a DC Comics que no debe andar tras los pasos de Marvel, porque irremediablemente lo hace mal al ser una copia.
PJG